Para hablar de fe es bueno precisar que todos nacemos con el espíritu de creer, que es un don espiritual que Dios creó en el ser humano, lo que significa que todos lo que creemos y lo que no creemos nace de nuestra fe, de nuestra propia convicción en la vida.
De modo que, la fe puede depositarse sobre cualquier ser humano o espiritual y cuando se alimenta del espíritu de Dios.
Con ella se pueden conocer los principios de las leyes espirituales que norman la ciencia del bien y el mal, manifestándose el poder sobrenatural.
La pandemia del Covib-19- no ha podido afectar mi fe para seguir visitando hospitales, alabando, glorificando y evangelizando, una misión para lo que estamos llamados todos en la Tierra de Dios.
Pero en mi hogar no solo yo soy una mujer de fe.
En esta imagen fotográfica que acompaña este escrito, se testifica el seguimiento evangelístico que mis nietos también han tenido desde que nacieron y fueron presentados al Señor en la iglesia. Sus padres fueron mis primeros frutos desde que yo me convertí a Jesucristo, o sea cuando hice la oración de fe en casa de una comadre, quién fue la que por muchos años me hablaba y sembró la semilla en mi corazón.
En medio de esta terrible pandemia, la misericordia de Dios y su poder han cuidado de nosotros. El Señor nos ha suplido todas nuestras necesidades y nos ha consolado, pero sobre todo, me ha dado la victoria de haber tenido la dicha de tener a mis dos nietos por unas cuantas semanas conmigo en casa, lo que se logró en base a la oración de fe.
Cuando su madre me llamó y me dijo: “voy a llevárselo” sentí mucha emoción. Fue de mucha alegría abrazarlo y compartir con ellos remembradas de cuando yo le llevaba a la iglesia muy pequeños, al igual que a sus padres.Todos sabemos que la vida social,espíritual y económica de las iglesias,dictan un ante y después en las iglesias cristianas evangélicas,por entender que debido a los controles dipuestos por el Ministerio de Salud,estamos condicionado a someternos al caso de las tediosas mascarillas,guantes, y una distancia de metro,además de tenerque privarse de llevar a nuestros nietos o nietas.
He sido obediente al cumplir las recomendaciones de salud impuesta por las autoridades y el gobierno, consciente de que las personas de cincuenta o sesenta años edad son muy vulnerables al virus, por tal razón no asisto presencialmente a la iglesia, hasta que todo vuelva a la normalidad, lo que con el Poder de Dios pronto se logrará.
Pero he usado todas las plataformas virtuales para poder ver y seguir alimentando nuestra alma de la palabra de Dios, alabanza y adoración.
En uno de esos momentos de búsqueda del bienestar y la paz del Señor, el Espíritu Santo me mostró a un pastor de Costa Rica en un programa virtual en el cual pude percibir que llevaba en sus hombros algo muy especial, y era el don del amor de Dios. eso caló mi corazón y me quede ahí.
Las noches siguientes sintonicé de nuevo el mismo programa para escuchar sus enseñanzas, y fue el viernes 10 de de septiembre cuando mis nietos se acercaron a mí, después de ver y escuchar las enseñanzas de la palabra, y me dijeron: “abuela, queremos hacer la confesión de fe”.
Contarle la acción a su madre y decirle que en medio de la pandemia y el aislamiento por el coronavirus también está el amor de Dios, surcando en nuestro alrededor, porque este no es el final, fue de gran satisfacción para ella.
Su impacto al ver la fotografía y lo que sus hijos le expresaron provocó que al día siguiente me llamara para decirme que buscó su Biblia y buscaría más de Dios.Y aplicar lo que dice la palabra en Lucas 9-46-
“Aunque llegue cansada voy a orar con ellos y buscar más de la Palabra, porque de verdad, eso era el plan de Dios, que estemos en pandemia o no estemos,nuestro Dios tiene que ser el primero”. ¡Gloria a Dios!.