Las personas de Burundi son pobres y hambrientas… y hace poco, fue declarado el país más infeliz del mundo. Pero, algo nuevo ocurre en este país africano… los cristianos y judíos trabajan juntos para aliviar el dolor.
Es fácil perderlo en el mapa.
Burundi es uno de los países más pequeños de África y solía ser la tercer nación más pobre en el mundo. Ahora, es la número uno.
“La persona promedio vive con menos de un dólar diario”, dice el Dr. Jason Fader, del hospital Kibuye Hope.
En 2013, el estadounidense Jason Fader se mudó con su esposa y sus dos hijos a Burundi para ser misionero médico en este valle remoto.
“El hospital Kibuye queda a tres horas de la ciudad capital. Entre este lugar y allá, no hay cirujanos. Todos los cirujanos de Burundi, excepto yo, trabajan en la ciudad capital”, indica Fader.
Y para una población de 10 millones de personas, solo hay 13 cirujanos – Fader es el número 14.
Fader dice que al día tienen calendarizadas una o dos cirugías, pero al final día hacen unas diez.
Como muchos otros misioneros allí, él consigue su propia ayuda.
“Sería muy difícil encontrar un lugar en Estados Unidos donde podría tener un poco del impacto que un cirujano puede tener en medio de África. Hay dos millones de personas en esta zona que no tienen cirujano y estoy feliz de cuidarlos”, comenta Fader.
La mitad del país no tiene acceso al agua potable. Alrededor del 70 por ciento de la nación vive bajo la línea de pobreza. No hay asistencia médica, entonces podrá imaginarse que este pequeño hospital cristiano, en este rincón remoto de Burundi, actúa como una línea de vida para decenas de miles de personas.
Eric y Rachel McLaughlin, John y Jessica Cropsey y Alyssa Pfister también se unieron a los Fader como médicos misioneros.
John Cropsey es uno de tres oftalmólogos de todo el país.
“Tenemos un conflicto con el cruce cultural; uno tiene un trabajo estresante, recursos limitados. Durante la época seca, podemos tener dos horas o a veces nada de electricidad en todo el día”, comenta Cropsey.
Rachel McLaughlin es una de 20 ginecólogas en el país.
La fe en Cristo y la oportunidad de ayudar a los menos afortunados… son algunas razones que motivan estos médicos a servir en condiciones adversas.
“Dios nos ha llamado a este lugar, nos llamó a trabajar duro, pero Él nos ha llamado a hacer buenas obras y creo que puedo ver su redención cuando tenemos la visión para ello”, precisa McLaughlin.
Además, de satisfacer necesidades físicas y espirituales, el equipo también entrena una nueva generación para que sirva allí.
“Pensamos que era una excelente oportunidad para venir a Burundi a discipular y entrenar estudiantes de medicina, y ojalá residentes del futuro, para poder ser doctores que cuiden con compasión a la gente en el nombre de Jesús y proveer una excelente atención médica”, comenta Pfister.
Aquí hay un ángulo interesante de esta historia: a miles de kilómetros del hospital, en la ciudad de Nueva York, Mark Gerson, un empresario judío, decidió involucrarse personalmente para ayudar a estos médicos cristianos, para cambiar el destino de algunos de los más pobres de África.
“La Torá, la Biblia nos dice más de 36 veces, más que cualquier otra cosa: ‘ama al extranjero’ y, ¿quién en el mundo es más extranjero que la gente pobre de África que necesitan atención médica?”, indica Gerson.
Durante años, Gerson y su esposa han dado millones de dólares para ayudar misioneros médicos a través de África.
“Ha sido un honor y un privilegio para mi esposa, quien es rabino, y para mí ser socios de ellos. Uso este término cuidadosamente, estas ‘personas sagradas’, estos médicos cristianos misioneros, sacrifican todo. Van a ambientes completamente adversos, y renunciando a sus necesidades y todo para cumplir su obligación religiosa de servir a los pobres”, comenta Gerson.
Gerson y su amigo, el Dr. Jon Fielder, un misionero estadounidense en Kenia, crearon la Fundación Misionera de Atención Médica Africana (African Mission Healthcare Foundation).
Fielder dice que, a través de su amistad, Gerson ha visto de primera mano la dedicación de estos doctores.
“Los misioneros médicos tienden a venir por años o décadas y quedarse para aprender el idioma, la cultura y desarrollar relaciones profundas en sus comunidades”, comenta Fielder.
Recientemente, Gerson otorgó el primer premio “L’chaim” por un excepcional trabajo médico misionero, al Dr. Jason Fader y su equipo.
“Cuando vi que ese premio venía de un emprendedor judío, ¡me impactó!”, dice Fader.
Pero, Fader sabe que hay más en Gerson que su generosidad.
“Él ve el cuidado hacia los pobres y extranjeros como parte de su tradición de fe y tengo mucho respeto por eso”, indica Fader.
Fielder dice que un premio de esta magnitud, para un hospital africano, es de gran alcance.
“El premio L’Chaim dará medio millón de dólares al Hospital Kibuye Hope, lo cual ayudará a completar el nuevo edificio quirúrgico, iniciar un internado, el primero para estudiantes de medicina en el país, renovar un laboratorio en la capital y ayudar alrededor de 350 personas a caminar de nuevo, con suministros ortopédicos”, comenta Fielder.
Gerson insiste en que no hay nadie quien recibe más por su inversión que los propios médicos cristianos que sirven en África. Como ejemplo, señala lo que hizo el Dr. Fader en el hospital en 2015.
“Logró 35 mil visitas a paciente internados y fuera del centro médico. Logró 1.200 cirugías y 800 operaciones de cataratas, todo con medio millón de dólares”, comenta Gerson.
Fader dice que el generoso regalo de Gerson seguirá tocando y sanando las vidas de incontables personas en el país.
“Es increíble cuánto se puede hacer con tan poco. No hacemos esofagectomías laparoscópicas, pero ayudamos a las personas a caminar, salvamos vidas, a veces miles por año”, concluye Fader.