La dicha de reconocer las virtudes con que el divino Maestro formó la lumbrera de ser mujer, nos bendice con el aroma del espíritu de su amor natural. Ellas son las portadoras de la alegría del hombre, el único ser capaz de incubar un alma dentro de su vientre para alumbrarla como un ser humano, ellas son las que portan el alma de acero, y el espíritu de la paz, para defender a sus hijos, sacrificándose así mismo.
Ellas son las que caracterizan humanamente el sacrificio de Cristo Jesús, ofreciendo su vida hasta la muerte para darle vida a sus hijos, sensibles como una flor, inquebrantable como el acero, forjada como el oro fino, bajo la llama y el calor de la vida, ellas son como el agua cristalina que bañan con satisfacción la sed del amor de Dios.
La dicha de ser mujer te lleva a ser virtuosa. Como tú, ningún ser humano.
Bendiciones, bendita tú entre los seres humanos. Feliz Día Mundial de la Mujer.