“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libre” (Juan 832), y esa verdad que nos hace libre es Jesucristo y su palabra, contenida en La Biblia, la revelación de Dios a los hombres y considerada como el manual del fabricante.
Es a través de las Santas Escrituras que podemos alcanzar la libertad del alma, la cual estaba esclavizada y aprisionada por Satanás, antes de que conociéramos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, quien nos libró de la condenación del pecado.
La Biblia nos enseña que para disfrutar de la vida eterna tenemos que creer y aceptar a Cristo como nuestro Señor y Salvador. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”, Juan 3:16.
Conocemos a Cristo a través del Evangelio, que significa Buenas Nuevas, y de los principios y promesas divinas que están contenidas en La Biblia, mediante las cuales disfrutamos de su amor, paz, gozo, esperanza y pasión por las almas perdidas para que se salven y disfruten, por gracia, de la vida eterna.
Con Cristo en nuestros corazones celebramos nuestra herencia en el Reino de los Cielos, esperando su venida para disfrutar de su hermosa presencia por toda la eternidad, porque Él es el único camino para llegar al Padre. Jesús dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al padre sino es por mí”, Juan 14:6.
Dios el Padre, se manifiesta a través de nosotros, por medio de su Hijo Jesucristo, y del Espíritu Santo, y nos da la capacidad y el poder, a través del Evangelio, para derrotar en nuestra vida y en las de otros, las maquinaciones del maligno, quien fue vencido en la cruz del Calvario.
El universo del evangelio de la palabra de Dios lo es Cristo mismo, que conociéndole a través de su Palabra, disfrutamos de su maravillosa libertad, porque antes estábamos muertos en delitos y pecados.
Por consiguiente, debemos disfrutar de la lectura, la meditación y el estudio de la Palabra de Dios, que está en La Biblia, lo que producirá en nosotros, fe, una corriente de amor, dominio propio, gozo y una paz, que sobrepuja todo entendimiento.
Continuamente celebramos en nuestros corazones que pronto estaremos respondiendo al llamado de nuestro Señor, cuando suene la final trompeta y seamos arrebatados para estar con Cristo por toda la eternidad, lo que gozamos y celebramos por tan hermosa esperanza.
Mis apreciados hermanos y amigos no debemos perder nuestro valioso tiempo en el espacio de gracia con eventos vacíos de esencia espiritual que distraen el verdadero protagonismo de la misión de Cristo en nosotros aquí en la tierra, como la celebración del Día de la Biblia.
Cada mañana el sol de justicia, la palabra de Dios nos despierta, en un nuevo día, para celebrar el conocimiento de la mente de Cristo en nosotros, y hacerlo en comunión, oración, ayuno, cilicio y estudios bíblicos con un corazón contrito y humillado.
En la cronología de la Biblia, encontramos una serie de hechos irrefutables y satisfactorios que confirman la demostración de que celebrar la Biblia, en un tiempo, no es más que una expresión social de nuestra comunidad cristiana, pero, en cambio, honrar la Palabra de Dios, es un compromiso espiritual del Reino de Dios.
Para poder vivir la celebración de la Biblia continuamente, nos compromete darle cumplimiento a nuestro sacerdocio ministerial, primero en nuestras casas y vidas; y segundo en las congregaciones eclesiásticas y en nuestra comunidad de no cristianos.
Tabernáculo, entiende que existen varias formas de celebrar la Biblia con hechos fehacientes que honran a Dios y sirvan para fortalecer la fe en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
De modo que la comunidad cristiana debe unificar esfuerzos, en una misma visión, para evangelizar la República Dominicana, en los cuatros puntos cardinales.
Los cristianos evangélicos deberíamos celebrar la Biblia no solo en Septiembre, sino los 12 meses del año, para que las vidas en nuestros corazones, nos permitan entrar en una mayor intima comunión con nuestro Dios, haciendo un digno ejemplo del llamado a nuestro sacerdocio que es adorar y exaltar a nuestro maravilloso Creador.