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La Biblia para todas es un excelente recurso para añadir profundidad bíblica a nuestra devoción al Señor

Desde que me mudé de Venezuela a la ciudad de Dallas, en los Estados Unidos, muchos me han preguntado: «¿Cómo es la iglesia en tu país natal?». Por casi siete años, mi respuesta siempre ha sido la misma: «¡Apasionada!». La devoción al Señor se expresaba intensamente a través de continuos ayunos, retiros, vigilias, noches de adoración y cantos a toda voz, saltos, lágrimas, gritos de júbilo. De mi iglesia aprendí a amar a Dios efusivamente y a entregarme a Su causa sin reservas; y eso no lo cambio por nada.

Sin embargo, viendo en retrospectiva considero que a esa gran pasión le faltaba mucha instrucción. Crecí con la enseñanza de mis líderes, de predicadores famosos y de «celebridades cristianas». Con entusiasmo, anotaba y recordaba sus comentarios sobre pasajes bíblicos y aplicaciones para la vida diaria. Pero nunca aprendí a estudiar las Escrituras por mí misma. No sabía cómo evaluar prédicas o libros cristianos a luz de la Biblia. Carecía de herramientas para escudriñar la Palabra personalmente y verificar que las enseñanzas que recibía coincidieran con la verdad bíblica (Hch 17:11).

A mi «yo» más joven, le habría sido muy útil el libro Biblia para todas: El conocimiento de la Palabra que todas necesitamos (B&H Español, 2024), de Jeanine Martínez, directora del Instituto Reforma y misionera, quien hace eco a la experiencia de muchas mujeres en la iglesia latinoamericana. Ella cuenta de su gran amor y devoción por el Señor: ayunaba, memorizar versículos, buscaba conocer a Dios… pero no tenía mucho conocimiento de la Biblia. No obstante, en un entrenamiento misionero, comenzó un estudio profundo de las Escrituras y así adquirió las herramientas para estudiar la Palabra personalmente (p. 12).

En este nuevo recurso, la autora comparte herramientas y premisas básicas para que las mujeres puedan adentrarse en el estudio de la Biblia.

¿Por qué estudiar la Biblia personalmente? Según la autora, como discípulas de Cristo, buscamos parecernos cada vez más a Él. Pero ¿cómo podremos parecernos a Alguien que no conocemos? Escudriñamos las Escrituras con el propósito de conocer al Señor para imitarlo, obedecerlo y enseñarles a otros a hacer lo mismo (p. 15). Aunque es más sencillo conformarnos con lo que otros dicen de Dios, esto limita nuestra capacidad de distinguir entre enseñanzas populares y la verdad de Dios en Su Palabra.

Echando los cimientos
Más allá de solo incentivar el estudio personal de la Biblia, la autora nos muestra cómo estudiarla. Con este fin, primero presenta dos premisas esenciales para el estudio bíblico: «la Biblia es una sola historia» y «Dios es su autor y protagonista». En palabras de Martínez:

La Biblia relata la historia del establecimiento del reinado del Rey, Dios en Cristo, para Su gloria eterna a través de Su relación con toda la creación y todas Sus criaturas, y la creación de una familia eterna de portadores que reflejan Su imagen, para Su gloria (p. 38).

Una de las tantas herramientas disponibles en Biblia para todas es un resumen general de la Biblia. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la autora nos muestra la historia principal de las Escrituras, de las cuales sus historias individuales forman parte. Al mostrarnos con sustento bíblico la historia general de la Palabra, también nos presenta a Dios como su personaje central. Esto es valioso porque, en la iglesia latinoamericana, tenemos la tendencia de buscarnos a nosotros mismos en las historias de la Biblia. Lo hacemos con el fin de reclamar las promesas o las experiencias con Dios de ciertos personajes bíblicos. Sin embargo, estas historias están en la Biblia para apuntarnos al Rey y al establecimiento de Su reino (p. 29).

Una guía para el estudio de la Biblia
Luego de estas verdades esenciales, la autora presenta herramientas para el estudio bíblico: el método inductivo, preguntas de observación, principios hermenéuticos, notas bíblicas, estudio de palabras, referencias del contexto histórico de un pasaje, versículos clave de cada libro de la Biblia y más. Explica las herramientas con ejemplos, gráficos y ejercicios de aplicación para animar a las lectoras a aplicar lo aprendido. Como un entrenador de fútbol guía a sus jugadores en la cancha, así Martínez nos guía en el estudio de la Biblia.

Asimismo, a través del libro, la autora introduce conceptos clave para entender la Palabra, por ejemplo: la diferencia entre una instrucción bíblica descriptiva y una prescriptiva (p. 95), frases idiomáticas, (p. 110), preguntas retóricas, descripción de los géneros literarios, conectores, figuras del lenguaje, ilustraciones (p. 143), entre otros. Aunque el libro no ofrece un estudio exhaustivo de estos elementos, sí ofrece a sus lectoras un panorama general de los aspectos necesarios para profundizar en el texto bíblico.

Para una mujer con estudios formales o informales de Biblia y teología, estos principios y conceptos quizás sean muy básicos o repetitivos. Pero para cristianas sin formación en estas áreas, la Biblia para todas será un recurso necesario e innovador. Mucho del material resume el contenido de clases iniciales en seminarios teológicos. Si la lectora toma los ejercicios de aplicación seriamente, el libro le servirá como un excelente manual de estudio.

Además, la autora explica cada punto de forma sencilla y práctica. También usa ejemplos cotidianos para nuestra comunidad latina. Por mucho tiempo, la iglesia latinoamericana ha dependido de recursos traducidos del inglés para crecer en su conocimiento bíblico. Estos recursos usualmente vienen con ilustraciones propias de culturas angloparlantes. En cambio, en Biblia para todas, la autora habla con entendimiento de las particularidades de nuestra cultura latina y usa ilustraciones con que nos podemos identificar. Esto definitivamente facilita el proceso de aprendizaje.

Ahora bien, la autora parece indicar que los principios presentados en el libro siempre nos llevan a una interpretación clara de la Biblia: «La Biblia es entendible y clara para todo creyente que se dedique a leerla, estudiarla y meditar en ella, sometiéndose en obediencia y bajo la transformación de su corazón» (p. 10; ver también pp. 156, 175). Aunque eso es cierto, también debemos admitir que los creyentes que estudian la Biblia con diligencia no siempre coinciden con la interpretación de algunos pasajes o la aplicación de ciertas premisas. Un ejemplo es el uso de textos claros para interpretar los difíciles (p. 135), ya que los cristianos a veces estamos en desacuerdo sobre cuáles son cuáles. En la iglesia existen diferencias en asuntos secundarios de la fe que no surgen necesariamente de un estudio incorrecto. ¿Cómo entender y reconocer esta realidad? Este punto quizás sea muy profundo para un recurso introductorio, pero me hubiera gustado verlo abordado de alguna manera.

Profundidad bíblica y devoción
La autora reconoce dos campos en el mundo cristiano: el de mucha devoción, pero poco conocimiento teológico; y el de gran conocimiento teológico, pero poca devoción. Estos campos suelen estar en guerra el uno contra el otro (p. 18). Se juzgan mutuamente por sus carencias. Sin embargo, la autora —a pesar de su gran conocimiento bíblico, preparación académica y amor por el estudio profundo de la Biblia— no cae en el error de mirar con desdén a la generación de líderes que no le dio esa instrucción. Al contrario, reconoce el valor de la pasión por Dios que heredó de ellos:

Necesitamos profundidad bíblica, pero quienes la buscamos con ansias también necesitamos esa devoción y compromiso con el evangelio que caracterizó a los individuos y a la generación anterior (p. 22).

Es compartiendo esta misma convicción que puedo decir que la Biblia para todas es un excelente recurso para añadir profundidad bíblica a nuestra devoción al Señor. En el libro encontramos principios y herramientas útiles para estudiar toda la Escritura por nosotras mismas, a fin de conocer mejor al Señor e imitarlo como hijas amadas (Ef 5:1).

 

Fuente:
Natacha Glorvigen

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