Los judíos se preparan para festejar este fin de semana (del 19 al 21 de mayo) el Shavout, en la cual conmemoran la entrega de la Torá por parte de Dios a Moisés, en el Monte Sinaí.
Shavuot es el segundo de los tres festivales bíblicos de peregrinos, después de Pesaj (Pascua) y antes del festival de otoño de Sucot (la Fiesta de los Tabernáculos), cuando todo Israel subió a Jerusalén para adorar en el Templo en el Monte Sión.
Shavuot tiene lugar exactamente 50 días (siete Sabbath o días de reposo) después de la Fiesta de los Panes sin Levadura, un momento especial llamado el conteo del omer.
“Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová”. (Levítico 23:16)
Unos pocos versículos después, Dios instruye a los hebreos a recordar al pobre y al extraño cuando recogen la cosecha.
“Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón del campo ni recojan todas las espigas que queden de la mies. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor su Dios”. (Levítico 23:22)
El Festival de la Cosecha
Shavuot también es conocida como Hag Ha’katzir (la Fiesta de la Cosecha), cuando los judíos tradicionalmente leen el Libro de Ruth, la historia de la mujer moabita que eligió regresar a Israel con su suegra, Noemí.
“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”, (Rut 1:16)
Cuando la joven viuda sale a recoger la cosecha, se encuentra en los campos de granos que pertenecen al pariente de Noemí, Booz, quien se convierte en su esposo.
Rut luego da a luz a Obed, el abuelo del Rey David, colocándola en la genealogía del Mesías de Israel, de acuerdo con las Escrituras.
Primeros frutos y entrega de la Torá
Los israelitas trajeron los primeros frutos de su cosecha al Templo, inspirando otro nombre para esta fiesta, Hag ha’Bikkurim, el Festival de las Primeras Frutas.
Sus ofrendas sin duda incluyeron las siete especies bíblicas: aceitunas (y aceite de oliva), uvas, trigo, cebada, higos, dátiles, y granadas, todas las cuales se producen abundantemente en Israel en la actualidad.
La comida tradicional para Shavuot son productos lácteos y frutas, celebrando la tierra que fluye leche y miel.
Pero quizás lo más querido para los corazones judíos es la creencia de que Dios le dio los Diez Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí en Shavuot, dando a luz otro nombre, Hag Matan Torateinu (El Festival de la Entrega de la Torá) que dio lugar a la tradición de permanecer despierto toda la noche estudiando Torá.
Otro derramamiento
Comprender todo lo que abarca Shavuot proporciona una base adecuada para lo que sucedió el mismo día en un aposento alto de Jerusalén hace casi 2,000 años, donde 120 seguidores de Yeshua (Jesús) esperaban ser imbuidos de poder desde lo alto.
Es posible que hayan orado acerca de la promesa predicha por el profeta Joel, que el apóstol Pedro describió: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. (Hechos 2:2-4)
Este derramamiento del Espíritu de Dios produjo bastante cosecha: unas 3.000 personas se unieron a los 120 discípulos para convertirse en «testigos de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el fin de la tierra».
Y así sucedió, tal como lo predijo el profeta Joel.
“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueño”. (Hechos 2:17)
La entrega de la Torá (la ley de Dios) representa el pacto entre Dios y el pueblo judío, mientras que el derramamiento del Espíritu Santo dio poder a los primeros seguidores de Jesús para difundir las Buenas Nuevas, a pesar de la persecución.
Muchos estarían de acuerdo en que un derramamiento del Espíritu de Dios es lo que más necesita el mundo invertido de hoy en día, cuando los portadores de las Buenas Nuevas oran por una abundante cosecha de almas.