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Jesús y el gran clamor que abre el cielo

Hebreos 5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Este versículo nos habla de la Palabra hecha vida, del Verbo hecho carne, Jesús Cristo. Nos dice que en los días de Su humanidad, cuando nació en un pesebre por amor a nosotros (un pesebre era una caja donde echaban la comida de los animales), en un establo en Belén de Judea. Conocemos de Belén y ese pesebre porque Cristo les dio valor al pesebre y a Belén, por eso cuando Jesús nace en una vida vacía, Él le da valor.

Cristo pasó treinta años en esta tierra y cuando empezó Su ministerio no hablaba de Dios, Él hablaba del Padre, un Dios de amor, no de condenación, que envió a Su único Hijo, a morir por nosotros.

Continúa diciendo Hebreos 5:7 del Señor Jesús, que ofrecía ruegos y suplicas con gran clamor y lágrimas. El mismo Cristo siendo hombre tuvo que ofrecer. Para nosotros la palabra ofrecer es brindar, pero la palabra que se utiliza en el original se refiere a ofrecer únicamente para Dios, es la misma palabra que aparece en la Biblia cuando dice que Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín (Hebreos 11:4). Ofrecer es conducir nuestra ofrenda a Dios, por eso dice la Biblia que ofrezcamos sacrificio de alabanza.

Miremos a quien ofrecemos nuestra alabanza, porque los fariseos la ofrecían a los hombres, recordemos la parábola del publicano y el fariseo, el fariseo decía: gracias Dios porque no soy como éste, porque yo oro, ayuno, pero él oraba para sí mismo y para ser visto de los hombres, miremos cuando oramos y rogamos para quien lo hacemos.

Hay niveles de ruego, puedo pedir algo que si no me lo da una persona cualquier otro me lo puede dar, por ejemplo, estoy en la casa y pido un vaso de agua a una de mi hijas, si una no me lo da, me lo puede dar la otra o mi esposa. Luego va la súplica, es pedirle a otro algo que solo él puede hacer, pero sigue gran clamor, que dice la Palabra que fue lo que hizo Jesús y si Él lo hizo en su etapa final, nosotros como sus discípulos tenemos que imitarlo. Cristo hizo gran clamor al que lo podía librar de la muerte, El Padre, Él podía, pero si Jesús no muere, no fuéramos salvos.

Temor reverente es que conozco la naturaleza de Dios y reconozco quien es Él y lo que nos pida lo hacemos por amor.

Tres ingredientes para pedirle a Dios:

Lo primero es ofrecer, conducir, guiar hacia Dios, ofrecer a Dios tu ruego, súplica, lágrimas, gran clamor, porque los que con lágrimas sembraron con regocijo segaran.

¿Cómo puedo ofrecer mis lágrimas, cómo irán hacia arriba si lo natural es que se vayan hacia abajo? dice la Palabra en Salmos 84:5-6 “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. 6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques.“

“Atravesando el valle de lágrimas” (es que no se puede rodear hay que pasarlo), lo cambían en fuentes de aguas cuando tus lágrimas caen y las ofreces a Dios, esas lagrimas se van para arriba y se convierten en fuentes. El agua de las fuentes van para arriba y así se cumple los que con lágrimas sembraron, con regocijo segarán (Salmos 126:5).

Hebreos 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;

No dice que aprendió a ser obediente, porque la Biblia dice que Cristo fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Dice aprendió la obediencia, esto es que estamos dispuestos a ceder nuestra voluntad hasta morir al yo, no mi deseo, sino Tu voluntad, es morir a nuestra voluntad para hacer La voluntad del que no envió.

Lucas 23:44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

En Israel la hora se contaba a partir de las seis de la mañana, si era la hora sexta eran las doce del mediodía y si las tinieblas llegaron hasta la hora novena, eran las tres de la tarde, un eclipse total de sol que duró tres horas. Jesús vencía las tinieblas que se instalaron en la tierra cuando estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo (Génesis 1:2). Dios ordena nuestra vida, comida, tiempo, finanzas, la jerarquía en la familia, la llena y quita las tinieblas.

Vacíos a llenar son los vacíos que queremos llenar con vicios, pero mientras más nos hundimos en el vicio más vacía está nuestra vida, es la sed del diablo que nunca se satisface.

Las tinieblas que se mueven nos habla de oscuridad, de ignorancia, de espíritus inmundos, pero Jesús venció sobre todo eso.

Lucas 23:45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.

Ese velo separaba el lugar santísimo, donde estaba el arca y solo entraba el sumo sacerdote una vez al año, del resto del Tabernáculo. Dice la Escritura que se rasgó el velo, Jesús nos estaba dando entrada al lugar santísimo por Su sangre, si Le creemos.

Aprovechemos que por medio de Su sangre tenemos entrada a ese lugar, no nos quedemos en el atrio. Allí había una puerta, esa puerta simbólicamente es Cristo, con fuente de lavacro, luego seguía el lugar santo, pero solo el sumo sacerdote podía seguir hasta el lugar santísimo, por eso la alabanza me tiene que conducir al lugar santísimo, pero si me hace ver al mundo no cumple su función, recordemos que nuestros sacrificios no son carnales sino espirituales.

El atrio es equivalente a la oración.
El lugar santo es equivalente a la intercesión.
El lugar santísimo es equivalente al clamor.

Lucas 23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

Lo último que hizo Jesús en la tierra fue clamar y sus últimas palabras fueron para entregar Su espíritu al Padre.

Lucas 3:21 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,

Jesús comenzó Su ministerio orando, lo terminó clamando y lo continúa arriba intercediendo.

Hebreos 7:25 Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Los tres niveles de oración

Mateo 7:7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

Los tres niveles son:

Pedir. Buscar. Llamar

Mateo 7:8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

-Para recibir hay que pedir.
-Para hallar hay que buscar.
-Para que se nos abra hay que llamar.

Condiciones para pedir

La Biblia dice en Santiago que pidamos con fe porque la fe agrada a Dios, porque si dudas es como el que se va a casar pensando en divorciarse. Para no dudar tiene que haber confianza, tienes que saber que Dios te escucha, que eres hijo, que Dios no actúa por lo que tú y yo hacemos, sino por lo que Su Hijo hizo en la cruz.

Santiago 1:6-7 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.

1era de Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

Pero es pedir de acuerdo a Su voluntad

Condiciones para buscar

Lucas 15:8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

Dracmas eran monedas con las que se hacían collares, para no perderlas. Jesús dice que la mujer la buscó en la casa, parece que se le perdió en la misma casa y dice que la buscó con diligencia.

Para buscar el ingrediente es la diligencia. A Dios hay que buscarlo así, hasta encontrar Su favor, la Biblia dice Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón (Jeremías 29:13).

Lucas 15:9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

Condiciones para llamar

Jesús refirió una parábola que hablaba de la necesidad de orar siempre. Cuando uno comienza a orar a veces se arrecia más la tormenta o pasa mucho tiempo, no tenemos respuesta y nos desesperamos y cuando nos desesperamos se nos desboca la boca.

Lucas 18:1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,

Muchas veces desmayamos porque los que nos rodean nos dicen ya deja eso, no molestes más al Maestro, ya tienes cansado a Dios con esa petición.

Lucas 18:2-9 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

Entonces clamar de día y de noche me lleva a otro nivel.
Pedir me lleva a tener confianza en Dios.
Buscar a ser diligente.

Al final die en el versículo ocho algo que parece fuera de contexto, pero recuerden que hay una venida secreta, donde Jesús se lleva a Su pueblo, dice así porque la gente de fe nos fuimos en el arrebatamiento.

-Pedir está relacionado con la fe y la confianza que tenemos en el Señor.
-Buscar esta relacionado con ser diligentes, indagar e investigar.
-Llamar está relacionado con la persistencia, permanencia y el orar de día y de noche.

Muchas veces pedimos, por ejemplo, alguien puede pedir un apartamento para él y su familia, partiendo de algo que no tiene, esta oración no es está mal, el problema es que se está partiendo de algo que no se tiene, tengo que partir de algo que ya me dieron, por eso mi oración debe ser: Padre, si me diste a Tu Hijo, juntamente con Él me darás todas las cosas. Mi oración no debe ser por lo que no tengo, sino por lo que ya recibimos en Cristo Jesús. Si Dios nos dio lo más valioso que era Su propio Hijo, lo demás son añadiduras.

La oración y el velar nos da fuerza y son el antídoto contra el ser tentados. El tentador tentó a Jesús, pero Él lo venció con la Palabra. Jesús oraba constantemente y Él dijo velemos y oremos para que no caigan en tentación.

La intercesión nos da dirección, nos permite ser personas de confianza del Señor. Ser un buen intercesor es que Dios nos da un puesto de confianza. El intercesor tiene que buscar dirección, indagar, ver que pasa porque todo efecto tiene una causa.

Tu puedes pedir perdón representativo, por lo que otros han hecho en ignorancia, Daniel no pecó, pero pidió perdón por los pecados de Israel.

El clamor nos da la altura, nos permite dar a luz las promesas del Señor.

Creamos que Jesús dijo pedid y se os dará, pero pide con fe, con confianza en Dios. Pero el intercesor tiene que ser alguien que busca estrategias, que indaga. Pero una persona que clama tiene que ser persistente en tocar la puerta y llamar hasta que se te abra.

En una segunda parte hablaremos del gran clamor, es como cuando una mujer está dando a luz y dilata hasta el centímetro número diez, cuando ya la criatura ha coronado y la mujer hace su esfuerzo final para dar a luz. Lo más hermosos es que después de dar a luz se le olvidan los dolores.

Fuente:
Apóstol Fernando Ortiz

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