A través del libro de Mateo, se nos muestra a Jesús como el Mesías, pero un Mesías que vino a servir. Varias cosas nos modela Jesús que podemos aplicar en nuestra vida en cuanto a servicio se refiere. Lo primero es que Jesús no buscaba y no quería ser reconocido por su poder para sanar y echar fuera demonios, sino por su servicio. Esto lo vimos en el mensaje anterior.
En segundo lugar, Jesús demostró que el verdadero servidor tiene poder y autoridad. La gente piensa que ser un servidor es degradarte, y Jesús demostró que el servidor podía sanar y echar fuera demonios. El servidor tiene autoridad, tiene poder. Cuando tú sirves en la casa de Dios, tú tienes que saber que tu servicio te da poder. Tú no necesitas nada más, no necesitas ser reconocido para tener autoridad. En una ocasión, dice la Biblia, que cierta gente trató de sacar unos demonios, y estos les dijeron: Conocemos a Pablo, a Jesús, pero no sabemos quién tú eres. En otras palabras: Puedes venir con el Instituto Teológico y tu Doctorado en Divinidad, y eso no te da autoridad. Pero, el que tiene consciencia de servir, esa persona tiene autoridad para echar fuera demonios y para sanar. Nunca pienses que, si sirves no tienes poder. Jesús demostró todo lo contrario: En el servir, hay poder.
En tercer lugar, Jesús demostró que el verdadero servidor no busca la posición, sino que la posición lo busca a él. Jesús dijo que no le tocaba a él escoger quién se sentaba a la derecha y a la izquierda; eso le toca al Padre, Él va a escoger; y, si querían estar en la lista de los escogidos, llegarían a ella sirviendo. Él les estaba diciendo: Yo soy el servidor; la posición que me va a dar el Padre, es porque voy a la cruz.
Una de las tentaciones más grandes de Jesús, fue cuando Satanás le dijo: Si me adoras, te entrego todos los reinos de esta tierra. Para que aquello fuera una tentación, Jesús no podía ser el Señor de todos los reinos. Jesús no tenía autoridad sobre los reinos porque Adán la había entregado al enemigo. En aquel momento, Jesús todavía no había tomado autoridad; todavía los reinos eran del enemigo. Así que, Jesús tenía dos opciones: Adorarle y obtener los reinos y no tener que pasar por la cruz, o ser obediente y pasar por la cruz para tener el reino. La tentación era difícil porque estaban la salida fácil, y la de un servidor. Y Jesús escogió la salida de servir. No sería al instante el Rey de todo; esperaría tres años y medio, se metería entre medio de la gente, le insultarían, le traicionarían, le escupirían; pero, si eso era lo que quería el Padre que él hiciera, si eso era lo que tenía que pasar para obtener el reino, lo pasaría. El servidor entiende que no busca la promoción o la posición; la posición te busca a ti. Tú pudieras obviar muchos procesos en la vida, pero tú tienes que saber que el servidor tiene que tomar la cruz, dejar que lo vituperen, pero Dios es quien te va a entregar el reino.
En cuarto lugar, Jesús demostró que un servidor no busca la gloria para él, sino para aquel que lo envió. El que sirve no busca crédito para él, sino para aquel a quien sirve. Si tú trabajas para un jefe, para alguien que te paga, no trates de llevarte el crédito; sé agradecido. Aunque el de la idea hayas sido tú, deja que otro sea el que se lleve los aplausos; aunque el trabajo haya sido tuyo, deja que sea aquel a quien tú sirves quien se lleve los aplausos. Jesús no quería la gloria para él, sino para el Padre. Tu momento va a llegar; tu momento llega. No sucumbas a la envidia, pensando que quien debería recibir el crédito eres tú. El que sirve verdaderamente no tiene problema con que otro se lleve la gloria. Cuando tú vives así, Dios se encarga de promoverte.