Una característica positiva del ser humano es la resiliencia, es decir, el poder afrontar las vicisitudes con fortaleza. No es algo nato, sino que es una conducta aprendida. Todos hemos tenido pérdidas durante nuestra vida: muertes, asuntos laborales, asuntos monetarios, enfermedades, malquerencias, pero tenemos dos grandes opciones vitales: o dejarnos hundir en el foso de la depresión o fortalecernos de esa experiencia y seguir.
Quizá una frase que lo resume es Je Maintiendrai, que es el lema de los Países Bajos. Esta expresión francesa quiere decir “Yo me sostendré o me mantendré”. Y por lo que sea, por orgullo, por fe, por convencimiento, por el motivo que encuentre, no deje de esforzarse, de mantenerse. Apóyese en Dios, en su familia, en sus convicciones, pero no se deje caer. La depresión es algo que usted no puede permitirse.
Trate de mantenerse siempre ocupado: Lea, limpie, rece, cocine, juegue, hable, llame a familiares y amigos, duerma, pero siempre trate de hacer algo. Este período no necesariamente tiene que ser estéril. Puede servir para estudiar, para acercarse a Dios, para hacer otras cosas que no se hubiesen podido hacer. Comparta con su familia. Enseñe cosas a sus hijos. Juegue con su perro o gato.
El mensaje final es simple. Cada vida es muy valiosa. Estamos en un período muy convulso, donde nuestra normalidad ha sido hecha añicos, y donde todo lo que conocemos se ha transformado. Tenemos que ver el mundo como si fuese otro, desde las ventanas de nuestros hogares, luchando contra un enemigo silente. Como si fuésemos presos. Pero eso no es nada. Gracias a Dios muchos tenemos techo, salud y alimentos, pero recordemos que muchos no tienen esas cosas, y debemos rezar por ellos.
Este artículo se escribe en el marco de una pandemia que ha causado miles de muertos. Ha provocado billones de dólares de pérdidas en la economía mundial. Ha desnudado la fragilidad de nuestros sistemas políticos y económicos, al igual que la hipocresía de nuestra sociedad. Pero el mensaje, con crisis o sin crisis, sería el mismo: sosténganse. Los necesitamos a todos y cada uno, ya que todos somos hijos de Dios, y todos somos relevantes en nuestras familias, trabajos, comunidades religiosos y demás grupos donde interactuamos.