LEVITICO 2:11-12 Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura; porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para Jehová. 12 como ofrenda de primicias las ofreceréis a Jehová; mas no subirán sobre el altar en olor grato.
En el texto que hemos leído vemos que en las ordenanzas para los sacrificios y las ofrendas el Señor dejó establecido que para las ofrendas que eran quemadas en el altar, es decir las que eran para ofrecer olor grato al Señor, no tenían que llevar dos elementos: NI LEVADURA, NI MIEL.
- La levadura es un hongo que leuda, corrompe la masa y la hace crecer al fermentarse.
- La miel es atrayente para muchos insectos que podían corromper las ofrendas para el Señor.
En la actualidad estos dos elementos que el señor no quería que estuvieran en sus ofrendas de olor grato podemos aplicarlos a la iglesia de hoy, que muchas veces solamente están enfocadas en el crecimiento numérico, en tener grandes asistencias, pero sin importar si son de olor grato para Dios.
Las dos palabras de la levadura y la miel son dos palabras principales en muchas iglesias hoy en día: CRECIMIENTO Y ATRACCIÓN, queremos crecer y ser atrayentes, pero ¿seremos agradables a nuestro Dios?
I) IGLESIAS DE LEVADURA: Muchas iglesias hoy en día están contaminadas con la levadura del crecimiento hacia arriba: es decir el crecimiento numérico, el crecimiento estadístico, pero posiblemente descuidando el crecimiento de la raíz hacia abajo, el espiritual, establecidos en el fundamento de Cristo, de la sana doctrina del Señor.
La levadura del crecimiento nos lleva a buscar solamente el crecimiento numérico de las congregaciones por medio de eventos cristianos, shows, comidas, artistas, etc., pero se nos han olvidado dos cosas muy importantes que todo pastor tiene que comprender:
a) Las personas andan buscando a Jesús (Juan 6:24) Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
b) El crecimiento lo da Dios, no los artistas ni los llamados grandes apóstoles (1 Corintios 3:6) Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
II) IGLESIAS DE MIEL: Muchas iglesias están usando el mensaje de la miel para atraer a muchas personas, y ¿cómo es el mensaje de la miel? Es no señalar el pecado, no hablar de arrepentimiento, no mencionar el infierno, no exhortar a la congregación a un cambio de vida.
En lugar de eso solamente se predican sermones de prosperidad, motivacionales, cambiando la palabra de Dios por charlas motivacionales, muy entretenidas pero que no edifican espiritualmente.
También a los pastores que usan la táctica de la predicación de la miel se les ha olvidado algunas cosas muy importantes:
a) Nuestro Señor Jesús predicó sobre el arrepentimiento (Mateo 4:17) Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
b) Los apóstoles predicaron sobre el arrepentimiento como un elemento indispensable para la salvación (Hechos 3:19) Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
c) Nuestro Señor Jesús habló más sobre el infierno que cualquier otro en la Biblia (Mateo 18:9) Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
d) Reflexionemos: ¿De qué sirve tener toda la motivación para triunfar, para tener mucho dinero si al final vamos a condenación? (Mateo 16:26) Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
CONCLUSIÓN: Dios no ha llamado a la iglesia a ser levadura o miel en el mundo, sino sal para preservar al mundo del pecado y luz para llevar a otros al conocimiento de cristo Jesús (Mateo 5:13-14) Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres, Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.