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Fe y prudencia

Hace un tiempo atrás, alguien me preguntó si tenía seguro de vida. Mi respuesta fue que sí, y la persona me dijo que entonces yo no tengo fe; me dijo que comprar un seguro de vida es una declaración de que te vas a morir. Y es que hay gente que no puede entender el balance entre tener fe y tener prudencia. Por eso es que hay mucha gente fracasada económicamente. Tú tienes que tener fe, y tienes que ser prudente, para poder tener los resultados que tú deseas. De lo contrario, lo que haces es dirigirte hacia un desastre económico. Todos nos vamos a morir, con seguro o sin seguro; el seguro es prudencia, por si sucede antes de lo esperado.

Es un grande reto hablar de prudencia porque es algo que no se puede enseñar. Puedes enseñar valores, etiqueta, pero prudencia es algo que tenemos que aprender por nosotros mismos; es saber qué decir, cómo y dónde. Lo que es prudente en un lugar, no necesariamente lo es en otro. Puedes hacer un chiste entre un grupo de amigos, y eso es prudente; pero ese mismo chiste no necesariamente puedas hacerlo en otro lugar. Y mucha gente hoy, no tiene éxito económico, no porque no tengan fe o Dios no quiera hacer grandes cosas con ellos, sino porque no han sido prudentes en sus decisiones. Piensan que la prudencia es falta de fe; pero la prudencia, económicamente hablando, no es falta de fe, sino planificación económica.

En Mateo 25, vemos la parábola de las diez vírgenes; cinco prudentes y cinco insensatas. Las diez tenían fe de que el esposo iba a llegar; las diez salieron al lugar donde el esposo las iba a buscar. La gran diferencia no fue la fe ni el lugar al que fueron, sino que solo cinco tomaron las acciones pertinentes, prudentes, para estar preparadas para el gran evento. Muchos hubieran dicho que las que llevaron aceite extra no tenían fe, que no hacían lo correcto; que si tuvieran fe, no se prepararían de esa manera. Algunos dirían que el hecho de llevarse aceite extra lo que decía era que pensaban que tardaría más de lo esperado y provocarían que eso pasara en su vida; sin darse cuenta que aquella acción que para algunos parecería excesiva, de más, era la acción prudente. Y vemos el resultado: Las prudentes obtuvieron aquello que las insensatas no. Y lo peor fue que se cerró la puerta.

Muchas veces, no nos damos cuenta que oportunidades financieras se cierran delante de nosotros, por no haber ejercido la prudencia. No nos damos cuenta que decir lo incorrecto puede cerrar una puerta, una oportunidad que pudieras tener en un futuro. Con tu actitud, puedes abrir una puerta delante de ti para tu futuro; mientras que, con tu imprudencia, puedes cerrarte puertas que nunca más se vuelvan a abrir.

Lamentablemente, el no prepararse y tomar las decisiones correctas, provoca que muchos tengan desastres económicos y que se cierren las puertas a la libertad económica que Dios tiene para sus vidas. No se trata de falta de fe o de que la promesa de Dios no se vaya a cumplir en tu vida, sino de que tus malas decisiones y tu imprudencia provocan el desastre económico y que se te cierren las oportunidades.

La prudencia es algo que no se puede enseñar, pero hay principios que puedes aplicar. Para ser prudente, tienes que saber que la prudencia es tomar las decisiones correctas en los momentos precisos, con sabiduría e inteligencia. Prudencia es actuar con tranquilidad, refrenar tus emociones para que sea tu espíritu quien dirija tus decisiones. Cuando tú tienes prudencia, miras el futuro y sabes que has preparado para cualquier emergencia a tu alrededor, que estás listo para que tu fe continúe en acción. Las diez vírgenes recibieron el anuncio de que el esposo vendría, no llegó inmediatamente, sino que tomó un tiempo para prepararse. Por lo tanto, el hecho de que tenían aceite en sus lámparas y que tenían extra, les dio la oportunidad a las prudentes de continuar actuando en fe.

Cuando una persona logra ahorrar algún dinero, no nos dice que esa persona no tenga fe; se está preparando para un momento difícil, pero no es que lo esté atrayendo a su vida. Los problemas te van a llegar, y el hecho de estar preparado, el haber sido prudente de antemano, te da la oportunidad de seguir ejercitando tu fe durante los momentos de crisis, de dificultad, para que las oportunidades no se pierdan.

Ahora, para tú ser prudente, tienes que aprender a tener discernimiento. No puedes tener prudencia económica si no eres capaz de discernir los momentos económicos en los que te encuentras. Hay momentos para trabajar, esforzarte, luchar, momentos para descansar, momentos para invertir, momentos para ahorrar. Nadie puede darte un patrón exacto de dónde y cómo debe ocurrir esto en tu vida, pero debe despertarse en ti ese discernimiento espiritual, que te diga qué hacer con lo que tienes en tu mano. Tú no puedes ser prudente, sin discernimiento; el Espíritu Santo te ayuda a entender el momento que estás viviendo.

En segundo lugar, para tener prudencia en tu vida, tienes que recordar los errores pasados. Muchas veces, te vas a encontrar en situaciones que se van a repetir; la vida es cíclica; pensamos que todo es nuevo, pero siempre nos vamos a encontrar repitiendo momentos similares; quizás no con la misma persona o en el mismo lugar, pero la experiencia es similar. Por lo tanto, tu aprendizaje de tus errores del pasado, te hace tener prudencia hoy, porque ahora entiendes que tus decisiones tienen ciertas consecuencias; así que ahora actúas con la prudencia necesaria para que no te vuelva a ocurrir; ahora entiendes que tu prudencia es vital para tú tener nuevos resultados.

Por último, para ser prudente, tienes que aprender a analizar y abordar correctamente las nuevas oportunidades que tienes delante de ti, para identificar qué se requiere de ti para alcanzar el éxito en este momento; determinar qué cosas podrían salir bien, qué podría salir mal, y cómo puedes prepararte para tomar las decisiones correctas ante lo que acontezca.

Nunca vas a estar totalmente preparado; siempre hay algo que tienes que hacer por fe; pero vivir por fe no justifica tu imprudencia. Si eres prudente económicamente, puedes estar seguro de que tú vas a tener grandes resultados.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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