
Inspirado en un mensaje del Apóstol Guillermo Maldonado (Iglesia El Rey Jesús, Miami)
Lucas 21-11 | Hechos 15-8 | Apocalipsis 12-10-11
Vivimos días donde el reloj profético avanza rápidamente. Ya no hay tiempo que perder. Como dijo el apóstol Guillermo Maldonado, esta es nuestra última oportunidad para vivir por fe auténtica y ser verdaderos testigos de Jesucristo.
Jesús no nos llamó a ser religiosos, ni asistentes de banco. Nos llamó a ser testigos con poder sobrenatural (Hechos 1:8). Un testigo no es alguien que solo repite lo que oyó, sino alguien que ha visto, vivido y experimentado a Cristo en carne propia. Eso transforma. Eso marca.
“Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).
La fe con poder produce testimonio
La iglesia de hoy necesita volver al poder original. Muchos se han vuelto expertos en crítica, pero no en frutos. La gente sin poder vive juzgando; la gente con poder vive testificando. El testimonio genuino siempre va acompañado de milagros, señales y maravillas (Hechos 2:43).
Como en Mateo 21:14, Jesús sigue sanando. Como en Mateo 4:20, sigue llamando. Pero solo los testigos responden. Solo ellos entienden que el testimonio no es un accesorio del evangelio: es el corazón del mensaje.
“Y nos mandó que predicamos al pueblo, y testificamos…” (Hechos 10:42)
Tu historia es tu mensaje
El poder del testimonio está en lo que has vivido. En lo que viste, oíste y sobreviviste. En tu prueba, tu quebranto, tu restauración. Cada testigo verdadero tiene una historia detrás. No hay gloria sin proceso. No hay autoridad sin evidencia.
Pablo, en Hechos 9:1-9, pasó de perseguidor a predicador por un encuentro sobrenatural con Jesús. Esa es la clase de testigo que el cielo busca hoy: los que tienen marcas, cicatrices, pero también victoria.
Testigos hasta el fin
En estos tiempos finales, el evangelio será predicado no solo desde púlpitos, sino desde testimonios vivos.
“Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron…”
(Apocalipsis 12:11)
Los que vencen no son solo los que predican, sino los que viven lo que predican. Es tiempo de dejar la pasividad. Es hora de alzarse con el poder.
Oración final
Señor, despierta en mí la pasión de un verdadero testigo.
Hazme vivir por fe, hablar con autoridad y predicar con evidencia.
Que mi vida sea un testimonio vivo de tu poder.
Que mi historia inspire y mi voz no se calle.
Hoy respondo al llamado: ¡Aquí estoy, Señor!
En el nombre de Jesús. Amén.