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Vivimos en un mundo económico.  A veces pensamos que los cristianos no deberían entrar en este tema, pero la economía entra en ti, lo quieras o no.  Y tú tienes que aprender a manejar tus finanzas, tus números.  Tienes que entender la importancia de exponerte a la economía, saber cómo manejarla, y cómo manejar tus emociones en torno a ella; Porque la economía es algo que puede afectar tu familia, tus relaciones, e incluso tu relación con la iglesia, y hasta con Dios.

Cada país vive diferentes situaciones económicas, al igual que diferentes culturas.  Encuentras diferentes gobiernos, diferentes leyes bancarias, diferencia en la forma de operar la banca.  Cuando una cierta línea de restaurantes de comida rápida intenta entrar a Asia, era tal el choque cultural, que las personas compraban por la ventanilla, y entraban y se sentaban a comer adentro; No entendían el concepto.  Damos por sentado que los patrones y las culturas son entendibles, pero este no es el caso.  Las personas piensan diferente en los diferentes países.  Hay que adaptar el concepto de la experiencia vivida.

Algo que sí es común, es que todos queremos que nuestra experiencia sea mejor.  Y esto es trascendental cuando pensamos en emprendimiento.  Como emprendedor, tú tienes que hacer que la experiencia vivida por tu cliente sea mejor.  Es con esto en mente que tú creas entonces una nueva y mejor experiencia.  El cliente quiere sentirse importante, respetado.  Puede haber diferencias en idiomas, en culturas, pero cuando ambas partes se benefician, se hace todo lo posible por conectar.

Además, a pesar de las diferencias, el problema y las necesidades son los mismos.  Hay una necesidad intrínseca que tenemos todos los seres humanos y que tenemos que resolver: Sobrevivir.  Esto es lo que el ser humano ha tratado siempre.  Ahora bien, cuando logras llevarlo de sobrevivir a vivir, hacerlo en excelencia y llevarlo a trascender, que es cuando algo permanece para otras generaciones, empiezas a subir esa escalera natural que debemos ir subiendo.  Esa necesidad de salir de la sobrevivencia a empezar a crear algo que tú puedas vivir, disfrutar, crear algo que puedas multiplicar y que trascienda a generaciones, no solo es un llamado de todos los seres humanos, sino que podemos ir al Génesis y decir que es un llamado desde el principio.

La pregunta que muchos hacen es: ¿Por qué debemos nosotros hablar de finanzas y emprender?  Y la respuesta es que es natural.  Está en la Biblia en el Génesis: Multiplícate y fructifica.

Otra pregunta que la gente se hace es si un creyente debe emprender, si cabe esa mentalidad de emprendimiento dentro de la fe que se profese.  Si nos vamos al principio de cualquier fe, su base es: Crece, multiplícate, da fruto.  Hemos asociado el término emprendercon un negocio o empresa, pero el término realmente se refiere a emprender algo, a comenzar algo.  Cuando tú emprendes un camino, tú comenzaste a caminar.  Así que, si la pregunta es si debes emprender, la respuesta es: Todos los días.  Inclusive, si trabajas en una corporación o empresa, si tienes un empleo –lo cual es el caso de la mayoría, es lo que nos enseñaron – cada día tú deberías levantarte a emprender lo mejor de ti en esa empresa.  De hecho, cuando hablamos de emprendimiento, no hablamos únicamente de dinero; Tú emprendes también tu vida matrimonial, por ejemplo, y hay unos principios que gobiernan el emprender cualquier área de tu vida; Principios generales que puedes aplicar para el comienzo de una empresa, de un matrimonio.

La palabra empleado, por definición, implica utilización; Cada día tú decides si emprendes algo o eres utilizado para algo.  Ninguno de los dos está mal, es solo que entiendas que son dos  modelos, y que aun si estás empleado, tú debes querer emprender y crecer en tu lugar de trabajo.  Existe lo que hemos llamado emprendedores corporativos, que son aquellos que están en una empresa y emprenden.  Y, si tú tienes una base de fe, tu llamado es a multiplicar, a fructificar, a sojuzgar y a dominar.  Todas están lejos de lo que es el sometimiento; Y, cuando tú no emprendes, te sometes a lo que la vida traiga.

Si tú has entendido que tienes que emprender, lo primero que debes tener es consciencia de espíritu.  La Palabra no solo nos habla en términos espirituales, sino en términos que podemos aplicar en lo material, a la vida diaria.  Cuando hablamos de que el espíritu te redarguye, es que el dentro de ti, tu ser te habla.  Dentro de ti hay un espíritu de ganador, de emprendimiento.  No lo apagues por lo que el mundo dice.  Dentro de ti, tú sabes que tú puedes más, que mereces más, que tu familia merece más.

Una vez tú decides emprender, identifica cuál es tu fortaleza, no solo algo que hagas bien, sino algo que también te guste, que sientas pasión por ello.  Hay cosas que haces bien, pero que no te apasionan.  Cuando tú quieres emprender, emprendes con más deseo, enfoque, y puedes dedicarte más, si vas al área que te apasiona.  En el camino, vas a tener que hacer cosas que quizás no te apasionen tanto.  Un conferencista tiene que viajar regularmente, y no necesariamente esto sea algo que le apasione hacer; Las escalas, los retrasos, todos los inconvenientes; Pero le apasiona llegar a la gente con su mensaje.  ¿Qué es eso que estás haciendo, que quieres lograr, que sabes que cuando lo hagas tendrás satisfacción?  Eso es lo que te va a mover.

En segundo lugar, si alguien ha pasado ya por el camino, no reinventes la rueda.  Mira el proceso y aprende de él.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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