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El sueño de Dios

En Génesis 41, se nos narra el momento en que Faraón tiene un sueño que agita su espíritu, y manda a llamar a los magos de Egipto. Entonces, el copero recuerda cuando tuvo un sueño que José interpretó. José es un joven que, a sus 17 años, tuvo grandes sueños que provocaron la envidia de sus hermanos, quienes lo vendieron. José soñó que había visto 11 manojos de trigo que se doblaron delante de él. Desde ese momento, comienzan a desencadenarse un sinnúmero de eventos, y 13 años después, observamos a José llegando al lugar que Dios le había prometido.

En Génesis 42, observamos a José frente a sus hermanos, quienes se doblan delante de él, y es en ese momento que José se acuerda del sueño que había tenido. Esto nos dice que él no estuvo trabajando en el sueño por 13 años. José no estuvo enfocado 13 años en su sueño, pero alcanzó su sueño; porque, cuando el sueño es muy grande, no hay nada que tú puedas hacer para llegar allí, si no es Dios quien dirige tu vida para que tú puedas llegar. No había manera de que José pudiera llegar; él era judío, israelita, de la tribu de Jacob. ¿Cómo podía él posicionarse para llegar a ser el primer ministro de Egipto, naturalmente hablando? Cuando tu sueño es un sueño divino, un sueño de Dios, no hay nada que tú puedas hacer para llegar allí; no hay nadie que tú conozcas, no hay nada que puedas poner en tu resumé; solo la mano poderosa de Dios te puede llevar al lugar que Él te prometió, porque no es tu sueño, sino el sueño de Dios en el que tú participas.

Tú tienes que aprender a ser parte del sueño de Dios, no tratar de que Dios sea parte de tu sueño. Tú participas dentro del sueño de Dios, no Él en el tuyo. Cuando tú tienes un sueño que es tuyo y te tiran al hoyo, estás buscando cómo salir, estás buscando una escalera, una soga, o echas culpas, condenas a otros, buscas manera de escapar; Dios tiene un sueño para tu vida y te desesperas, pensando en todo lo que tienes que hacer para que se cumpla. Pero nunca vemos a José haciendo nada para alcanzar su sueño, sino que simplemente lo vemos confiando en el Dios que le había dado un sueño en el cual él iba a participar.

Los que tenemos sueños grandes sabemos que no hay nada natural que podamos hacer; simplemente, tenemos que dejar que la mano providente de Dios nos lleve al lugar correcto, con la gente correcta, en el momento correcto. Por eso, cuando llegan complicaciones, si te tiran en el hoyo, no piensas como piensan tus hermanos. Cuando los hermanos de José le pusieron en el hoyo, dijeron: Vamos a ver qué será de sus sueños. Esto, sin darse cuenta que nunca fue el sueño de José, sino el sueño de Dios. Qué grande cuando tú vives en el sueño de Dios para tu vida y no en tu sueño; porque, cuando tú vives en tu sueño, siempre en las noches tendrás pesadillas; pero, cuando vives en el sueño de Dios, sabes que no importa si estás en el hoyo, en la cárcel, hay una mano que está obrando a favor tuyo detrás de todo, y todo lo que está pasando terminará obrando a tu favor.

Tú no debes estar desesperado porque estás en el hoyo o en la cárcel. El Dios al que tú le sirves es capaz de cambiar todas las cosas; confía en que su mano providente te ha de llevar al lugar correcto, preciso, donde Él te tiene que llevar.

No hay sueño de Dios que no se cumpla en tu vida. La ansiedad que sufren muchos es simple; se preguntan: ¿Qué será de mis sueños, en medio de esta crisis? Si es tú sueño, es entendible que te preocupes; pero, si es el sueño de Dios, puedes estar tranquilo; aunque pase mucho tiempo, cuando llegues, dirás: Esto era lo que Dios siempre había pretendido para mi vida. Pronto llegarás a un lugar donde tú podrás decir: Me acuerdo que esto fue lo que Dios me prometió, esto fue lo que Él habló para mi vida, esto fue lo que Él dijo.

Ahora bien, esto no quiere decir que no te corresponda hacer nada en el camino. Lo que haces es lo que hizo José: Desenfocarte de ti y enfocarte en otros. ¿Quieres vivir una vida inamovible? Tienes que cambiar tu enfoque de tu problema, entendiendo que, en medio de tu problema, tú eres bendición para alguien que no sabe cómo salir de su problema. ¿Por qué razón la gente es tan egoísta? Porque no creen que Dios está trabajando a favor de ellos, así que tienen que trabajar ellos a favor de sí mismos. Tu enfoque tiene que estar en que, lo que Dios dijo que te iba a dar, Él te lo va a dar.

La realidad es que tú hoy has alcanzado cosas que tú ni sabes cómo han sido, y es que ha sido la mano providente de Dios la que te ha llevado a donde estás hoy. Si tú te hubieras roto la cabeza tratando de alcanzarlas, cualquier problema que llegara a tu vida te hubiera desesperado, te hubiera puesto ansioso. Aquellos que realmente aprendemos a confiar en la mano providente de Dios, no nos enfocamos en nosotros, sino en cómo podemos ser solución para la vida de otros en medio de nuestra crisis.

Vemos a José metido en la casa de Potifar, y vemos cómo la casa de Potifar prospera porque José está allí. José pudo haber asumido una actitud de que si él estaba allí preso, pues no iba a hacer nada y no le importaba lo que pasara; pudo haberse puesto a trabajar en su sueño. Muchos dejan de trabajar en una empresa para trabajar ellos en su empresa, la cual ellos no han sido llamados a tener, simplemente porque les da envidia por estar trabajando para otro; sin darse cuenta que el mayor progreso en tu vida ocurre cuando sirves en el lugar en el que estás. Dios te prospera en el lugar en que estás; es Él quien se encarga de abrirte puertas, de llevarte al lugar correcto. Pero, mientras estás tratando tú de alcanzar tus sueños, cuando eres tú quien los buscas, te desesperas. Tu plan y tu trabajo deberían ser ver cómo ayudas, cómo bendices al que está a tu alrededor, cómo le solucionas el problema al que está a tu alrededor.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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