Este es el asunto principal que estamos tratando: nuestro sumo sacerdote está sentado en el cielo a la derecha del trono de Dios, y sirve en el Lugar Santísimo, el verdadero lugar de adoración que fue hecho por Dios, no por los seres humanos. Hebreos 8:1
Sustancialmente vemos en resumen la declaración escrita por el autor de Hebreos, los cristianos tenían un Sumo Sacerdote como el que necesitaban, haciendo referencia en Aarón. Cristo asumió la naturaleza humana, se manifestó en la tierra y ahí se dio como sacrificio a Dios por los pecados de su pueblo. No podemos acercarnos a Dios, o presentarle nada, sino en Cristo y a través de Él, dependiendo de sus méritos y mediación.
En toda obediencia y adoración debemos mantenernos cerca de la Palabra de Dios que es la norma única y perfecta. Cristo es la sustancia y la finalidad de la ley de la justicia. Pero el pacto fue hecho con Israel como nación, asegurándoles los beneficios. Las promesas de todas las bendiciones espirituales y de la vida eterna reveladas en el evangelio y garantizadas por medio de Cristo, son de valor infinitamente mayor para todos.
Gracias a nuestro Dios porque tenemos un Sumo Sacerdote idóneo allá en los cielos, que intercede en todos por el gran amor consumado en la cruz del calvario, un sacrificio único e irremplazable para nuestra indefensa condición. Jesús sirve en el verdadero tabernáculo que levantó el Señor, el verdadero, hecho por Dios, del cual el tabernáculo terrenal es una copia, hecha por el hombre. Dios rico en amor y misericordia.