La vida está llena de desafíos, incertidumbre y momentos de angustia, pero la Palabra de Dios nos da una promesa firme: «Bueno es el SEÑOR, una fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en Él se refugian» (Nahúm 1-7). Esta declaración nos recuerda que Dios no solo es nuestro protector, sino que también distingue a los que verdaderamente le pertenecen.
En medio de las tormentas de la vida, los hijos de Dios tienen un refugio seguro. No se trata solo de un escape temporal, sino de una fortaleza espiritual donde encontramos paz y dirección. En 2 Timoteo 2-19, se nos dice que «El sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: ‘El Señor conoce a los que son Suyos’…». Esto nos habla de una seguridad inquebrantable: Dios nos conoce, nos cuida y nos guarda en su amor.
Sin embargo, hay una condición: «Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor.» No basta con decir que buscamos refugio en Dios; debemos vivir conforme a su voluntad, alejándonos de todo lo que nos aparta de Él.
Los que son suyos tienen la certeza de que, aunque el mundo tiemble, su refugio está en el Dios Todopoderoso. La confianza en Él no es en vano, porque su amor y fidelidad son eternos. Así que, en tiempos de angustia, temor o incertidumbre, recordemos: el mejor lugar donde podemos estar es en las manos del Señor. Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46-1- Gracia y Paz.
