Las palabras que en algún momento podamos decir tendrán el efecto de edificar o derribar, pueden alegrar o entristecer a alguien. Generalmente los conflictos inician con un comentario o una palabra fuera de lugar, allí es manifiesto el momento erroneo por la falta de dominio propio, y esto enseña la Biblia: Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. Santiago. 3:2
La Palabra por igual nos enseña que debemos poner atención a lo que decimos para no pecar. Que al meditar en su Palabra y alinear nuestro pensamiento a sus principios, nos llenemos de palabras de cordura y sabiduría. Entonces, entre más obedecemos su Palabra, más evitaremos caer en el pecado.
Mantengamos la cordura bajo de la dirección del Espíritu Santo y podamos tener conversaciones sanas con nuestros amigos y hermanos, ofrezcamos a Dios sacrificio de alabanza, fruto de labios que confiesan solo Su Nombre…, Evita las conversaciones inútiles, que solo llevan a una conducta cada vez más mundana. 2 Timoteo 2:16. Que el amor y la gracia de nuestro Dios te bendigan en este día, Amén.