Los dones espirituales tienen sus propósitos qué cumplir. La Biblia habla de la perfección de los santos. Dios dice que estamos aquí para perfeccionar a los santos.
“11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,” Efesios 4:11-12
Una mejor palabra para perfeccionar, es adiestrar, equipar. Lo que hacemos es para equiparte para la obra de Dios, para esta tierra, para tu trabajo. La iglesia no debe construir líderes para la iglesia, sino para la sociedad; Para que nuestra sociedad tenga gente equipada con las cosas correctas para tener éxito, para hacer lo que tiene que hacer.
Con los dones espirituales, se edifica el cuerpo de Cristo, se construye. Cada vez que sales de un servicio, debes salir construido, edificado, mejor. Luego de años en el Señor, si tú permites que este proceso tenga su efecto en su vida, tu vida debe estar más sólida.
“8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;” Filipenses 3:8-9
Los dones espirituales nos llevan a unidad de fe y conocimiento del Hijo de Dios. Cuando aplicas tu don espiritual, tienes que buscar que todos estemos a la par, unidos. No hay tal cosa como una profecía que te saque de la iglesia, o como una palabra de ciencia que te provoque coraje con un hermano. Si no provoca unidad, unificación, no viene de Dios.
Los dones te llevan a la estatura del varón perfecto.
“13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” Efesios 4:13
Una mejor palabra es madurez. Para que seamos maduros. Para que apliquemos los dones del Espíritu en el contexto de la iglesia, lo que queremos es que todos comencemos a vivir maduramente, sin depender de muchas cosas. Pablo decía que cuando fue niño hablaba, juzgaba y pensaba como niño, mas cuando fue hombre, dejó lo que era de niño. Antes de esto, dijo que las profecías se acabarán, y las lenguas cesarán; Porque cuando no hay un don activo en tu vida, lo único que te sostiene es tu madurez. Tú no puedes depender de la manifestación de un don para toda tu vida, porque no se manifiesta en todo lugar y a toda hora. Tú tienes que depender de tu madurez en el Señor; Y los dones te maduran, no te hacen dependiente de ellos. Tú no necesitas una nueva palabra profética toda tu vida; Con una buena palabra profética, tú puedes vivir toda una vida. Abraham tuvo que vivir años, con una misma palabra profética. Si dependes siempre de un maestro, de una profecía, no tienes madurez. Hay momentos en que tienes que aprender, pero todos los dones que se manifiestan es para llevarte a ser maduro porque, cuando no se manifiesten, aunque sea por un tiempo, tu madurez será lo que te sostenga en tu desarrollo.
Los dones tienen, además, el propósito de llevarte a la plenitud de Cristo. Lo que Dios quiere a través de sus dones es que tú puedas ser conformado como Él, y que puedas vivir la plenitud de Él, que aprendas a ser pleno, a tener todo lo de Dios.
Los dones están, también, para consolarnos. Dios te da palabra de sabiduría, de ciencia, palabra profética, te enseña, trae sanidad a tu vida, te da el don de lenguas, para consolarte. En esos momentos de dolor, de tristeza, de confusión, a través de una palabra, a través de uno de esos dones, Dios te consuela, recibes ministración.
Y por último, los dones sirven para exhortarnos.
“13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; 14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.” Hebreos 13:13-14
Tú ya no debes ir a la iglesia por ti, sino para exhortar a otro. Los maduros vamos a la iglesia porque queremos ser parte de lo que Dios está haciendo en la vida de otros. Cuando llegues a la iglesia, saluda a la gente, únete a la fe de otros para creer con ellos. Tú no vas a la iglesia únicamente para tú crecer, sino para que otros crezcan, para exhortarnos, para ser parte de lo que Dios está haciendo con otros, de cómo Dios nos está levantando.
Usar tu don para exhortar e inspirar a otro es el orden de Dios. Si logramos hacer estas todas estas cosas, nos mantenemos en el orden de Dios.