
Hace muchos años conversaban tres mujeres en el portal de una casa de cierta calle de Bedford, Inglaterra. Hablaban de Dios y de cómo él las había salvado por medio de nuestro Señor Jesucristo, de cómo gozaban ahora de dicha y paz, de cómo él contestaba sus oraciones y cuán maravilloso era su Señor. Tan embebecidas estaban en la plática contándose de Dios y de su Salvador, que no se dieron cuenta de que un hombre se aproximaba más y más hasta poder oír cuanto ellas estaban diciendo.
El vio que estas humildes mujeres poseían algo real y sublime que él no tenía, algo que nunca había sabido y experimentado. Jamás olvidó lo que había oído. Abandonó desde ese día sus antiguas compañías de gente impía y se dio a buscar el tesoro espiritual que aquellas sencillas señoras poseían.
Aquel hombre era Bunyan, que más tarde sería el autor de “El Peregrino” (1678), interesante alegoría de la vida cristiana. ¿Quiénes eran aquellas mujeres? Nadie sabe sus nombres. Simplemente eran mujeres cristianas que estaban dando testimonio, que estaban dejando brillar su luz ante el mundo (Ilustraciones Cristianas Web de Recursos).
El testimonio cristiano es un poder indetenible y es lo más fiable ante aquellos que no creen. Consideremos la naturaleza del poder de un testimonio cristiano teniendo como referencia a la iglesia de los tesalonicenses. Cuanto impacto produce el testimonio cristiano.
EL PODER DEL TESTIMONIO SE ORIGINA EN LO QUE OÍMOS
Un poder más allá de las palabras (vers. 5)
Estamos asistiendo un tiempo donde el evangelio que está recibiendo la gente es un “evangelio de palabras”, mas no de la Palabra. Pablo tenía mucho conocimiento que podía esgrimir para impresionar a los hermanos de Tesalónica. Eso lo hizo cuando estuvo en Atenas y los resultados no fueron muchos.
Cuando tuvo que hacerlo con los Corintios nos dice que lo hizo, no con excelencia de palabras, sino que estuvo con ellos con mucho temor y temblor. Ahora les dice a sus hermanos que el evangelio que ellos recibieron estuvo muy lejos de ser solo palabra de hombres. Creo que este es un aspecto que debe ser tocado más detenidamente.
En un articulo titulado: “¿Por qué es poco probable que la iglesia norteamericana experimente un avivamiento?” el autor dice en uno de sus puntos que algunas iglesias podían estar creciendo, pero sin el poder de Dios, y la razón es porque la mayoría del tiempo las iglesias no están dispuestas a pagar el precio. Las palabras de los hombres podían endulzar la mente, y el ego de las personas, pero eso no significa necesariamente que se está llegando al corazón. Esto es lo que Pablo dice en este texto.
Un poder que viene del cielo (vers. 5b).
¿Cuál es ese poder? Pablo les dice a sus hermanos que el evangelio que ellos recibieron fue “en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…”. Es un poder de arriba, de Dios, a través del Espíritu Santo. El corazón que no es tocado por el Espíritu Santo puede producir decisiones, pero no conversiones. Cuando el texto dice en plena certidumbre se refiere a lo mismo.
Jesucristo había dicho que cuando llegara el otro Consolador convencería a la persona de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8). “Certidumbre” es una palabra que determina la seguridad de nuestra salvación. Mientras que la incertidumbre es lo que genera temor, ansiedad e inseguridad, si somos o no salvos.
La palabra “certidumbre” fue la misma que usó Lucas para hablar del primer tratado, lo primero que escribió. Él dedica su libro a un tal Teófilo y le dice de las cosas “ciertísimas” que habían sucedido entre ellos. Así, pues, la experiencia de nuestra conversión que da origen a nuestro testimonio tiene que estar basado en la declaración de este texto. El evangelio que llegó a nosotros tiene que ir de las palabras de los hombres al poder del Espíritu Santo.
EL PODER DEL TESTIMONIO SE CONFIRMA POR LOS HECHOS
A través de la obra de la fe (vers. 3ª).
La fe de un creyente no puede ser pasiva, debe tener su obra. Esto fue lo que Pablo vio en aquella pujante y transformadora iglesia. El evangelio llegó a ellos en poder y la fe que habían depositado en Dios los llevó a obrar delante de los hombres.
Fue la obra de la fe la que hacía que la gente viera en ellos un cambio de corazón y a su vez aquel ejemplo de fe los llevaba a creer y a buscar lo que ellos habían encontrado. Y ciertamente que la fe nos da testimonio de lo que hablamos, pero la obra de la fe habla de una fe puesta en acción. Esto tiene que ver con ser hacedores de la palabra. Santiago nos ha dicho que la fe sin obras está muerte (Santiago 2:17). La fe debe tener su fruto, eso es su evidencia.
Por medio del trabajo de amor (vers. 3b).
Parecido a la fe, si el amor no va a la acción es solo un sentimiento. Los hermanos de Tesalónica habían experimentado un profundo amor entre ellos, y por sus padres espirituales, entre ellos el apóstol Pablo.
Su dedicación al Señor y la respuesta en obediencia hacia los que los formaron era notoria. Por esta razón fue que Pablo escribió de ellos este hermoso reconocimiento: “acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre …”. Mis hermanos, el amor tiene que ser demostrado. Debe tener trabajo. Una señal distintiva de haber conocido a Cristo es la clase de amor que ahora tenemos. Esto tiene que ser nuestra carta de presentación. Si no se ve esto, no hay testimonio real.
En la constancia de la esperanza (vers. 3c)
Nos sorprende cómo Pablo encontró en los hermanos de Tesalónica lo que les falta a los hermanos de Corintios, a quienes escribió su célebre capítulo 13 sobre el amor verdadero. Esas tres joyas imperecederas: La fe, la esperanza y el amor, eran notorias en ellos. No solo tenían una fe llena de obras, un amor demostrado en el trabajo, sino que además tenían una constancia en la esperanza.
Me gusta esto que Pablo resalta acá. Con mucha frecuencia perdemos la esperanza de ver que sucedan las cosas que más anhelamos. La falta de constancia retrasa la obra del Señor. La falta de constancia en la esperanza nos hace creyentes fríos y sin entusiasmo. Que el modelo de estos hermanos nos cautive. Nuestro testimonio debe ser reflejado en la fe, la esperanza y el amor.
EL PODER DEL TESTIMONIO SE FORTALECE DEL EJEMPLO
Imitando a los que le alcanzaron (vers. 6).
El testimonio de los hermanos de Tesalónica era el resultado de una imitación cercana a quienes se constituían sus padres espirituales. Todo discípulo imita a su maestro y esto es lo que vemos acá. Nada nos da más seguridad en el testimonio como el saber que hombres y mujeres pasaron por la experiencia del encuentro con el salvador y al predicárnoslo hemos comprobado la eficacia y la bendición de imitar el bueno ejemplo que produce el evangelio en el corazón del que lo recibe.
Pero, si bien es cierto que Pablo habla primero que ellos habían imitado a él y sus compañeros, lo más importante es que ellos habían imitado al Señor. El creyente que sigue un proceso de madurez va descubriendo que aun sus maestros tienen fallas, pero que su Señor será su modelo por excelencia. Y los hermanos de Tesalónica habían formado su testimonio bajo el fragor de las pruebas y las dificultades.
Pablo sabía de una gran tribulación que pasaron, pero fue en medio de eso que ellos recibieron la palabra y con gozo en el Espíritu. La experiencia de cómo recibimos al Señor marca nuestras vidas y con ello nuestro testimonio.
Siendo ejemplo para los demás (vers. 7).
Me gusta lo que dijo Spurgeon sobre los hermanos de Tesalónica y el cambio que dieron de tal manera que fueron ejemplos a otros. Esto dijo: “Todo el mundo preguntaba, “¿Qué le ha sucedido a estos Tesalonicenses? Estas personas han quebrado sus ídolos: adoran al único Dios; confían en Jesús. Ya no son borrachos, deshonestos, impuros, contenciosos”.
Ellos pasaron de ser imitadores de sus maestros a ser imitados por la gente donde vivían. El testimonio de ellos brillaba más allá de sus casas. Era un testimonio que era visto para todos los de Macedonia, y aun más allá, hasta los que vivían en Acaya, la provincia vecina.
Mis hermanos, no solo es la iglesia la que califica nuestro testimonio, es la gente donde nos movemos. Si tuviéramos que ser ejemplos para ellos, ¿cómo nos calificarían?
Los hermanos de Tesalónica fueron tan distinguidos por Pablo que cuando escribió a los corintios, señaló que los macedonios eran un ejemplo. Y ¿en qué consistió su ejemplo? En que siendo extremadamente pobres eso no les quitó el gozo de dar para ayudar los hermanos de Jerusalén (2 Corintios 8). Nuestro testimonio predica muy claro.
EL PODER DEL TESTIMONIO IMPACTA A LOS DE AFUERA
Para la divulgación del evangelio (vers. 8)
Este texto revela que una iglesia modelo tiene como prioridad la evangelización del perdido. Observe la forma tan explícita como Pablo sigue hablando bien de esos hermanos de Tesalónica. ¿Por qué fue importante resaltar esto? Tesalónica era un puerto de mar, pero a su vez era una ciudad muy importante de Macedonia.
Esto ponía delante de la historia del cristianismo que, cualquier cosa que se hiciera en Tesalónica era muy seguro que se supiera en toda Macedonia y el resto de Grecia. Por lo tanto, fue necesario que esta iglesia llegara a ser modelo e inspiración a través de la obra de su fe, del trabajo de amor y de la constancia en la esperanza para impactar al mundo de su tiempo.
Cuando la gente llegaba allí, procedente de tantas partes, se encontraron con una iglesia dinámica y totalmente trabajadora. Todos hablan bien de lo que había pasado entre ellos. Hermanos, el testimonio de una iglesia se ve cuando ella está comprometida en divulgar solo palabra de Dios.
Que triste es cuando las iglesias divulgan todo menos la palabra de Dios. Que grandioso es oír esto: “Partiendo de vosotros…”. Somos nosotros los responsables.
Para que sean los demás que hablen de la conversión (vers. 9)
A Pablo le llevaron el buen “chisme” de lo que estaban diciendo otros de los hermanos de aquel lugar. Era tal el testimonio que ellos estaban dando que Pablo dijo anteriormente “de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada”. Esos hermanos eran cosa seria, hasta le habían quitado el trabajo a Pablo. ¿Y qué era lo que se decía de ellos?
Que se habían convertido de los ídolos a Dios. La más clara evidencia de la salvación es cuando vemos que alguien deja los ídolos (sean materiales o emocionales) y se rinden a Dios.
Mis hermanos, esto es lo que la gente necesita ver para que hablen bien de nosotros. Los frutos de la conversión tienen que ser el cambio en lo que éramos y en lo que somos ahora.
El fruto visible del testimonio de mi conversión es que tan pronto conozco a mi salvador, comienzo a servirle como mi Dios vivo y verdadero. Los ídolos son muertos y no son verdaderos.
Y la señal de esa conversión es la esperanza que tenemos acerca de la segunda venida de Cristo. Esto hace a nuestro testimonio creíble. Mi salvación me lleva a hablar de esta esperanza y del juicio que vendrá al mundo.
Uno de los textos hermosos de esta carta es el (vers. 4). No había dudas del testimonio de esta iglesia. Hay iglesias que se constituyen en modelo en su testimonio y esta es una ellas. Pablo no objetó en ningún momento la salvación de esta iglesia.
La llama “hermanos” para ponerse igual que ellos, y para que sepan que todos tienen un solo Dios, el Dios vivo y el verdadero. Pero también los llama “amados de Dios”. Pablo los amaba mucho, pero nada iguala el amor de Dios como padre.
Y, además, Pablo dice que ellos fueron elegidos. La prueba del amor de Dios para aquellos a quienes llama sus hijos es la elección que Dios ha hecho. Cuando todo esto lo ponemos junto se convierte en el gran testimonio que damos al mundo.
Son estas características lo que hace que nuestro testimonio sea efectivo, creíble. Los hombres creerán en Dios en la medida que vean que algo distinto ocurrió en nosotros. ¿Qué tanto impacto está produciendo nuestro testimonio en los demás?