
EZEQUIEL 3:16-17 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 17 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestaras de mi parte.
El Señor le hizo un llamado a un hombre llamado Ezequiel (Dios fortalece” o “Fortalecido por Dios) el cual tenía una misión SER UN ATALAYA PARA SU PUEBLO que se encontraba en el exilio, en Babilonia.
La palabra “ATALAYA” proviene del hebreo y significa “VIGILAR”, “OBSERVAR DESDE LO ALTO”, “ESTAR ATENTO”.
Por lo tanto, podemos decir que atalaya significa literalmente: “EL QUE VELA DESDE LO ALTO”, “EL QUE OBSERVA PARA ADVERTIR DEL PELIGRO”
La función del profeta Ezequiel como atalaya era recibir el mensaje de Dios y advertir al pueblo de lo que venía para sus vidas si no tenían arrepentimiento en sus corazones, su misión era advertir al pueblo por medio del mensaje de Dios para salvar vidas, no para condenar al pecador (Ezequiel 18:23) ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?.
I) DIOS QUIERE QUE SEAMOS BUENOS ATALAYAS PARA SALVACIÓN DE NUESTROS PRÓJIMOS
(2 TIMOTEO 4:1-2) Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Nuestra labor como cristianos es ser atalayas para salvación de nuestros prójimos que no han conocido del Señor, debemos predicar y hablar sin temor de las consecuencias eternas de rechazar la salvación del Señor y de la necesidad de ser salvos de los juicios que vienen sobre este mundo y sobre los pecadores que no se arrepienten (Hechos 2:40-41) Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
II) TENEMOS QUE TENER CUIDADO DE QUE EN LUGAR DE ATALAYAS NOS CONVIRTAMOS EN JUECES DE NUESTROS PRÓJIMOS
(MATEO 7:1-5) No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Tenemos que cuidarnos del peligro de ocupar el lugar que solo le pertenece a Dios: SER JUEZ DE LA VIDA DE LOS DEMÁS.
El atalaya tenía la misión de vigilar y advertir del peligro, no de condenar a las personas. Cuando nos dedicamos a observar la vida de los demás solamente para criticar, señalar o juzgar, dejamos de cumplir nuestra verdadera función espiritual y tomamos el lugar que solo le corresponde a Dios, quien ES EL ÚNICO que conoce las luchas, y las intenciones del corazón de toda persona (1 Samuel 16:7) Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
El Señor nos invita a ser atalayas de nuestros prójimos, pero NO DESDE LA TORRE DEL JUICIO Y DE LA CRÍTICA, sino desde LA MISERICORDIA Y LA COMPASIÓN (Gálatas 6:1–2) Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
FRASE: Ser atalaya no significa tener ojos para condenar, sino tener un corazón para orar y restaurar.
III) DEBEMOS SER BUENOS ATALAYAS DE NUESTRA PROPIA VIDA
(MATEO 26:41) Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
El Señor nos hace un llamado a estar vigilantes para no caer en pecado, para mantener nuestra vida fortalecida en Dios y no dejar entrar a nuestra vida todo aquello que puede dañar nuestra espiritualidad y nuestra comunión con
Dios.
Lastimosamente cometemos el error de estar tan pendientes de la vida de los demás que descuidamos nuestra propia vida (Cantares 1:6) No reparéis en que soy morena, Porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se lanzaron contra mí; Me pusieron a guardar las viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé.
SEAMOS BUENOS ATALAYAS Y CUIDEMOS NUESTRA MENTE DE LA BASURA (Efesios 4:22-23) En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
Los chismes, las murmuraciones y las críticas en contra de los hermanos (Levítico 19:16) No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo soy Jehová.
La pornografia que produce deseos impuros o pensamientos inmorales (Mateo 5:28) Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón.
Comparaciones y envidia, tenemos que comprender que compararnos con otros genera frustración y celos (Santiago 3:16) Donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
SEAMOS BUENOS ATALAYAS Y CUIDEMOS NUESTRO CORAZÓN DE LOS LADRONES (PROVERBIOS 4:23) Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
El resentimiento y el rencor son ladrones que nos roban la armonía de nuestra familia (Amós 1:11) Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor.
Las preocupaciones excesivas y la ansiedad son ladrones que nos roban la paz y la estabilidad emocional de nuestra vida (Lucas 12:29) Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
CONCLUSIÓN: Ser un verdadero atalaya no consiste en juzgar ni criticar, sino en vigilar nuestra propia vida y velar con amor por los demás. Cada pensamiento, cada acción y cada decisión que tomamos debe reflejar integridad, misericordia y fidelidad a Dios. Que nuestra vida hable más que nuestras palabras y que nuestro corazón siempre esté atento a la voluntad del Señor.



