El presente título tiene la única intención de mostrarnos la hombría diseñada por Dios, y lo que toda mujer anhela ver en cada hombre. El diseño original de Dios fue revelarnos a hombres auténticos.
Hombres, Dios nos creó primero para ser “machos”, lo que hoy se diga y se promueva como un cambio de género, no es sino el ataque de Satanás para seguir destruyendo a la familia. Esto debemos enfatizar porque cada vez vemos a hombres queriendo ser mujeres, pero Dios no nos hizo así.
El término “macho” aparece en Génesis 5:2 versiones de la Biblia como la (JBS). El hombre macho es la más completa demostración de Dios para diferenciarlo de la mujer. Pablo nos dirá: “Portaos varonilmente” (1 Corintios 16:13). Dios tiene un estándar y no lo va a bajar, porque somos su especial creación.
Es verdad que algunos hombres han bajado esos estándares porque viven con heridas, algunas traídas desde su niñez, adolescencia y juventud. Sin embargo, necesitamos redescubrir lo que significa vivir para él, porque hay una verdadera crisis de hombría por todas partes.
Ya es hora de levantarnos para vivir según su exclusivo propósito. Vivimos en una sociedad donde hay un caos, porque tenemos hogares viviendo en un caos, y somos los hombres los llamados a poner orden y dirección. Hay hombres con un liderazgo robado y por eso vemos a los hogares en un total caos
El salmo 128 fue escrito pensando en los hombres. De hecho, es un salmo donde vemos lo que Dios espera de cada uno de nosotros. En este salmo encontramos paso a paso las funciones para las que Dios nos formó.
Dios le habla al hombre de una manera individual, a su hombría, y del cuidado que debe tener para con su familia, así como su rol dentro de la iglesia, y por supuesto de su influencia en la sociedad. Veamos esas categorías en el orden como son presentadas por Dios. Consideremos el comportamiento de un hombre de Dios.
I. UN HOMBRE CON UNA DOBLE BIENAVENTURANZA
1. La bienaventuranza de temer a Dos (vers. 1)
Ningún tema es tan importante como el asunto del temor a Dios. Hay hombres que no se toman a Dios en serio. Son muy casuales en su relación con él. Temer a Dios es estar afectado por su presencia. A veces le tememos más a un policía que al mismo Dios, sobre todo si hemos cometido una infracción o si estamos manejando sin licencia. ¿Por qué sentimos temor?
Porque estamos en presencia de una autoridad. ¿Y por qué no le tememos a Dios? ¿No es acaso Dios el todopoderoso? Necesitamos una generación de hombres que estén llenos del temor de Dios, viviendo en total reverencia delante de su presencia. Como no siempre hay temor de Dios en la vida, no lo tomamos seriamente.
Los hombres que traduje
ron la Biblia, conocidos como los copistas, eran extremadamente cuidadosos al momento de escribir el nombre de Yahweh. En algunos casos usaban la palabra “Adonai”, y cuando tenían que copiar el nombre Yahweh, detenían el trabajo, se bañaban, y después venían al siguiente día como una pluma nueva para escribir el sagrado nombre. El temor a Dios es el asunto más serio para cada creyente, pero asistimos a una generación que se aleja del temor a Dios.
2. La bienaventuranza de la satisfacción (vers. 2)
Una de las cosas que Dios desea es estar en el centro de la vida de cada hombre para su satisfacción total. Pero para eso el hombre debe “andar en sus caminos”. Algunas veces nos movemos alrededor de Dios, pero él no es el centro de nuestras vidas. Muchos hombres se mueven como en esas autopistas que son como un cinturón (beltway), corriendo hacia ellos mismos.
Pero Dios no quiere estar alrededor de nosotros, sino en el centro de nuestras vidas. Muchos hombres tienen a Dios como esas autopistas, están cerca de la ciudad, pero a la vez muy lejos de la autopista. Dios quiere estar en el centro de nuestras vidas, no alrededor.
Cuando la vida de un hombre está dañada, daña a su familia; y una familia dañada, daña a la iglesia; una iglesia dañada, daña a la comunidad; y una comunidad dañada, daña a la ciudad. El mismo principio sigue acá.
Una comunidad dañada, daña a todo un país, y un país dañado, daña al mundo. Pero si lo vemos al revés, cuando un hombre teme a Dios y “anda en sus caminos”, el resultado será que todo su entorno le “irá bien”. No en vano esta promesa nos habla de un hombre bienaventurado cuando coma de “el trabajo de tus manos”.
Aplicación: La Biblia habla de ese hombre bienaventurado de acuerdo con el salmo 1, llamándolo “varón”. Bienaventurado es lo mismo que feliz. El salmista dice que ese hombre no anda en consejos de malos, sino que su consejo lo toma de la Biblia.
El hombre que hace eso es como un árbol plantado junto a corrientes de las aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y el resultado de quien vive así es que “todo lo que hace prosperará”.
II. UN HOMBRE CON UNA FAMILIA FRUCTÍFERA
1. Mire la promesa dada a la esposa (vers. 3)
Cuando los hombres tomamos a Dios en serio, eso afecta la totalidad de nuestras vidas, comenzando por nuestras propias familias. Según esta promesa, nuestras esposas llegarán a ser como “una vid fructífera”. ¡Que bella metáfora para ilustrar las bendiciones de una cobertura divina!
Cuando un hombre vive para el reino de Dios y para su gloria, la primera que se cuenta es la esposa. Alguien ha dicho que un hombre no puede esperar tener “una esposa de verano, si él trae el clima del invierno a casa”. El esposo es el llamado para producir la mejor atmósfera de su hogar.
Él debe ser como el termostato de su casa. Esto plantea el rol y la responsabilidad del hombre en el seno de la familia. La resolución de Josué debe ser como la guía para cada hombre: “Escogeos hoy a quien sirváis…pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 20:24). Necesitamos ver a los hombres asumiendo su liderazgo.
Usted se ha dado cuenta que cuando Satanás vino al huerto del Edén, como tentador, no buscó a Adán, sino a Eva; bueno, ya sabemos el resultado de esa visita. Pero cuando Dios buscó a un culpable de lo sucedido, no vino a Eva, sino a Adán. ¿Por qué? Porque Dios le dio al hombre un liderazgo sobre su mujer.
2. Mire la promesa para los hijos (vers. 3b)
Cuando el hombre asume su liderazgo no solo sobre su esposa, sino también sobre sus hijos, estos son los resultados. ¿A qué padre no le gustaría que sus hijos sean “como plantas de olivo alrededor de tu mesa”? ¿Qué significa eso? De acuerdo con la historia del olivo en Israel, esa planta era de gran utilidad para la familia.
Se nos informa que el olivo comienza a dar frutos a los seis años, pero pueden durar hasta dos mil años dando frutos. ¿No es curioso que el salmista haya puesto a la vid y al olivo como una figura para hablar de la prosperidad en la casa, refiriéndose a la esposa y a los hijos? Los hijos como olivos en el hogar son resistentes, fuertes y fructíferos todo el tiempo.
Según los estudiosos del comportamiento humano, la mayoría de los valores y hábitos en nuestra vida, son el producto de la enseñanza dada en los primeros seis o siete años de existencia (igual al tiempo que los olivos dan sus primeras aceitunas), y es allí donde el padre es determinante para sembrar esos valores.
No en vano el aceite de oliva es considerado como uno de los mejores. Pues así son los hijos alrededor de la mesa cuando tienen como guía a un padre responsable. Que nuestros hijos produzcan el mejor “aceite”.
Aplicación: Una de las tragedias de esta generación es la de ver a tantos hijos sin padres y sin la guía de un hombre en el hogar. El hombre es el gran ausente en la vida de muchas familias. Por el contrario, la figura de los hijos alrededor de la mesa es la muestra de un padre responsable.
III. UN HOMBRE COMPROMETIDO CON LA CASA DE DIOS
1. “Bendígate Jehová desde Sion…” (vers. 5)
¿Por qué el salmista introdujo esta parte en su salmo? Porque en la Biblia hay un monte llamado “Sion”, y una ciudad llamada “Sion” (Jerusalén). Pero lo más importante de todo esto es, que arriba de la montaña de Sión hay un edificio conocido como el templo de Jerusalén.
De acuerdo con lo que ya sabemos de la historia bíblica, el templo era el lugar donde cada padre llevaba a su propia familia con el único propósito de adorar a Yahweh, el único Dios de Israel. Para el pueblo judío, el hombre era el encargado de llevar a su familia al templo. La esposa no se levantaba para preguntar a su esposo si iban a ir o no a la casa de Dios.
En la formación de un hombre judío, él era el responsable y el encargado de llevar a sus hijos al templo, hasta que toda la familia pudiera decir: “Yo me alegré con lo que me decían, a la casa de Jehová iremos” (Salmos 122:1). El privilegio de llevar la familia a la casa de Dios era del padre y los hijos crecían con esa visión de autoridad.
¿Por qué tenemos hoy a tantos hijos desconectados de la casa del Señor? Por la falta de padres comprometidos. Aquí tenemos un llamado a los hombres para ser los encargados de dirigir a los hijos en la adoración a Dios. Esa es mi responsabilidad, no de mi esposa. Yo soy el llamado para dirigir a mi familia.
2. “Y veas a los hijos de tus hijos” (vers. 6)
Este texto es hermoso, y es el resultado de todo lo que el salmista ha venido diciendo. El liderazgo de nosotros los hombres trasciende en el tiempo y va más allá de nuestros hijos. Los hombres no solo nos gozamos al ver a nuestras esposas siendo fructíferas como la vid a los lados de la casa.
No solo podemos ver a nuestros hijos siendo como árboles de olivo alrededor de la mesa, creciendo fuertes y siendo de bendición para todos. Pero también nos gozamos cuando podemos ver a los hijos de nuestros hijos (nuestros nietos), creciendo y siendo de bendición para otros.
Esta es una de las más hermosas promesas dadas al hombre. Los que ya somos abuelos y estamos viendo a nuestros nietos caminar en el Señor, confirmamos la extensión de aquella promesa dada a Israel, a la familia y a la iglesia. Dios les confiere a los hombres el ser depositarios de una auténtica prosperidad.
La bendición dada a Israel es también para nosotros, y decimos al igual que el salmista, que la “paz sea sobre Israel”, porque en su paz nosotros tendremos paz. Cuando asumimos nuestro rol de hombres de Dios, de su gloria y de su reino, nos ponemos en la línea de la bendición que Dios le dio a Israel.
Aplicación: La promesa encontrada en este salmo nos revela a un hombre temeroso de Dios, caminando en santidad, siendo muy diligente y agradando a Dios. Quien esto hace, tendrá una bendición familiar: su esposa e hijos serán la fuente de una gran felicidad hogareña.
Pero, además, como un hombre dirigido por Dios, su anhelo es que la iglesia prospere también, porque simultáneamente, al estar preocupado por su propia casa, lo estará por la casa del Señor.
CONCLUSIÓN
Cuando David estaba para morir le ordenó a Salomón su hijo lo siguiente: “Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre” (1 Reyes 2:1-3). Observe que David no le dijo a su hijo: “sé valiente”, como le dijo a Josué. Le dijo: “se hombre”.
Y no es que Salomón no fuera hombre, como lo demostraría después. El llamado era para ser hombre totalmente por el reinado que asumiría después de la muerte de su padre. Hoy el Señor se acerca a todos nosotros y de igual manera nos dice: “esfuérzate, y sé hombre”. ¿Por qué este llamado divino?
Porque nuestras esposas necesitan ver a un hombre en su vida al cual seguir, nuestros hijos necesitan ver un hombre en sus vidas a quien imitar, y nuestras iglesias necesitan ver a sus hombres asumir su posición como líderes de ella.
Sí, que seamos “hombres”, pero hombres verdaderamente machos para cumplir nuestros compromisos, complaciendo primero a Dios, después a nuestras familias y finalmente a la iglesia donde él nos puso.
Cuando Jesús fue sentenciado a muerte, Pilato tuvo una lucha porque sabía de la inocencia de Cristo. Vaciló por un momento, y frente a su cobardía ante el populacho que pedía ser crucificado, no le quedó otra cosa sino presentarlo a todos; y fue allí cuando dijo estas palabras: “He aquí el hombre”.