Según la opinión de muchos filósofos Jesús fue un sabio que abrió caminos para acercarlos al misterio, el humanismo proclama que era un hombre vulgar que estuvo en desacuerdo con su generación, según la ciencia es un mito inventado por aristócratas romanos, según sus seguidores es Dios.
Ya transcurrieron más de dos mil años desde su muerte hasta nuestros días, y durante este período de tiempo también dejaron sus huellas en este mundo personajes muy influyentes para la humanidad como líderes políticos y religiosos, reyes, dictadores, libertadores, filósofos, grandes músicos, pintores, poetas y reconocidos hombres de ciencia. Pero la vida de ninguno de éstos alcanzó la notoriedad que tuvo la de aquel humilde Galileo que dividió la historia en dos.
Es asombroso descubrir que todos los antes mencionados, junto a sus obras e ideales, sumados a parlamentos, ejércitos y feudales, unidos con sus afanes a un todo sin excepción, no han podido obrar en el corazón de los hombres lo que obró siendo tan pobre la única existencia de Jesús de Nazaret.
¿Ha notado cuantas personas son recordadas y admiradas por haber creado una, cinco o diez frases célebres? ¿Mucha verdad? Sin duda! ¿Pero cuántas de estas frases llegaron a la profundidad del alma humana como lo hicieron las emitidas por el líder de los cristianos? A través de las plumas de sus discípulos se eternizaron cientos de sus citas y parábolas. Palabras cargadas del más alto grado de belleza, sutileza, inteligencia y sabiduría.
Y aquellos mensajes y consejos que durante épocas pasadas sirvieron a los hombres para mejorar sus vidas y las relaciones de ellos con los demás hoy se mantienen más vivas y vigentes que nunca, y son millones los que viven influenciados por las enseñanzas que pregonó Jesús hace ya dos mil años.
Tanto es así que el libro que las contiene (La Biblia) es el best sellers más leído en la actualidad. Y por si quedan dudas, solo en los últimos 50 años se han vendido más de 4.000 millones de ejemplares traducidos a 2.300 idiomas y dialectos diferentes.
El éxito de la misión de Cristo en parte estuvo garantizado por la cantidad y calidad de virtudes que él poseía, entre ellas podemos resaltar su humildad, fidelidad, mansedumbre, templanza, pureza, santidad, honradez, bondad, compasión, benignidad, misericordia, autoridad, disciplina, valentía, inteligencia, sabiduría, etc. Esto sin dudas inspiraba admiración y respeto, pero sobre todo credibilidad a sus nuevos seguidores.
¿Es posible que un simple hombre con tan pocos años de vida pudiera reunir tantas cualidades positivas? No lo creo. Pero Jesús no fue un hombre común, y su sabiduría no era de este mundo, él había sido ungido por Dios para predicar las buenas nuevas a los abatidos, a vendar los quebrantados de corazón, a publicar a los cautivos y a los presos apertura de cárcel y a consolar a todos los enlutados ( Isaías 61:1).
Si, ya han pasado dos mil años entre aquel humilde Galileo y nuestros días, pero aún el gran maestro sigue dando cátedras de paz, de amor y perdón. Y aunque no fue un filósofo y mucho menos un científico, sus palabras contienen la combinación perfecta entre filosofía, bondad y ciencia.
Algunos de mis pasajes preferidos:
«El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella». (Juan 8:7).
«Más bienaventurado es dar que recibir». (Hechos 20:35).
«¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?». (Lucas 6:41).
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». (Juan 8:32).