LUCAS 10:29-37 La parábola del buen samaritano es un espejo en el cual cada uno de nosotros podemos ver reflejada nuestra vida cristiana por medio de cada uno de los personajes de la parábola.
En esta parábola encontramos varios personajes: Los ladrones, el hombre que cayó en manos de los ladrones, un levita y un sacerdote, un samaritano y un mesonero.
Nos vamos a dar cuenta que en algunos de esos personas, en sus acciones y en sus actitudes nos podemos ver nosotros mismos reflejados en ellos.
Reflexionemos en cada uno de ellos:
EL SACERDOTE Y EL LEVITA: (VS 30-32) NOS REFLEJAN UNA VIDA CRISTIANA DE APARIENCIAS
El sacerdote y el levita representan a la religión judía, eran maestros de Israel, conocían la ley de Moisés, conocían la palabra de Dios, pero lastimosamente no la practicaban.
Posiblemente no querían contaminarse si la persona estaba muerta, pues serian declarados impuros, posiblemente iban muy apresurados a sus labores o actividades religiosas, y tal como lo dice la palabra, son personas que tienen apariencia de piedad pero no la practican (2 Timoteo 3:5)
Muchos de nosotros como cristianos al igual que el sacerdote y el levita conocemos la palabra, conocemos del amor, hablamos del amor, pero no lo practicamos (Mateo 23:1-3)
El Señor nos llama a vivir una vida cristiana sin fingimiento para el trato con nuestro prójimo (Romanos 12:9)
EL MESONERO (VS 35) NOS REFLEJA A LOS CRISTIANOS QUE AYUDAN PERO BUSCANDO SIEMPRE RECIBIR ALGO A CAMBIO.
El mesonero de la parábola se comprometió a cuidar a ese hombre que estaba herido pero recibiría un pago a cambio de su servicio pues ese era su negocio, pero en el caso de muchos cristianos sí podemos vernos reflejados en el mesonero pues ofrecemos nuestra ayuda, ofrecemos nuestro servicio, nos comprometemos a algo pero buscamos siempre recibir algo a cambio.
Es triste pero es una realidad que dentro de las iglesias hay hombres cristianos que ayudan a las hermanas en Cristo, pero siempre quieren algo a cambio, siempre quieren tomar ventaja de la situación y eso no puede ser así. (2 Timoteo 3:5-6)
Igualmente es lamentable encontrarnos con cristianos a los cuales Dios les ha dado dones para su servicio, que Dios les ha dado preciosos talentos, pero le ponen precio para ponerlos al servicio del pueblo de Dios, tienen tarifas para llevar una predicación, tienen tarifas para ministrar la alabanza, cobran por usar los dones que Dios les ha dado de gracia a ellos, pero tenemos que recordar las palabras de nuestro Señor Jesús (Mateo 10:8)
EL SAMARITANO (LUCAS 15:33-34) NOS REFLEJA UNA VIDA CRISTIANA DE AMOR Y SERVICIO DESINTERESADO
El samaritano no se preguntó si ese hombre que estaba tirado medio muerto era judío, si era extranjero, si era un ladrón, él no se preguntó si ese hombre podría ser su prójimo, el decidió ser su prójimo, el decidió ayudar, decidió hacer una buena obra, decidió hacer un bien a alguien que no conocía.
Muchas cristianos decimos justificándonos a nosotros mismos “Yo no le hago daño a nadie” pero tenemos que comprender que como nos lo enseña esta parábola la vida cristiana no se trata de no solamente no hacerle daño a nuestro prójimo, sino también hacer el bien a nuestro prójimo, no solo se trata de no hacer lo malo, sino de hacer lo bueno con nuestro prójimo.
Nuestra vida cristiana tiene que estar enfocada a las buenas obras, a las obras que reflejen el amor de Cristo en nuestra vida (Tito 3:8 y 14)
A los cristianos que tienen riquezas el Señor les manda a ser ricos pero en buenas obras, que hagan el bien, que compartan con el necesitado (1 Timoteo 6:17-19)
Si este día tú te sientes reflejado en la vida del hombre que fue robado, golpeado y dejado medio muerto, si sientes que tu vida está en medio del camino sin esperanza, sin ser ayudado por nadie, entonces tú necesitas hoy mismo recibir la ayuda pero no de un buen samaritano, sino de nuestro Rey y Salvador Jesucristo. (Isaías 1:18)