Apocalipsis 2:12-17 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Esta escritura revela un dato muy importante que muchos ignoran, y es que en la tierra hay un lugar físico donde Satanás pone su trono. Este lugar cambia de generación a generación, pero el enemigo no es omnipresente, sólo puede estar en un lugar, y en esta ocasión estaba en Pérgamo. En esta ciudad de Grecia el maligno tenía concentrado todo su poder y maldad, pero allí, en medio de toda esa tiniebla Dios levantó una iglesia, porque donde abunda el pecado sobreabunda la gracia.
La iglesia de Pérgamo no solo le hizo frente al enemigo, sino que le destruyó y Dios le reconoció por aquella victoria, por tanto, cada iglesia que quiera alcanzar grandes victorias frente a las tinieblas debe aprender de su ejemplo y fomentar la intercesión, las obras, la fe y la fidelidad a Dios. Y sobre todo no contaminarse con enemistad, juicio o persecución religiosa contra los demás, pues este fue el único problema que Dios le reclamó a la iglesia de Pérgamo.
Una iglesia que camina en unidad y fe es una iglesia victoriosa. Dios le dijo a la iglesia de Pérgamo que si se mantenía fiel, haciendo la obra, le daría poder y autoridad para hacer mucho más de lo que había hecho. Es por esta razón que debemos mantenernos fiel y trabajando para Él, Dios es fiel a Sus promesas y será incrementado Su poder y autoridad sobre nosotros de tal forma que no habrá arma forjada que pueda prosperar para detenernos.
Nosotros somos la sal de la tierra, la luz del mundo, y donde quiera que el diablo levante un imperio estarán los hijos de Dios para destruirlo, para pisotearlo, porque mayor es el que está
En nosotros que el que está en el mundo. Uno de nosotros puede echar a huir mil, pero dos de nosotros puede echar a huir diez mil. Una onza de luz puede más que mil toneladas de tiniebla. Una gota de unción puede más que ríos de presencia diabólica.