En 1 Reyes 17, vemos el momento en que el profeta Elías va donde la viuda de Sarepta. Él le pide agua, y ella se la da; le pide comida, y ella dice que lo que tiene es un puñado de harina y un poco de aceite en una tinaja, para preparar una torta y comer ella y su hijo, y luego dejarse morir.
“13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. 14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.” 1 Reyes 17:13-14
Ella obedeció, y comió Elías, y ella, y su casa, muchos días. 16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías. Y esto es lo que estamos creyendo hoy contigo: Aquello que tú has pensado que es tu final, Dios lo va a tornar y vas a comer por muchos días. Tu negocio va a sobrevivir, tus finanzas van a sobrevivir, tu casa va a sobrevivir.
La Biblia dice que comió esta mujer y su casa muchos días; la harina y el aceite se multiplicaron hasta que volvió a llover. Hay milagros en los que Dios nos sostiene hasta que la crisis natural cambia. No se nos dice que esta mujer comiera de por vida de este milagro. Se nos dice que, cuando comenzó a llover y ya podían cultivar la tierra, probablemente ya el milagro de la multiplicación de la harina y del aceite cesó porque el ciclo había cambiado. El problema era que, de otra manera, ella no iba a sobrevivir hasta que el ciclo cambiara.
En tu país, la economía va a cambiar; el detalle es que hay que creer ahora hasta que llegue el momento de las vacas gordas. No todos sobreviven la época de crisis; solo los que le creemos a Dios por un milagro, los que hemos aprendido a hacer por Dios lo mejor. Solo los que nos atrevemos a creer, sabemos que los tiempos de crisis no terminan con nosotros.
Aquel era un tiempo de sequía; sabrá Dios cuántos se rindieron, cuántos murieron. Pero la Biblia dice que ella comió por muchos días, hasta que todo cambió. La economía va a mejorar; no sabemos cuánto tiempo va a tomar; lo importante ahora es llegar hasta ese momento, y es ahora que necesitamos ver cómo el aceite se multiplica día a día.
Estamos creyendo que todo aquel que siembre hoy su semilla de fe, va a poder sobrevivir hasta que el tiempo cambie, hasta que llueva sobre tu tierra, hasta que haya bendición sobre tu negocio. Tú vas a sobrevivir, no vas a morir en esta época de crisis; no vas a morir como otros, vas a ver cómo la mano de Dios te lleva al otro lado, y podrás testificar que Dios te cuidó hasta el final. Es como cuando Dios mandó maná; una vez entraron a la tierra prometida, no hizo falta el maná; pero Dios se encargó que hubiera maná, hasta ese momento. Esta viuda comió hasta que comenzó a llover. Tú estás pensando que llegó el final de tu negocio; hoy decimos: No. Se detiene eso que tú habías pensado, ese diagnóstico de muerte para tu negocio, lo cambiamos, lo erradicamos y creemos, en el nombre de Jesús, que viene un cambio radical para tus finanzas. Tú vas a sobrevivir, hasta el punto en que todo cambie y puedas vivir en un tiempo de abundancia.
Siembra una semilla de fe, procurando hacer lo que hizo esta mujer. Esta mujer creyó la palabra del profeta. Cree esta palabra que lanzamos hoy, y recíbela. En segundo lugar, esta mujer dio lo más valioso para ella. Hay un principio muy simple, pero muy poderoso. El profeta le pide un vaso de agua; aquel era un tiempo de sequía; si hay sequía, lo más que escasea, es el agua. Y la Biblia nos dice que ella fue inmediatamente a buscar el vaso de agua. ¿Por qué fue tan fácil para ella buscar el vaso de agua en tiempo de sequía? Porque en la mente de ella, a pesar de la sequía, el agua no era tan valiosa como la segunda petición.
Cuando el profeta ve que ella va fácilmente a buscar el vaso de agua, él la vuelve a llamar. Él no pidió ambas cosas de primera instancia; el profeta esperó a ver la actitud de ella, y entonces pidió algo de comer. Aquello sí fue un problema para ella, y comienza entonces a titubear. Era fácil dar el agua, difícil dar la torta. El profeta no le dijo: No hay problema, tráeme el agua solamente. El profeta le dice: Haz lo difícil; tráeme el agua, y prepárame también la torta a mí primero, y no va a escasear. Esta mujer debe haber batallado, pero hizo lo que el profeta le dijo, aunque al principio vaciló. Para ella, el agua no era tan valiosa como aquella torta; pero cuando ella se desprende de la torta que ella había pensado preparar, la Biblia dice que el aceite no escaseó, la harina no escaseó, ella pudo llegar al final del ciclo de maldición y sobrevivir –ella y su hijo – hasta que todo cambiara. Pero esto no fue sino hasta que ella estuvo dispuesta a dar lo más valioso.
Le pido a Dios que hoy recibas esta revelación: Dios se mueve por lo preciado.