Cuando tu fe está puesta en que Dios no quiere meramente mejorar tu vida, sino hacer de ti una nueva criatura, transformarte totalmente, entonces tú experimentas el verdadero poder de la resurrección, y lo que tú haces no se vuelve algo vano o vacío.
Una de las sensaciones más tristes que una persona puede experimentar es la de sentir un vacío en su vida. Puedes estar ocupado, hacer y tener muchas cosas, pero sentirte vacío en tu interior, sin razón verdadera de vivir. Aun en la iglesia, vamos a la casa del Señor, y muchos se sienten igual de vacíos porque, si la predicación es vacía, la fe es vacía. 1ra Corintios dice que, si no creemos en la resurrección de Cristo, que Dios le levantó de los muertos, que cambió lo ordinario a extraordinario, que acabó con la vieja vida y le dio una nueva; si tú no entiendes que eso es posible para ti y que eso es lo que Dios quiso provocar, el que eso sea posible para tu vida, entonces, vana es la predicación, vana viene a ser tu fe. Por eso, ir a la iglesia no es como ir a un congreso de motivación. Todos necesitamos inspiración, mentores, pero la predicación es diferente porque su plataforma no es un buen pensamiento, sino una experiencia de transformación provocada por una palabra viva, que te hace creer que realmente de tu interior se puede sacar algo extraordinario.
Muchos van a la casa del Señor, y sus vidas se quedan igual; esto porque el fundamento de la palabra que reciben no es el milagro de la verdadera transformación. Van buscando una mejor vida, buscando ser mejores hombres, mejores padres; Dios no quiere que tú seas mejor hombre, quiere que seas un nuevo hombre, totalmente transformado. Dios no quiere mejorar lo dañado, Él quiere transformarlo por completo y hacerlo nuevo porque, de modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Ese debe ser el llamado por el cual tú sigas a Jesús.
Jesús hizo un milagro con Pedro;; Pedro le prestó al Maestro sus barcas vacías para que predicara y, luego de predicar desde las barcas, Cristo se las devuelve llenas, porque es imposible darle algo a Dios y que Él no te lo devuelva próspero, bendecido; es imposible hacer algo por Dios y que no haya retribución para tu vida. Pero lo más grande es que Cristo le dice a Pedro: Sígueme, y te haré pescador de hombres. Y Pedro siguió a Cristo no por la prosperidad, sino por la promesa de que haría de él algo que él nunca jamás había visto, haría en él una transformación y lo llevaría a ser algo extraordinario.
En ningún lugar en la Biblia dice que Jesús dijo que le adoraran. Jesús nunca pidió que le adoraran. Los que lo adoraron, lo hicieron mal, y él los regañó. Lo único que él pidió fue que lo siguieran. Porque aun tu adoración puede ser hueca, si la fe con la que adoras es vacía. Por eso, muchos adoran, pero siguen igual de vacíos. Jesús pidió que le siguiéramos, porque para seguirle hay que dejarlo todo; padre, madre, ego, logros; tienes que entregarte; pero es la única manera que tú puedes experimentar una verdadera transformación, es la única manera en que tú puedes experimentar la resurrección; dejándolo todo. Y lo grande del Dios al que tú le sirves es que no hay nadie que haya dejado casa, padre, madre para seguirle a Él, que Él no le dé cien veces más aquí y ahora, y en el más allá la vida eterna. Tú no le sigues por estas cosas, sino porque Él te prometió hacer contigo algo que ni tú ni ninguna universidad ni teólogo puede hacer contigo.
A veces, en la iglesia, pensamos que estamos llenos, y somos los más vacíos. Tenemos una predicación vacía, lo que queremos es motivar un poco tu vida; tenemos una fe vana, y entonces, tenemos una adoración vacía; Cristo lo dijo: Esta gente de labios me adora, pero su corazón está lejos de mí. Levantas las manos, pero estás vacío; tenemos estudios bíblicos vacíos, debatiendo cosas irrelevantes. En una ocasión, Jesús se encuentra con un muchacho enfermo, y la gente a su alrededor lo que debatía era quién había pecado, si el muchacho o sus padres; lo que querían que Jesús resolviera era el aspecto teológico. Pero a Jesús eso no le importó; él fue allí a sanar a aquel muchacho. Lo sana, y empiezan a cuestionar al muchacho que quién lo sanó y cómo; y este hombre contestó como una persona totalmente transformada: Una sola cosa sé: Que antes era ciego, y ahora veo. A ti lo que te llena no es lo que conoces de Él, sino lo que Él hizo por ti.
La única manera de que tu adoración, la predicación, tu fe no sean vacías, es dejar de estar buscando la controversia, la sabiduría humana; nada como el poder transformador de Dios. Entiende que Él lo que quiere es transformar tu vida totalmente y para siempre, y hacer de ti lo que tú jamás pensaste que podías llegar a ser. Ahí es donde debe estar tu fe, en que él resucitó, y como él resucitó, él puede cambiar lo ordinario en extraordinario, y le vas a seguir por esa transformación que él va a hacer en tu vida. Ahora sí puedes seguirle, tener fe, adorarle, estudiar la palabra, ahora sí tienes significado; porque lo que estás creyendo es que el poder de resurrección que levantó a Cristo de los muertos está sobre tu vida para transformarte y hacerte una nueva creación. Tu vieja vida tiene que terminar hoy, en el nombre de Jesús.