Uno de los retos con las expectativas es que nos ilusionamos porque confundimos exigencias con expectativas. Muchos no esperan mucho de sus relaciones porque, en las que han tenido, ha habido demasiadas exigencias; sus padres demandaban mucho, su cónyuge. Dios tiene expectativas de tu vida, y pone exigencias; pero el mundo no tiene expectativa, sino que pone exigencias para ellos llenar sus expectativas, no las tuyas. La gente no espera de ti, la gente exige de ti para que tú llenes sus expectativas; y tú no puedes vivir por las exigencias de la gente y, por causa de tú no cumplirle sus exigencias, tú bajar tus expectativas. Porque el problema es que te frustra el no cumplir con las exigencias y entonces bajas tus expectativas porque llegas a pensar que no puedes llenar las expectativas y lo que tú no puedes llenar son las exigencias.
Tú tienes que aprender a alimentar las expectativas del otro, no las tuyas. Una relación saludable es la que provoca que en el otro haya expectativa, que el otro quiera soñar, aspirar, que el otro desee, que quiera hacer algo; no es exigirle. Cuando tenemos padres exigentes, nunca llenamos sus exigencias; eso frustra a la gente. Cuando tienes cónyuge exigente, te frustras. Porque las exigencias nunca se pueden satisfacer; porque la exigencia provoca que tú llenes las expectativas del otro, pero el otro no provoca expectativas en ti.
Dios tiene exigencias, pero las exigencias de Dios vienen después de Él provocar expectativas en ti; y la exigencia de Dios es la excusa para darte a ti tus expectativas y no a otro. Dios pone exigencias. El ser creyente exige de ti; exige una vida de pureza, exige oración, diezmo y ofrenda. Dios demanda, Él pide de ti; pide que cuides tu mente, que ayunes; exige que tengas cuidado con quién te juntas. Dios pone exigencias; pero, cuando Él las pone, es para que tú llenes tus expectativas. Así que, lo primero que Él provoca, es que haya expectativa en ti, y Él te dice lo que se exige para que esa expectativa se cumpla. Y la exigencia es la excusa de Dios para darte a ti lo que no le va a dar a otros.
En el mundo natural, no funciona así. La gente a tu alrededor te exige, pero lo que hacen es frustrarte, ponerte presión, demandar de ti, sin darte la expectativa de que hay algo más grande para tu vida. Dios hace todo lo contrario; Él te llena de expectativa, pero sí te va a exigir. Pero la exigencia que Dios pone es simplemente la excusa para darte a ti lo que no le va a dar a otro que no se ha atrevido a creer como tú estás creyendo.
No veas a Dios como exigente, sino como un Dios que tiene expectativa de ti, que provoca expectativa en ti, y que lo único que te está pidiendo que tú hagas es que tú le des la excusa, la razón para Él hacer algo por ti que Él no va a hacer por otro. Él tiene misericordia de todo el mundo, pero Él quiere mostrar su favor y su gracia sobre tu vida; y su favor y su gracia sobre ti solo se van a mostrar, cuando tú cumplas con lo que tienes que cumplir, con lo que tienes que hacer, no para llenar la expectativa de Él. Tú no adoras a Dios y le dices cuán grande es Él para llenar su ego; Él no te pide que le adores para eso; Él sabe quién es Él, y no tiene ningún complejo ni baja autoestima; Él no necesita que tú le cantes cuán grande es Él para Él saber cuán grande es Él; quien necesita saberlo eres tú. Cuando cantas, no es para que Él lo sepa, sino para tú saberlo. Él te pide que le cantes, que le adores, no para hacerlo sentir bien a Él, sino para que tú sepas Aquel en quien tú estás creyendo; porque, ¿cómo puedes pedir algo grande, si no sabes cuán grande es Él? Él sabe cuán grande es Él, pero te pide que lo digas y que lo hables para que tú sepas a quién es que tú le estás creyendo.
La exigencia de Dios es para Él poder cumplir la expectativa que Él ha creado dentro de ti.
Dios le dice a Abraham: Te voy a hacer padre de mucha gente. Y, por mucho tiempo, Abraham no tuvo un hijo. Dios le promete mucha descendencia, y solo tiene 1 hijo. Pero, en ese 1, tenía todo lo que Dios le había prometido. Si tú recibes esa palabra hoy, vas a comenzar a ver tu vida con Dios muy diferente porque la razón por la que la gente se cansa de la iglesia es porque, lo que hacen, lo hacen religiosamente, sin expectativa. Porque no se trata de ir a la iglesia por ir a la iglesia, sino que cuando vayas, vayas con la expectativa de que algo va a ocurrir, que Dios tiene una palabra para tu vida, que vayas creyendo que cuando levantes las manos la depresión va a desaparecer, que cuando siembres tu semilla vendrán a tu vida promoción y aumento. Todo lo que hagas, hazlo con la expectativa de que algo Dios va a hacer, algo va a pasar, Dios va a suplir y Él va a cumplir su promesa sobre ti de manera sobrenatural.
Ir a la iglesia, más allá de una exigencia, es la excusa para Dios hacer por ti lo que no va a hacer por otro. Dios tiene misericordia de otros, pero tú debes cansarte de vivir en misericordia, porque vivir en misericordia es de lo que se pueda, es cuando llegue; gloria a Dios que Él tuvo misericordia de ti, pero tú debes aspirar a vivir de su favor y de su gracia sobre tu vida.