Es interesante que el Rey de Israel, Joram, en vez de arrepentirse y buscar la solución en Jehová y reconocer que han pecado, hace lo contrario y se llena de ira y culpa a Eliseo y por extensión yo diría culpa a Dios también de la miseria en la cual está viviendo su nación.
Déjeme enfocar la persona del Rey de Israel. El rey es un hombre injusto, un hombre desprovisto de piedad, no es un hombre temeroso de Dios, ha hecho lo malo ante los ojos de Dios, es un gobernante impío prácticamente y en parte por la impiedad de ese rey que contamina a su pueblo esta nación está en la crisis en que se encuentra.
Este rey entiende eso, de que hay una conexión entre el castigo de Dios a través de este país que está rodeando a Samaria, los sirios y el pecado que hay en el pueblo de Israel. Y por ello cuando él se da cuenta de la terrible situación en que se encuentra su nación al escuchar a estas mujeres hablar de esa manera se llena de ira contra el profeta Eliseo y dice: «Así me haga Dios y aún me añada si la cabeza de Eliseo hijo de Zafat queda sobre él hoy.»
¿Por qué reacciona el Rey de Israel de esta manera y culpa a Eliseo de lo que está pasando en su nación? Yo creo que porque él sabe que hay una conexión entre el mover de Dios en su nación representado por el profeta Eliseo y esta situación terrible por la cual están pasando los israelitas.
Y podemos ver que así pasa muchas veces en estos tiempos. Cuando hay terrorismo, cuando hay cataclismos terribles de la naturaleza, cuando hay guerras la gente pregunta: ¿Dónde está Dios y cómo puede Dios permitir estas cosas y por qué hay tanta violencia en las sociedades si Dios existe? Y en vez de mirar hacia ellos mismos y reconocer su propia injusticia que es lo que ha hecho que venga el juicio de Dios sobre las naciones esta gente acusa al mismo Dios de ser injusto, de no cuidar de Su creación, de permitir que cosas malas sucedan en vez de reconocer: hemos pecado y tenemos que arrepentirnos y buscar misericordia en las manos de Dios.
Dice la Biblia que cuando rey Joram escucha a estas mujeres y ve lo que está sucediendo, algunos ciudadanos se dieron cuenta de que tenía silicio debajo de su camisa. Este rey impío aún así está usando de una imagen y de un recurso espiritual porque el guardar silicio era como una forma de hacer ayuno, era una forma de sacrificio espiritual, de expresar arrepentimiento, duelo; de buscar la misericordia de Dios, de expresar dolor ante Dios.
Es decir que: es curioso que este hombre que es impío por otra parte tiene también allí como un germen allí de fe y de creencia en Dios. Y es lo que está pasando en nuestros tiempos, que hay muchos gobernantes que renuncian de Dios y aparentemente rechazan a Dios, rechazan las cosas de la religión, refuerza leyes que sabemos que son impías y que se acarrean el justo juicio de Dios sobre las naciones, sin embargo hay también ahí como un núcleo que todavía puede ser explotado, que puede ser usado.
En lo hondo de su corazón ellos saben que Dios existe y es ese puntito de fe el cual la Iglesia tiene que tratar de acicatear e intensificar y hacer crecer. Yo creo que todavía en las naciones, todavía hay algo en las naciones, todavía hay algo de temor de Dios en nuestros gobernantes que podemos nosotros tratar, como una llamita que está casi allí muriéndose y queremos soplar para que crezca.
Y la Iglesia está siendo llamada en este tiempo para que hable al corazón, hable a ese temor instintivo de Dios que está en los gobernantes y en los líderes y en las naciones, en el pueblo también y que usemos esa llamita. Todavía no se ha apagado totalmente, tenemos que suscitarla y llamarla a la vida una vez más porque Dios quiere hacer algo importante.
Muchas veces ese núcleo de fe que está allí escondido se va a manifestar a través de ira y rechazo y resistencia pero secretamente hay una necesidad de Dios también. Tenemos que creer que Dios está haciendo algo, hay algo allí en las naciones que todavía puede ser utilizado para llamar a nuestras naciones al conocimiento de Jesucristo. Tenemos que creer que todavía Dios no ha terminado de tratar con los líderes de nuestras naciones y también con el pueblo en general.
Qué interesante que este rey reconoce que en Eliseo hay poder para cambiar la historia. Claro que él lo culpa de ser el causante del mal pero reconoce por lo menos que hay poder en él. Ojalá que llegue el tiempo en que los gobernantes tengan que temerle a la Iglesia y saber que la Iglesia tiene el poder de Dios para inclusive declarar el juicio de Dios sobre las naciones para que se arrepientan.
Ahora mismo tenemos todo lo contrario: una Iglesia impotente, una Iglesia que nadie toma en cuenta, una Iglesia que nadie respeta y menos que le temen porque no tenemos el poder de Dios y tenemos que pedirle a Dios que baje Su poder profético para que podamos de nuevo inquietar a las naciones con la Palabra del Evangelio. Que Dios los continúe bendiciendo, continuaremos en nuestro próximo segmento.