Dios es eterno y no está sometido al tiempo cronológico como los seres humanos, por lo que el hombre no puede entender ni comprender la mente del Creador.
En el libro de Eclesiastés, capítulo 3, nos enseña que todo tiene su tiempo y todo debajo del sol, de donde nace nuestro reloj cronológico, establecido por Dios, dividido entre noche y día con una duración de 24 horas.
Esta vez nos referiremos al cairó de Dios, como tiempo sin límites, que implica eternidad, pero en ese lapso debemos, en el orden espiritual de Dios, conocer su voluntad, inspirado por el poder del Espíritu Santo que mueve la fe de los creyentes en Cristo.
Hoy nuestro tópico central lo denominaremos tiempos de cambios cristianos. La gracia del Señor Jesucristo, se manifestó en la vida y obra de Cristo en la cruz del Calvario, para salvación a todo aquel que cree, y un tiempo que divide las leyes del Antiguo Testamento que Dios estableció como norma de vida, para que el hombre pudiera santificarse y agradar su santa voluntad, a través de la adoración en el Tabernáculo de reunión en tiempos de Moisés.
Pero ahora, el liderazgo del tiempo de Cristo divide esa era, en una nueva etapa, que se denomina la dispensación de la gracia, que reitero, fue cuando Dios envió a este mundo a su Hijo amado Jesucristo, manifestando así su don de infinito amor, perdonando al hombre sus pecados y justificándolos por la fe del sacrificio del Cristo de la gloria, quien derramó su sangre preciosa en la cruz del calvario.
Esta es la grandiosa manifestación de la misericordia y gracia de Dios, cuya salvación del hombre no es por obras, sino por la entrega voluntaria de Cristo, quien fue obediente al Padre, hasta la muerte y muerte de cruz, para que los que creyesen en él fueran bendecidos con el perdón de pecados y disfrutar de la vida eterna.
La sociedad que hoy nos ha tocado vivir por décadas, ha desarrollado filosofía que demandan tiempos urgentes de cambios, los cuales enfrentan una mejor condición de vida para el hombre en su diario vivir, pero lamentablemente, muchos han fracasado.
Otros, en cambio, han logrado establecer normas que solo han podido alcanzar una mínima expresión social, lo que deja entre dicho la insatisfacción integral en su corazón y su alma. Empero, Cristo supera todas las expectativas humanas para satisfacer el alma del pecador arrepentido con su paz, con el espíritu del poder de su palabra, quién dice en el libro Isaías 26: 3: ”Jehová guardará en completa paz a los que sus pensamientos perseveren porque en ti he confiado».
El liderazgo de la comunidad Cristiana, con la visión integral de Cristo, continúa fortaleciendo la unidad de la fe, esperanza y amor, provocando cambios positivos a corto, mediano y largo plazos en la vida de los seres humanos por el divino poder de Dios.
Las normas de nuestra vida moral y social, solo alcanzan el máximo legado de triunfo en la familia, la iglesia y la nación, a través de los principios que influyen en el espíritu, mente y corazón del hombre, pero la diferencia es el Espíritu de Jesucristo, quien a través de la regeneración del alma del ser humano, otorga verdaderos tiempos de cambios, y al respecto Jesús: dijo Yo soy el Alfa y Omega el principio y el fin de todos los tiempos, cromo y cairó. Muchas bendiciones.!