A lo largo de la historia de la iglesia han habido grandes conversiones pero ninguna transformación ha sido mas grande y mas estratégica que la conversión del apóstol Pablo. Era un hombre conocido por su ira contra el cristianismo y por ser un perseguidor acérrimo de la iglesia; un fariseo de fariseo que eventualmente pasó de perseguidor a perseguido. Aquel que con frecuencia buscaba cristianos para encarcelarlos terminó en mas cárceles que cualquier otro líder de la iglesia primitiva. Por eso yo he titulado mi mensaje de Perseguidor a Perseguido; la conversión de Pablo fue dramática, extraordinaria, y su influencia como la de ningún otro evangelista o predicador.
El apóstol Pablo estaba afanado por llegar a Jerusalén antes del día de Pentecostés y en su travesía fue advertido por el Espíritu de Dios de que en Jerusalén le esperaban cadenas y aflicciones. Pablo, sin embargo, dirigido por el Espíritu Santo, no se dejó disuadir y continuó su viaje. Entonces, Pablo llega a Jerusalén y es hospedado por un hermano de nombre Mnasón de Chipre. Al día siguiente, Pablo fue a visitar a Santiago, la cabeza de la iglesia junto a sus ancianos y les hace un recuento de todo lo que Dios había estado haciendo entre los gentiles. Habiendo cumplido con la visita protocolar a Jacobo, Pablo se propone ir al templo. Tan pronto llegó, unos judíos de Asia (Turquía) alborotan a la multitud y lo acusaban de profanar ese lugar santo. Los soldados luego llegaron a defender a Pablo, pero mientras tanto ya ellos estaban todo golpeados. La multitud gritaba una cosa y otros gritaban otra cosa de manera que el comandante no podía ni siquiera entender la razón por la que querían matar a Pablo. Finalmente, los soldados tuvieron que cargar a Pablo porque la multitud seguía gritando que “¡muera!”Cuando estaban a punto de meter a Pablo en el cuartel, Pablo preguntó al comandante si podía decir algo y él se lo concedió. Pablo hizo señal y cuando vio que la multitud se calmó comenzó a hablar. El capítulo 22 comienza con lo que les dijo: su testimonio de conversión.
- Pablo como perseguidor del Señor o su vida antes de que Cristo lo interceptara (Hechos 22:1-5).
En esencia, esto es lo que Pablo dice: ustedes no tienen razón para acusarme de ser anti-judío porque yo tengo mas credenciales que cualquiera de ustedes. Pablo comienza dirigiéndose a ellos de manera respetuosa—les llama, “Hermanos y padres” en el idioma hebreo o arameo. Luego establece su ciudad de origen, Tarso de Cilicia, una ciudad de cierta importancia. Se presenta como alguien educado bajo Gamaliel, un rabino judío altamente respetado con una reputación de ser un hombre conservador y amable, y alguien quien fue criado bajo estricta conformidad a la ley de Dios y celoso de las cosas de Dios como cualquier otro. Luego agrega que él fue “Perseguidor de este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres.” Pablo quería acabar con lo que ellos consideraban una secta; no solo quería sacarlos de Jerusalén, sino que quería hacerlos desaparecer. Era un hombre sin misericordia.
Lo paradójico es que Pablo creía en el Dios del Antiguo Testamento, pero aún creyendo en el Dios verdadero iba camino al infierno. No basta con creer en el Dios verdadero, es necesario creer lo que ese Dios verdadero ha revelado y rechazar todo lo que no ha revelado en Su palabra. Ser cristiano no salva; quien salva es Cristo cuando tú crees lo que Él ha dicho que tienes que creer para ser salvo. Pablo siguió la ley de Dios al dedillo; cumplió con Sus mandamientos, pero iba camino a la condenación eterna. Porque la salvación no es por obras. La salvación es por obediencia perfecta a la ley de Dios; pero como nadie puede hacer eso, entonces, Dios envió a Su Hijo para que Él cumpliera lo que nosotros no podíamos cumplir. Su obediencia perfecta fue contada como mía el día que yo deposite mi fe completamente en Él y solo en Él.
- Un encuentro extraordinario con el Señor (Hechos 22:6-11).
Pablo perseguía la iglesia; pero Cristo le pregunta a Pablo “¿Porqué me persigues a mi? (Hechos 22:8). En otras palabras, Cristo está diciendo: el que persigue mi iglesia me persigue a mi porque ella, con todos sus defectos, fue comparada a precio de sangre. Llama la atención que los compañeros de Pablo vieron la luz; pero no oyeron la voz (Hechos 22:9). Ese encuentro pone claramente en evidencia que la salvación es del Señor y es una elección soberana. Pablo vio la luz y entendió el mensaje de salvación a pesar de que era un perseguidor de Su iglesia; los demás vieron la luz, pero quedaron sin entendimiento.
Nota la disposición de obedecer de Pablo: el llama a Jesús, ¡Señor! Una vez tiene un encuentro con Cristo, Pablo no tiene “peros” o “si esto” o “y si aquello.” El creyente que tiene “peros” con Dios no ha comprendido el señorío de Cristo. Cristo tiene que ser Señor de nuestras mentes, emociones, y voluntades.
- La encomienda del Señor para Pablo (Hechos 22:12-16).
Dios envía a un hombre piadoso de nombre Ananías con un mensaje para Saulo, o el apóstol Pablo. Este es el mensaje, “Y él dijo: “El Dios de nuestros padres te ha designado para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas palabra de su boca. “Porque testigo suyo serás a todos los hombres de lo que has visto y oído.”
Pablo llenó los requisitos para ser un testigo extraordinario—Pablo vio a Cristo y oyó de Cristo. Solo personas que hayan sido testigos oculares y que hayan sido afectados, tocados, transformados por esa gloria podrían testificar correctamente. No es lo mismo hablar de algo de lo que otros te han contado, que hablar de algo que tú has presenciando. Pablo logró sacudir el mundo de su época por una verdad que a él lo había transformado. La pregunta es, ¿Qué fue lo que transformó la vida de Pablo y de otros en la iglesia primitiva? El conocer a profundidad el amor de Cristo que lo llevó a derramar sangre por ti para que hoy le honre con tu vida.
Pablo al ver y al oír, sintió una convicción que no lo dejó permanecer callado para el resto de sus días. Ese llamado a ser testigo de Su nombre no fue exclusivo para Pablo. La idea de convertirnos en testigos de Cristo es central a toda la historia del Nuevo Testamento. Para ser un buen testigo, necesitamos contemplar con detenimiento lo que ha sido narrado en la Palabra. Si solo lees la historia y le pasas por encima, quizás recuerdes los hechos; pero probablemente no haya transformación de tu vida. Hoy no podemos ver a Jesús como Pablo lo contempló, pero podemos verlo en Su Palabra. En el proceso descubrimos a Dios y nosotros somos cambiados.
- La Protección del Señor sobre la vida de Pablo (Hechos 22:17-21).
El Señor manda a Pablo a huir de Jerusalén porque el pueblo no prestaría atención a su testimonio. Pero inicialmente, Pablo no lo cree y por eso le responde al Señor diciendo que tiene credenciales para que le creyeran y evidencias que demostrar. Pero el problema del hombre no es falta de evidencia, es falta de sumisión a la voluntad de Dios. Si hay algo que el hombre ha demostrado es cuan dispuesto él está a destruir toda su vida por un momento de placer o por hacer su voluntad. Pero verdaderos testigos de Jesús someten su mente, su corazón y su voluntad a la suya conociendo que todo lo demás, solo puede traer destrucción.
Por eso, Pablo escribe a los filipenses y dice “Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo.” (Filipenses 3:8)