
En la madrugada del 24 de diciembre, buscando una palabra de Dios en lo secreto, el Espíritu Santo me llevó a un tiempo profundo de oración, adoración y clamor. No fue una búsqueda ligera; fue un anhelo sincero de escuchar Su voz. Y Dios respondió.
El Señor mostró una escena que no puedo callar, porque no nació de la imaginación, sino del peso Santo de Su presencia.
Vi a una Pastora de Dios cansada. No estaba en pecado, no estaba sucia, pero sí agotada. Sus vestiduras estaban limpias, pero desordenadas. Había trabajado, había servido, había dado más de lo que muchos ven, pero el cansancio del alma comenzaba a hablar más fuerte que las fuerzas del cuerpo.
Y el Espíritu me hizo entender algo poderoso. Hay líderes que aman a Dios, pero están exhaustos. Hay siervos fieles que no necesitan corrección, sino descanso
Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. (Isaías 40-29)
La habitación de intimidad y reposo estaba desordenada. No por rebeldía, sino por exceso de carga. Cuando el servicio no se acompaña de descanso en Dios, el corazón comienza a desorganizarse, aunque la fe permanezca.
Vi también a su compañero, el pastor, trayendo luz, arreglando el bombillo del techo. Él estaba allí, presente, cumpliendo su función. Y el Espíritu habló con claridad. no es tiempo de separarse, es tiempo de volver a la unidad. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.(Eclesiastés 4-9)9)
Pero el cansancio decía: “No puedo más”.
Y Dios respondió con amor, no con juicio.
Este mensaje no es para señalar a nadie. Es un abrazo del cielo para quienes han servido en silencio, han cargado más de lo que debían y han pensado, en lo profundo del alma, en rendirse por dentro.
El Señor dice hoy.
No abandone No te vayas en el momento del cansancio. No sueltes lo que Yo uní.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.
(Mateo 11-28)
No es tiempo de empacar maletas espirituales.
Es tiempo de ordenar la casa, limpiar el corazón del afán y volver al reposo del Espíritu Santo. Fortalezcan las manos débiles, afiancen las rodillas vacilantes. (Isaías 35-3)
A los líderes cansados, a las pastoras, pastores, servidores, matrimonios ministeriales:
Dios ha visto tus lágrimas. Dios conoce tu carga. Dios no te pide más esfuerzo, te pide que descanses en Él
Este llamado no es humano.
Es el Espíritu Santo ordenando Su casa antes de cerrar el año.
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová. (Zacarías 4-6) Si estás cansado, detente.
Si estás herido, abraza la gracia.
Si dijiste “no puedo más”, hoy Dios te dice:
“Yo me quedo contigo



