Hay beneficios en detenerte por un tiempo. Tú debes aprovechar la cuarentena para que, cuando salgas, haya progreso en tu vida. No puedes salir, pero en tu casa, puedes tomar decisiones que te lleven a ver avance en tu área emocional, espiritual, mental. Cuando siembras, por ejemplo, no lo haces para algo inmediato, sino para el mañana; de igual manera, cuando oras, la respuesta no necesariamente es inmediata, sino también para el mañana, pero no por eso dejas de orar hoy, sino que aprovechas y te adelantas para estar preparado cuando te encuentres con la nueva oportunidad que Dios te va a dar.
Para tener paz en un tiempo en donde estás detenido, tienes que entender dónde puedes beneficiarte mejor. Uno de los retos más grandes que tenemos es que hacemos las cosas de manera automática; hacemos las cosas de la misma manera constantemente. Apagamos nuestro consciente, dejándole nuestras decisiones a nuestro subconsciente, a nuestros hábitos, y por lo tanto, nos entregamos a ese futuro por esas decisiones que tomamos de manera automática. No es hasta que nos detenemos, hasta que hay algo que nos obliga a detenernos, que entonces tenemos que salir de ese piloto automático.
Un avión no puede hacer un despegue en piloto automático. Cuando ya está en curso, hay cierto momento en que sí se puede. Para aterrizar, tiene el piloto que tomar control del avión porque no puede hacerse de manera automática en esos momentos tan cruciales del vuelo. Así pasa con la vida. Hay cosas que podemos poner en piloto automático, que deben tener una rutina, una estructura, de manera que podamos hacerlas de manera más fácil y podamos fluir, pero tiene que haber un momento donde te detengas y pienses, medites, analices, te salgas de ese piloto automático, y comiences entonces a tomar decisiones claras y precisas para moverte hacia el futuro que Dios tiene para ti.
Dios tiene momentos donde te detiene para Él poder revelarse a tu vida. Detenerte te puede ayudar a recibir revelación directa e inmediata de Dios, que tú necesitas para retomar tu vida y hacerlo en el camino correcto y en la dirección correcta. Cuando te detienes es cuando Dios puede hablarte. La pausa le permite a Dios hablar a tu corazón.
Durante esos procesos donde Dios nos detiene, donde queremos avanzar, donde la vida nos obliga a detenernos, debe haber procesos en tu corazón y tu mente, donde pueda haber los cambios necesarios para convertirte en todo lo que Dios quiere que tú seas.
“Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. 2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3 Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.” Eclesiastés 7:1-3
¿Por qué es mejor estar en la casa del luto, en la que hay alegría? Porque el que está en el banquete está en el disfrute, en las sensaciones, en las emociones, en la algarabía, pero cuando la vida te obliga a ir a una funeraria, por un momento aunque sea, tienes que meditar si estás haciendo las cosas correctas, si estás viviendo la vida que tienes que vivir. Así que la muerte de un familiar, te detiene y te hace pensar en la manera en que estás viviendo. La vida tiene esos momentos donde nos obliga a pararnos por unos instantes para poder reflexionar; y es en esos momentos donde Dios te puede dar revelación y entendimiento de tu futuro. Este tiempo de encierro pudiera ser una de las épocas más provechosas para tu vida, si permites que durante este tiempo haya paz, y no estés tan desesperado por querer salir que desaproveches este tiempo que el mundo te permite detenerte por un instante, reflexionar y permitir que Dios hable a tu vida.
¿Qué cosas pueden pasar durante un tiempo de estar detenido, de no moverte tanto, de poca actividad física o un tiempo donde la agenda es más fácil de manejar?
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.” Éxodo 3:1-4
Un árbol se consume a través del tiempo; el tiempo hace que el árbol se consuma; no se consume instantáneamente. Moisés sale desesperado de Egipto, huyendo. En el desierto, comienza a trabajar, atendiendo las ovejas de su suegro. Sale de un momento agitado, un momento de presión, y comienza a caminar de un lado a otro, y encuentra un lugar y se casa y comienza a caminar, llevando ovejas de un lugar a otro en el desierto. Y de repente, ve un árbol que a través del tiempo no se quemaba. Aquella visión le hace detenerse. Comienza a caminar hacia el lugar donde el árbol no se consumía. Para determinar que no se consumía, tiene que haberse detenido para aquel árbol, para esa zarza. En el Nuevo Testamento, nuestro Señor Jesucristo cambia el agua en vino; ese milagro es poderoso porque, para que haya un buen vino, tiene que haber pasado un periodo de tiempo; lo curioso es que el maestresala mandó a buscar del vino, y en cuestión de un momento, el agua se convirtió en vino; ahora no tan solo hay un cambio de sustancia, sino que era el mejor vino, y para que haya el mejor vino, tiene que haber un periodo de tiempo. Así que Dios acelera el tiempo.
Dios acelera el tiempo para darnos cosas en ciertos momentos, pero en otros, para darnos revelación, se tiene que detener el tiempo. Tiene que detenerse el tiempo para que tú te tengas que detener.
