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Corriendo el velo

Las consecuencias nocivas de los abusos se deben fundamentalmente a la inoperancia de las personas cercanas a la víctima.

Si usted se relaciona con alguien que ha sido víctima de abuso, le recomendamos sembrar en la persona afectada palabras de bendición, declarando que alcanzará los sueños de su corazón, que nada ni nadie la detendrá en las metas que se proponga, que superará todo vestigio de sufrimiento y que será tan bendecida como jamás imaginó.

A modo general puede decirse que cuanto más crónico e intenso haya sido el abuso y más violencia se haya empleado (ya sea física o psicológica) mayor será el sentimiento de indefensión.

En los casos crónicos de abuso sexual la intervención profesional y el cuidado pastoral probablemente se extiendan en el tiempo, no con la idea de que la persona se fije al dolor y lo utilice como excusa para no avanzar en la vida, sino para que aprenda nuevas formas de relacionarse con otras personas, supere el temor a la intimidad y confíe nuevamente.

Un pequeño grupo de apoyo podría ser una buena alternativa de inicio. El objetivo es que la víctima sane sus heridas, asuma sus responsabilidades y construya su futuro sin anclarse al dolor del pasado.

Cuando más cercano el vínculo, mayores las consecuencias. Y si se tiene presente que 9 de cada 10 abusadores son conocidos por las víctimas es fácil comprender por qué se producen tantos efectos devastadores.

Nadie puede predecir el resultado de la causa judicial, muchas veces la justicia no es justa. Sin embargo, un elemento clave que permitirá al menor superar el trauma es el apoyo y la contención que los padres le brinden en todas las etapas del proceso. La falta de apoyo familiar así como la culpabilización que los padres le adjudican al menor, hunden a la víctima en la orfandad, el desamparo y el aislamiento emocional alargando indefinidamente su padecimiento.

Muchos padres, sin saberlo, sin comprender la importancia de la aceptación y del cuidado que deben dar en el tiempo posterior a la develación del abuso, aumentan las consecuencias negativas sobre sus hijos.

Si su hijo o alguien muy amado ha sido abusado, conviértase usted en su principal motivador. Permita que la autoestima de esa persona sea construida nuevamente. Usted puede ser el máximo canal de bendición y la gran tabla de salvación en el mar de incertidumbre que crea el abuso. Dios lo bendiga en semejante empresa.

 

José Luis y Silvia Cinalli

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