Le ha ocurrido que ha dispuesto un tiempo para orar, está allí incluso apartado de todo, sea en el templo, sea en lo secreto de su habitación, no hay un solo ruido que le distraiga, y su mente está llena de pensamientos que fluyen incontrolablemente y no se puede concentrar.
Usted trata de pensar solo en ese momento y en lo que quiere platicar con Dios, o bien se esfuerza por escuchar su voz, usted está realmente dispuesto, pero de pronto vienen a su mente ciertas preocupaciones, que ni siquiera tienen importancia, es más a lo mejor está pensando en la planeación de su clase de la escuela dominical que no ha preparado y ya mañana tiene que darla, pero usted sabe que no es porque el Señor le quiera hablar de la clase, sino que es un pensamiento abrumador que no le permite escuchar con claridad la voz de Dios.
Empieza a orar y parece que ha podido finalmente atravesar esa espesa niebla de pensamientos, pero dice una palabra en su oración que hace labor de detonante y de nuevo su mente lo lleva a otro lugar y a ocuparse de otras cosas, simplemente no puede atravesar esa barrera, vuelve a caer en ese bache y comienza la batalla para de nuevo entrar en conexión con el Espíritu.
Así ve pasar el tiempo y cuando reacciona, el tiempo que usted tenía destinado se acabó, no tuvo la oportunidad de experimentar intimidad con el Señor, ni siquiera logró sentir su presencia, menos aún lo pudo escuchar, y se siente mal, incómodo, frustrado, es más en ocasiones se pregunta ¿acaso hay algo que estoy haciendo que me hace inmerecedor de poder comunicarme con Dios?
Pueden existir muchas razones para que esto ocurra, pero le comparto algo que me parece importante y que a mí me ha servido mucho:
Primero que nada es necesario disponer no solo el tiempo si no nuestro corazón y en especial nuestro espíritu, debemos entender que Dios es Espíritu y aunque nos comunicamos con él de una manera terrenal y a veces comparamos nuestra relación con Dios como con la de un padre terrenal o un amigo, lo cierto es que la relación con Dios tiene que traspasar los límites de lo terrenal para llegar a ese ámbito espiritual en el que el Señor se encuentra.
Juan 4:24 “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”
El vocablo griego del cual se traduce espíritu en este versículo es pneúma que de acuerdo al diccionario Strong, significa mentalmente disposición, lo cual nos lleva a entender que debemos luchar para que nuestra mente esté dispuesta cuando adoramos, cuando oramos.
En el diccionario de la Real Academia Española, encontramos que espíritu también tiene como significado alma racional, por lo que podríamos decir que también hace falta una plena disposición de nuestra alma.
Por otro lado la palabra verdad se traduce del vocablo griego alédseia, que también significa veraz, esto es que dice, usa o profesa siempre la verdad, pero además el diccionario Strong menciona que proviene del vocablo aledsés, que significa verdadero (como sin esconder), me lleva todo esto a pensar que quizá no somos del todo sinceros y tenemos intereses ocultos que no agradan a Dios y es por ello que no logramos concentrarnos.
Recordemos que incluso cuando hablamos de las peticiones que hacemos al Señor, serán concedidas si pedimos de acuerdo a su voluntad. 1 Juan 5:14 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.”
Y también nos dice Santiago: Santiago 4:3 “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”
Por tanto habremos de analizarnos, por un lado si realmente y racionalmente estamos dispuestos para orar al Señor y adorarle, pero también si no tenemos intereses ocultos que no le honren a él, porque también en Isaías dice con respecto al ayuno:
Isa 58:3-12 “3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. 5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? 6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? 8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; 10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.”
Por otro lado el Señor Jesús nos dice que pidamos esto:
Mateo 6:9-10 “9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Y cuando pedimos que su reino venga, es cuando somos conscientes de que el reino espiritual de Dios es una realidad en nosotros, es cuando el tiempo que le dedicamos a él es eficaz y cuando desde el primer segundo en que nos disponemos a orar entramos a ese nivel en que logramos ver el rostro de nuestro Dios y estamos con él cara a cara.