Mientras el año se acerca a su fin y el mundo se sacude con incertidumbres, Dios nos recuerda que hay un refugio seguro donde nada ni nadie puede tocarnos fuera de Su voluntad. Ese refugio no es un lugar físico, sino una presencia viva: la del Altísimo. Salmo 91–1-“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
Habitar bajo Su abrigo significa vivir cerca del corazón de Dios, tener comunión constante con Él, no solo buscarlo en los momentos de angustia. Es permanecer, morar, descansar y confiar cada día bajo Su sombra protectora.
El salmista no dice “el que visita al Altísimo”, sino “el que habita”. Hay una gran diferencia entre buscar a Dios cuando todo va mal y permanecer con Él todos los días, incluso en calma. Quien aprende a vivir bajo esa cobertura no teme al futuro, porque sabe que el Dios que lo cubre con Su sombra está en control de todo.
En este fin de año, el Señor te invita a volver al abrigo, a renovar tu comunión, a descansar bajo Su sombra. No importa cuán fuerte haya sido la tormenta del año, aún hay paz, aún hay esperanza, aún hay abrigo en el Altísimo.
OREMOS.
Señor, enséñame a habitar en Tu presencia y no solo a visitarla.
Que cada día de mi vida esté cubierto por Tu sombra y sostenido por Tu amor.
Gracias por ser mi abrigo, mi refugio y mi fortaleza segura en todo tiempo.
En el nombre de Jesús, amén