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¿Apruebo o rechazo?

En los próximos días se celebrará un plebiscito nacional en mi país donde los chilenos debemos decidir si la Constitución debe ser reformada o seguir tal cual, de ahí que la opción ‘rechazo’ se refiere a dejarla así, como está; mientras que la opción ‘apruebo’ es dar licencia para modificarla.

Dado que me han preguntado -y hasta acusado- del porqué no doy abiertamente mi preferencia ‘así como otros líderes eclesiales lo han hecho’, he preferido recurrir a un pasaje bíblico donde Jesús, mi maestro, respondió con tal sabiduría a unos que lo cuestionaban con una pregunta similar: “Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?” (Mateo 22:17).

EL CONTEXTO DEL PASAJE
En Mateo 21:28 al 22:14 Jesús había denunciado a los fariseos en tres ocasiones usando para ello tres parábolas. En esta sección -Mateo 22-, los enemigos responden con una serie de tres preguntas para probarlo: los fariseos y los herodianos juntos (22:15-22); los saduceos (22:23-33) y finalmente un fariseo, intérprete de la ley (22:34-40).

Mateo 22:15… “Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra”.
Hasta ahora los líderes religiosos habían intentado desacreditar a Jesús como el enviado de Dios y como el maestro de Israel, pero sin éxito. Parece ser que el adverbio ‘entonces’, con el cual comienza el verso 15 une este pasaje con 21:46 en el que los fariseos estaban indecisos en cuanto a qué hacer con Jesús. Por lo tanto, consultaron entre sí para decidir la mejor manera de eliminarle. Cambiaron su táctica y procuraron enredarle (v. 15), o atraparle, en alguna palabra (v. 15) con el fin de acusarle delante del gobernador romano. “Enredar” o “atrapar” traduce un verbo griego, usado una sola vez en el NT, que se refiere a una trampa que se usaba para atrapar pájaros.

Mateo 22:16… “Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo”.
Los fariseos se pusieron de acuerdo en un plan, pero esto involucraba aliarse con los herodianos. No irían ellos en persona porque no querían asociarse con los herodianos en público, así entonces enviaron a sus discípulos o seguidores para proponerle a ‘esa secta’ que se asociara con ellos, dándoles instrucciones en cuanto a la pregunta que le harían a Jesús. En palabras simples: Los fariseos idearon la pregunta pero los herodianos la lanzaron (Llama la atención la asociación de los fariseos y herodianos en el complot para atrapar a Jesús, pues tenían muy poco en común, excepto este deseo de eliminar a Jesús. Los fariseos mantenían una posición de firme rechazo al dominio romano sobre Palestina, aunque no llegaban al extremo de los zelotes, que empleaban la violencia como método para lograr sus propósitos. En cambio, los herodianos tenían claras simpatías por la dinastía herodiana, quizá con la esperanza de unificar otra vez toda Palestina bajo un solo gobernador).

Mateo 22:16… “Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres”.
Fingiendo admiración por Jesús para ganar su confianza, y con una hipocresía descarada, los enviados mencionan cuatro virtudes que habían observado en él: veracidad, fidelidad como maestro de Dios, libertad del temor de los hombres e imparcialidad (v. 16b). Lo sorprendente es que acertaron, sin querer, al señalar algunas de las cualidades más notables de la persona de Jesús.

Mateo 22:17… “Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?”.
Luego de esta introducción, lanzan la pregunta con la absoluta seguridad de que Jesús caería en su trampa. ‘¿Es lícito dar tributo al César, o no?’ (v. 17). Es una pregunta cargada y peligrosa. Lícito tiene que ver con lo que la ley de Moisés permitía. Si hubiera dicho que no, los fariseos le habrían felicitado, pero los herodianos lo habrían denunciado ante Pilato por un principio de rebelión. Si hubiera dicho que sí, los herodianos le habrían felicitado, pero los fariseos lo habrían denunciado por ser leal al gobierno romano y traidor al pueblo judío. Así, le pusieron en un verdadero dilema, seguros de que no encontraría la salida.

Mateo 22:18-19… “Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario”.
En vez de contestar la pregunta directamente, Jesús empleó el método socrático, respondiendo con dos preguntas para exponer la hipocresía de los interrogadores. La primera pregunta fue, “¿Por qué me tentáis, hipócritas?”. Discernió la malicia de ellos (v. 18) y se los hizo saber, entendiendo su propósito de “probar”, o “tentarle” (compárese Mateo 4:1), con el fin de hacerle caer. Jesús les pidió una moneda pues con esta les daría una lección en base a una segunda pregunta (v. 19). Jesús acá nos enseña a no responder directamente (o de plano no hacerlo) aquellas pregyntas capciosas que buscan que nos enredemos con nuestra contestación; tales preguntas

Mateo 22:20… “Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción?”.
La segunda pregunta de Jesús era: ‘¿De quién es esta imagen y esta inscripción?’. Con ella obligó a los interrogadores a reconocer el dominio romano, representado en la persona de Tiberio César cuya imagen estaba en la moneda. “Le dijeron: De César” (v. 21). Y con esta respuesta el Maestro se manda una frase ‘para el bronce’ que vale la pena analizar lo cual haremos a continuación.

Mateo 22:21… “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”.
Con esta frase -corta e incisiva- Jesús respondió a la pregunta inicial de los líderes religiosos: ‘¿Es lícito dar tributo al César, o no?’ (v. 17). Ellos preguntaron si la ley de Moisés permitía dar tributo al emperador, pero Jesús contesta literalmente: “Dad, pues, a César lo que es de César”. Pero el sentido de la palabra ‘dad’ usada por Jesús no es el de ofrendar (como entendían los fariseos), sino el de ‘devolver’. El impuesto no es algo que uno ‘da’ (ofrenda, dádiva, donativo), sino que es ‘el pago de una deuda’, es ‘devolver’ lo que uno debe por los beneficios recibidos del gobierno . En esta contestación, Jesús reconoce y apoya el principio del gobierno civil en general, y en particular, el gobierno romano. A pesar de este testimonio, más tarde le acusan falsamente de haber prohibido dar tributo a César (Lucas 23:2). Por otra parte, “dad a Dios lo que es de Dios” constituye una dimensión que no figuraba explícitamente en la pregunta de los fariseos y herodianos (este ‘dad a Dios’ significaba para Jesús una entrega total a Él, sin reservas y condiciones, algo que ni fariseos ni herodianos estaban dispuestos a hacer). Existía pues un antagonismo irreconciliable, según los fariseos, entre el apoyo al gobierno romano por medio de los impuestos, por un lado, y por otro, la lealtad a Dios. Jesús, en cambio, indica que el creyente tiene deberes hacia el reino civil y al reino espiritual. Son deberes distintos, ‘pero no necesariamente antagónicos’ (léase Romanos 13:1-5; 1 Pedro 2:13-17).

Mateo 22:22… “Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron”.
A pesar de la vileza de su intención de buscar un motivo para acusar y destruir a Jesús, los enviados no pudieron menos que maravillarse de la contestación sabia e irrefutable de Jesús. Quedaron con la boca abierta, pero sin nada que decir.

APLICACIÓN
Siempre habrán personas que querrán llevarnos a la orilla de su playa, usando para ello artilugios, preguntas capciosas, engaños y hasta cierta ‘verborrea confusa’ para que caigamos en nuestras propias respuestas; otras personas ‘exigirán de nosotros una declaración pública’. Pero de la entrevista de Jesús con los fariseos-herodianos aprendemos algunas cosas:

  1. Jesucristo fue siempre una persona vigilada por sus adversarios quienes le tendían trampas continuamente. Pero está escrito que quien cava una fosa cae en ella; tarde o temprano se es víctima de aquello que se es cómplice (Proverbios 26:27).
  2. Se comienza mal cuando se pregunta mal. “¿Es lícito dar tributo al César, o no?” Todo lo establecido legalmente es lícito (nos guste o no). Debería haberse preguntado de otra manera, por ejemplo: “¿Es correcto responder a las leyes del César antes que a las leyes de Dios?”. Las preguntas mal hechas conducen a respuestas equivocadas, un maestro sabio sabe esto y tiene derecho a responder para corregir a los interrogadores.
  3. Si se contrapone el derecho divino al derecho establecido por los hombres, habrá que juzgar como Pedro, “considerad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19).
  4. El cristiano, como buen ciudadano del reino de Dios, manifiesta su sometimiento a las autoridades por Él establecidas. Pero ambos, las autoridades y los ciudadanos, son entes que deben estar sometidos a la autoridad divina.
  5. Demos a Dios lo que pertenece a Dios, y al César lo que es del César. Pero lo que es del César también pertenece a Dios. Si el César no entrega a Dios lo que le corresponde, el Soberano demandará algún día lo que se le debe.
  6. En ocasiones nos presionarán para responder preguntas ‘cargadas’, la motivación detrás no es conocer tu punto de vista, saber tu opinión o crecer por medio de la información recabada; sino, hacernos caer por medio de lo que respondimos. Por eso, de Jesús aprendemos esto: “Ante las preguntas de Herodes, el Señor guardó silencio; frente a las acusaciones de los Ancianos judíos, enmudeció. Y cuando Pilato lo interrogó, apenas abrió su boca para decirle ‘tú lo has dicho’”. El Maestro dominaba la habilidad de permanecer en silencio cuando debía hacerlo, y responder solo lo justo y necesario cuando lo consideraba preciso… algo que también nosotros debemos aplicar.

FINALMENTE…
Digámosle ‘no’ a la tendencia de publicarlo todo, explicarlo todo, responder a viva voz (algo tan común hoy, las RRSS así nos han mal-enseñado). El silencio suele ser más sabio que los gritos que se lanzan desde las azoteas; sobre todo cuando ‘los fariseos y herodianos andan buscando cualquier excusa para destruirnos’. Con esto no estoy diciendo que no debamos votar, al contrario, ‘démosle al César lo que es del César’… o sea, ir a las urnas y marcar una preferencia es un deber para con el gobierno. Y ‘démosle a Dios lo que es de Dios’… o sea, usemos el libre albedrío que Él nos dio para elegir aquella alternativa que creemos mejor, no por miedo, no porque me dijeron, no porque fulano o sultano opina de esa manera… sino porque nosotros -después de un período intenso de oración, investigación y análisis- hemos llegado a esa conclusión.

─ Entonces Gabriel, ¿aprueba o rechaza?
─ Iré a las urnas a votar
─ Pero no me ha respondido, ¿qué opción elige?
─ Ya te respondí. En la privacidad del cubículo ejerceré el derecho que el César me da y usaré el libre albedrío con el que Dios me bendijo
─ ¡Bah! usted no es “ni fú ni fa”, ¡no quiere quemarse! ¿Por qué no responde como otros líderes cristianos dando su opinión en público?
─ (silencio)

Post Data: No haré pública mi elección, creo (y esto lo digo con mucha humildad) que de alguna manera mis escritos influyen. Respeto a quienes hacen pública su tendencia, sea la una o la otra, pero yo no lo haré. ‘Los rechazo’ y ‘los apruebo’ son bienvenidos en mis redes sociales, siempre y cuando no quieran imponerme sus criterios y estén dispuestos a leer mis enseñanzas y crecer con ellas. Y por favor, no usemos las Escrituras para favorecer una opción y desmerecer la otra. Esto aplica tanto para los rechazo y los apruebo, y también para líderes eclesiales que tienen gran influencia en el pueblo evangélico. Esos líderes tienen derecho a opinar pero no a inducir a sus seguidores hacia una tendencia, no actúe como los fariseos o los herodianos.

Recursos Bibliográficos Usados

  • Comentario Bíblico Mundo Hispano
  • Biblia de Estudio Plenitud
  • Diccionario Bíblico en línea
  • Apuntes personales clases de Exégesis
  • Diferentes versiones bíblicas
Fuente:
Gabriel Gil

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