Tenemos que tener nuestra atención centrada en la salud y satisfacción y que todo esté bien en nuestra alma.
Estamos consciente de la presencia de Dios en nosotros y en nuestro alrededor como amor, una energía que sana y armoniza. Al vivir desde esta base de conciencia espiritual, experimentamos bienestar, incluso en medio de pruebas. Los problemas humanos no nos deben privar de confiar en el Espíritu, de saber que nuestra alma siempre está en perfección divina —así como fue creada.
Así como recordamos que el sol resplandece por encima de las nubes aun en los días más tormentosos, afirmemos que todo está bien en nuestra alma. Descansamos y sentimos la paz que viene del Espíritu Santo.
Cuando oramos, mantengamos en la mente una imagen de buena salud y bienestar. Permanezcamos con la atención centrada en el bien que deseamos, en la salud, la satisfacción, el amor y el gozo.