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Adoración Verdadera. Desafíos y Decisiones en el Viaje de Israel hacia la Libertad Espiritual

Cuando vemos la manera cómo Israel salió de Egipto nos preguntamos ¿por qué Dios no usó un método directo para sacarlos de allí, sino que trajo diez plagas para lograr su fin? Las plagas enviadas a Egipto tuvieron un propósito ético y necesario; pero, además, las plagas tuvieron un valor didáctico, porque ellas fueron dadas para glorificar a Dios y su poder. Éxodo 8:25, 28; 10:11-24

No fueron dadas para exaltar a una nación, o a algún líder en particular, sino para traer una enseñanza a Israel y a Egipto. Por otro lado, las plagas no llegaron sin una advertencia previa al faraón, con el propósito de dejar ir a Israel y evitar la destrucción a la que fueron sometidos.

Israel estuvo por más de cuatrocientos años siendo un pueblo esclavizado, y cuando Moisés fue a visitarlos se nos informa que ellos gemían a causa de la esclavitud impuesta por el faraón por la pesada carga, porque ellos eran quienes elaboraban los ladrillos para construir las ciudades de almacenamiento.

Pero la hora había llegado, y Dios vio y escuchó su condición: “El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen” (Éxodo 3:9). Ahora Moisés ha llegado al palacio de donde salió cuarenta años atrás para exigirle al faraón dejar ir a su pueblo para adorarlo en el desierto.

Y cuando Moisés creyó que ante su primer pedido el faraón cedería, esta fue la respuesta: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo 5:2). ¿Qué hubiera hecho usted con una respuesta así? Pero, aún más ¿hubiera aguantado las veces que Moisés fue delante de faraón con la misma solicitud?

Sin embargo, mientras el faraón le propuso a Moisés unos cómodos arreglos para dejar ir a Israel, él no negoció la salida bajo ningún término. Con esto Moisés nos muestra que a Dios le debemos un servicio total. A Él le debemos una adoración completa con todo lo que tenemos.

No podemos aceptar ningún tipo de arreglo con el “faraón” cuyo propósito es apartarnos de nuestro servicio a Dios. Entonces, ¿qué debemos hacer para servir al Señor con todo? ¿Cuál debe ser nuestra más firme decisión en esto?

PRESENTAR UNA ADORACIÓN EN EL LUGAR CORRECTO
En Egipto Había Otros Dioses, Pero No El Verdadero (8:25-27)
Moisés estaba consciente de la abominación que representaba para los egipcios adorar a otro dios que no fuera el de ellos. Si adoraran en Egipto, estarían expuestos a la ira de los egipcios (vers. 26). Pero lo era también para Israel. Israel al ser esclavizado por tantos años supo de los dioses que adoraban a los egipcios. Observaban los ritos y las formas, así como a las distintas figuras a quienes ellos les rendían pleitesía, y ante quienes quemaban sus sacrificios.

La decisión de Dios —que era la que cumplía Moisés—planteaba la necesidad de adorarle en el desierto. Esto fue lo que Dios había dicho desde el principio: “Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le dirás: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios” (Éxodo 3:18).

Ante la petición de Faraón de quedarse en su propia tierra para adorar a su Dios, Moisés se mantiene firme de hacerlo en esa tierra de esclavitud. El creyente debe tener la misma posición de Moisés; nos debemos a Dios, y sólo a Él adoraremos.

Egipto Es Sinónimo De Esclavitud
Egipto representa nuestra vieja vida; esa vida de nuestros pecados pasados que nos esclavizaron. Representa aquel estilo de vida gobernado por la carne, el pecado y el príncipe de las tinieblas. La pretensión del “faraón” es seguir adorando a Dios, pero sin necesidad de salir de “Egipto”.

Tengo la impresión de que algunos creyentes han hecho caso a esta propuesta. Como Satanás no puede arrebatar las almas ya salvadas, busca la manera como los creyentes sigan adorando a su Dios, con tal que no abandonen a “Egipto”. Esta dicotomía de la vida hace que el creyente actúe de una manera dividida al momento de dedicarse al Señor.

¿Cuál es el sentido de este texto? Que quienes ofrecen un sacrificio aceptable a Dios deben apartarse de los impíos y profanos. El mandamiento de Dios es no amar al mundo y sus placeres (1 Juan 2:15-16).

Israel no podía celebrar una fiesta a Jehová entre los hornos donde hacían su trabajo con ladrillos o entre las ollas de carne de Egipto. La adoración a Dios debe ser hecha en medio de la libertad. Ciertamente Israel todavía estaba en Egipto, pero ahora respira un aire de libertad.

TOMANDO LA DECISIÓN DE IR MÁS LEJOS
Hay Una Tendencia En El Corazón Para Regresar (Vers. 28)
Después de cuatro plagas, el faraón desea dejar ir a Israel al desierto, pero no ir tan lejos porque de esta manera podía traerlos otra vez de vuelta. ¿Y no es así como obra el pecado? Algunos pecadores después de estar convictos de sus pecados se apartan de ellos, pero sin alejarse mucho para que cuando pasa la culpa regresen nuevamente a ellos.

Para el faraón, mantener esclavizado a Israel con el fin de lograr sus propósitos era muy importante, por esto lucha de una manera desesperada, buscando todo tipo de arreglos con tal de no dejarlos ir. A estas alturas el faraón ha descubierto cuán poderoso es el Dios de Israel, comparado con sus dioses.

Como Moisés no aceptó ofrecer adorar a Dios en Egipto el faraón sugiere la posibilidad de irse, pero no tan lejos de Egipto. Trabaja con astucia para un arreglo de la salida, pero que no se escape de su alcance. Moisés prometió eliminar las plagas si el faraón no vuelve a hacer tratos engañosos… pero al final lo volvió hacer. Tratar de engañar a Dios con una falsa rendición a Él es engañar a nuestra propia alma. Debemos decir ir más lejos en la adoración.

Hay Mayor Bendición Al Salir Más Lejos.

El “no ir tan lejos” sigue siendo el planteamiento del “faraón” de hoy. Es aquel tipo de arreglos para ser creyentes sin ningún impacto. No ir más lejos es no preocuparnos por el crecimiento espiritual; es no hacer de la palabra de Dios, o de la oración las disciplinas que nos darán las continuas victorias.

Algunos se preguntan, ¿para qué ir tanto a la iglesia? ¿Qué hacer todo el tiempo en sus actividades? ¿Para qué preocuparse por los demás? La conclusión para algunos es que hay diversiones en el mundo mucho más “agradables” que las de la iglesia. ¡No vayas tan lejos! ¿Para qué ir tan lejos si al final vamos para el cielo?

Y así, el enemigo le está ganando la batalla a la iglesia, pues ésta lucha por el crecimiento espiritual de sus miembros, mientras que hay una incesante voz que dice “sirve a Dios, pero no se consagran tanto”. Sin embargo, la orden de nuestro “Moisés”, representado en Cristo, es ir más lejos en nuestro servicio al Señor.

La verdad es que algunos creyentes no han ido muy lejos en su vida espiritual. Es más, hasta están retrocediendo. Cuando vamos más lejos disfrutamos de la verdadera vida cristiana.

ASEGURÁNDONOS DE IR CON TODA LA FAMILIA
Porque Dios Quiere Una Familia Unida (10:9)
A estas alturas el faraón es un hombre derrotado. Sin embargo, su corazón no se ablanda. Ahora es el hombre que cede una parte y después se retracta. Es el hombre que teme por un momento, pero su obstinada actitud lo vuelve a endurecer. Las pesadas plagas lo han venido minando.

Admite que ya no es el “dios” todopoderoso de la tierra; ahora sabe quién es Jehová a quien desafió al principio. De modo, pues, que sigue negociando la salida. Desea dejar ir a Israel, pero sabe que con su salida se va también la prosperidad de Egipto. Ellos fueron bendecidos con la presencia de ese pueblo desde que llegaron sus antepasados a la región de Gosén.

La pérdida va a ser muy grande de allí que presenta una penúltima negociación. Pero esta negociación era más peligrosa que las anteriores. Él sugiere que se vayan solo los varones (vers. 11). ¿Qué estaba pretendiendo con esto el faraón? ¿Cuál era su propósito con semejante propuesta? ¿Cómo se puede servir al Señor sin que la cabeza del hogar esté presente? ¿Pero no sucede así ahora?

Porque El Hombre Es Cabeza Del Hogar
Hay padres que le estarían haciendo caso a la recomendación del “faraón” de irse dejando a las mujeres la responsabilidad de la familia. Hay marcadas tendencias donde los padres se constituyen más en simples proveedores en lugar de ser los auténticos conductores de la vida familiar.

Una extraña filosofía moderna nos hace ver que los hijos podrán valerse por sí mismos para su educación escolar lo relacionado al asunto de sus elecciones, pero la verdad es otra. Nada puede sustituir la función del varón en la familia. El derecho de formar a mis hijos es un asunto no transferible.

El modelo para mi hijo no es el cantante de moda, el profesor de su colegio, o su ministro religioso. El modelo de mi hijo soy yo, su padre. El padre es la cabeza del hogar, pero el “faraón” quiere cortar esa cabeza. Esa responsabilidad me la dio el Señor. El padre no debería abandonar su mejor legado. Los hijos le fueron dados para levantarlos como “plantas crecidas en su juventud” y a sus hijas como “las esquinas labradas como las de un palacio” (Salmos 144:12)

LLEVANDO LOS BIENES PARA EL SERVICIO A DIOS
Porque Los Bienes Son Bendiciones Recibidas (10:24)
La última negociación del faraón resulta patética. En su desesperación, sabiendo que ya estaba destruido, llama a Moisés y Aarón y les dice que vayan a adorar a su Dios en el desierto; que se vaya toda la familia, pero que dejen sus ganados, o sea, todos sus bienes.

Este detalle es muy curioso. Imagínese lo siguiente. Los expertos dicen que Israel podía llegar a unos dos millones de personas para el tiempo cuando partió de Egipto; por lo tanto, la cantidad de ganado sumado por cada familia tuvo que ser muy grande.

A esto debe añadirse que mientras las plagas destruyeron casi todo el ganado de los egipcios, el de los israelitas permaneció intacto. Esto planteaba que la desesperación del rey era de dimensiones imponderables. Él sabía cómo estaba su pueblo. La plaga del granizo destruyó muchos productos agrícolas y gran parte del ganado requerido para su sustento.

De esta manera le plantea a Moisés la oferta final para dejarlos ir (vers. 24). Pero Moisés jamás vaciló ante estas pretensiones, de allí su respuesta del (vers. 26). Los bienes no eran del faraón, eran de Israel, y lo necesitaban para servir al Señor.

Porque Con Nuestros Bienes Adoramos Al Señor
Los bienes materiales representados aquí por el ganado forman parte de nuestra adoración al Señor. Esta negociación es la que sugiere que el creyente no debe preocuparse de la mayordomía cristiana; que como Dios es rico en todo no tiene necesidad de mis de mis pocas cosas.

A la hora de entregar nuestros diezmos y ofrendas la tentación es la misma. Una y otra vez vendrá a la mente todas las cosas que se necesitan y que se pudiera comprar con lo que debo a mi Dios. La adoración sin rendir mis bienes al Señor está incompleta.

Moisés sabía que el pueblo no podía venir con las manos vacías al momento de presentar sus sacrificios. Así también nuestra adoración involucra los diezmos y las ofrendas. Quedarnos con ello es no ser agradecido al Dios que todo lo da, y con eso estamos cerrando las puertas de las bendiciones derramadas desde el cielo.

Por cuanto Dios dio lo mejor de lo que tenía para salvarnos, no el diezmo o alguna ofrenda, sino a su Hijo, debemos decidir servirle con todo lo que tenemos. De Dios recibimos el 100% de todo, ¿es mucho servirle con nuestros bienes recibidos?
La resolución de Moisés debe ser la nuestra también. “Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros ancianos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; hemos de ir con nuestras ovejas y con nuestras vacas, porque tendremos una fiesta de Jehová” (10:9). No hay tal cosa como hacer convenios con lo que a Dios le pertenece.

La vida media cristiana es una sin retoques y sin compromisos. El “faraón” moderno nos dice que se puede adorar a Dios, pero seguir cohabitando con la vida en el mundo. Que se puede adorar a Dios, pero que no es necesario tomar las cosas de Dios tan en serio.

También dice que está bien adorar al Señor sin que esté toda la familia involucrada, y que se puede adorar a Dios sin necesidad de ofrecer mis bienes. Pero la propuesta de Dios no tiene términos medios, o es todo o nada. La adoración a él no admite convenios. Él nos hizo libres para su servicio y adoración.

 

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