Muchos de nosotros estamos familiarizados con ella y con frecuencia usamos la expresión: «Ya se comienza a sentir la Navidad». Después del Día de Acción de Gracias se comienzan a ver las decoraciones en las casas y los arbolitos de Navidad comienzan a cobrar vida.
En especial, un nuevo ambiente festivo se comienza a sentir. En la mayoría de las iglesias el primer domingo de diciembre se comienzan a cantar himnos de Navidad y los sermones, por lo general, se concentran en el tema del anuncio y nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
En muchos comercios hoy día se vuelve a decir: Feliz Navidad y las bolsas en los mercados imprimen ese saludo. Este año, por primera vez estaré celebrando la Navidad en la ciudad de Fort Myers en Florida donde ahora vivimos. Esta mañana me sorprendió la noticia de que los alumnos de diferentes escuelas y grados escolares del Suroeste de Florida están cantando canciones de Navidad en el aeropuerto de Fort Myers para saludar a los viajeros que llegar y ayudarlos a captar el espíritu de la Navidad. Esta iniciativa se debe a la Autoridad Portuaria del Condado Lee y su programa musical «Sonidos de la Estación» (Sounds of the Season).
Esta es mi época favorita del año y desde muy temprana edad, hubo actividades en las cuales siempre he participado, entre otras, las cantatas de Navidad. En mi casa, desde muy pequeño, me enseñaron que esta es una temporada para dar. En realidad, lo que se celebra es el inmerecido regalo de Dios de Su Hijo Unigénito. ¿Qué mejor manera de celebrar ese invaluable regalo que dando?
Pero si somos honestos, cada uno de nosotros está esperando recibir un regalo. Dar regalos en Navidad es una práctica universal, en todas las culturas se aprecia la generosidad. Muchas veces, erróneamente, se asocia la generosidad con la opulencia. Algunas personas, en la misma medida que adquieren más riquezas se vuelven más mezquinas.
Recordemos la historia de la viuda pobre que narra Lucas 21:3-4. Esta historia se mal interpreta con mucha frecuencia y algunos dicen, no importa lo que se dé, es solo un asunto de actitud. Pero en este caso en especial, la viuda no dio lo que le sobraba sino por el contrario dio todo lo que tenía, que no era mucho, porque era muy pobre. No fue solo la actitud de dar, sino la de dar con generosidad, mucho más allá de lo que cualquiera pudiera pensar lo que llamó la atención de Jesús.
Luego de permanecer en la misma iglesia por más de trece años y de que esa iglesia celebra la Navidad de una manera espectacular, no solo con el Concierto de Navidad sino invitando a los miembros a donar provisiones para armar Cestas de Navidad que se reparten entre los necesitados de la Comunidad. Por ejemplo el año pasado, se repartieron 4,800 cestas valoradas, cada una en $50.00, honestamente el domingo pasado me sentía nostálgico y un poco deprimido, hasta que descubrí que en mi iglesia actual tienen un programa parecido. Se ofrece el Concierto de Navidad y se pide que ese día los asistentes traigan, cada uno, una contribución en alimentos para distribuirlos entre los necesitados en nuestra Comunidad. Pienso que esta es una linda manera de mostrarles a otros que ellos son importantes para nuestro Dios.
El mayor problema de hoy día es que algunas veces estamos tan ensimismados en nuestro «propio mundo» que olvidamos prestar atención al mundo que nos rodea. Hay mucha gente sufriendo y con necesidades que nosotros debemos y podemos aliviar. ¿Cómo hablarles del amor, sin amarlos? ¿Cómo ignorar sus sufrimientos desde nuestra abundancia?
En esta época maravillosa, extraordinaria, mágica, en la que celebramos el recibimiento del mayor regalo que jamás se hubiera hecho a pecadores que no lo merecíamos, te invito a reflexionar, una vez más en la historia que narra Lucas 21:1-4 y te invito a que este año seas generoso, dando a tu iglesia, para la obra de Reino, más allá de lo que normalmente das. ¡Feliz Navidad!