En la palabra de Dios podemos ver que uno de los pecados que nuestro Señor Jesucristo más señaló y más atacó en su ministerio público fue la hipocresía en sus diferentes formas de manifestarse. MATEO 23-28-
De hecho si nos damos cuenta una de las actitudes más atacadas por las personas ajenas a la iglesia es la hipocresía de los cristianos, con la típica frase “En las iglesias hay muchos hipócritas…”
Pero definamos primeramente ¿que significa ser un hipócrita? Tenemos que saber que el concepto de hipocresía proviene de un vocablo griego que hace referencia a la función de desempeñar un papel, es decir, de actuar. En la Antigua Grecia un hipócrita era un actor teatral.
Es por eso que en la actualidad la palabra hipócrita se refiere a alguien que FINGE ser alguien que no es, es decir que es un actor, no en un teatro sino en la vida diaria, es decir es alguien que FINGE una cualidad, sentimiento, virtud que en realidad no tiene.
Y aunque nos puedan molestar las palabras y los comentarios de las personas que afirman que en las iglesias hay muchos hipócritas, pues nuestra mirada tiene que estar en Jesús no en las personas, pero no podemos negar que SI en la realidad habemos muchos cristianos que vivimos vidas llenas de hipocresía, es decir que vivimos un cristianismo lleno de FINGIMIENTO.
Y como no debemos señalar la hipocresía o él fingimiento de nuestros hermanos sin antes haber reflexionado en nuestro propio fingimiento o hipocresía, lo primero que tenemos que reconocer es el fingimiento que hay en cada uno de nosotros.
Cuando decimos “Ya no mas hipocresia” estamos diciendo: YA NO MÁS FINGIMIENTO, es por eso que tenemos que ver en nosotros mismos cuales son aquellas acciones y actitudes que la palabra de Dios nos enseña que muchos cristianos hacemos fingidamente.
Pero no solamente para reconocerlas, sino para cambiarlas con la ayuda de Dios:
I) YA NO DEBEMOS FINGIR AMOR HACIA NUESTROS HERMANOS EN CRISTO (ROMANOS 12:9 / 1 PEDRO 1:22)
Hay una alabanza que nos dice que “No hay saludo mas lindo que el saludo del cristiano…” pues el saludo del cristiano es una bendición para la vida de nuestro hermano en Cristo.
El problema es que lastimosamente muchas veces es un saludo muy lindo pero fingido, pues con la misma boca con que bendecimos a nuestros hermanos con esa misma boca murmuramos en contra de ellos, con la misma boca que los bendecimos también contamos chismes de ellos a sus espaldas, y la palabra de Dios nos dice que esto no puede ser así (Santiago 3:10-11)
Lastimosamente muchos cristianos llamamos hermano a nuestro prójimo en la iglesia, pero en la realidad los tratamos como enemigos, sin misericordia para criticar, sin misericordia para hablar mal de ellos, sin misericordia para ayudar cuando no necesitan, es por eso que la palabra de Dios nos manda no solamente a amar de palabra sino de acción (1 Juan 3:18)
Tenemos que saber que los OCHO “NO” DEL AMOR de primera de Corintios trece primeramente se tienen que aplicar en la iglesia del Señor (1 Corintios 7:4-6)
Igualmente tenemos que cuidarnos de los que fingen amor para su propio beneficio, para aprovecharse del hermano en Cristo (2 Pedro 2:2-3) para sacar lucro y provechos de la inocencia y la buena intención del hermano o de la hermana.
II) YA NO DEBEMOS FINGIR NUESTRA FE (1 TIMOTEO 1:5 / 2 TIMOTEO 1:5)
Nosotros podemos fingir que somos cristianos de fe genuina, que nuestra adoración es verdadera, que nuestras lágrimas son de un corazón quebrantado, nosotros podemos fingir que vivimos una fe genuina por la manera como actuamos en la iglesia, pero Dios conoce la realidad de nuestra fe, y también nuestra familia.
Nosotros como cristianos debemos mostrar nuestra fe no viviendo una fe de iglesia o solamente del culto de domingo, sino viviendo nuestro cristianismo en nuestro hogar
No podemos exigirles a nuestros hijos que vivan un estilos de vida que ellos mismos ven que nosotros no vivimos.
Nuestra familia, nuestros prójimos y también nuestros vecinos, necesitan más cristianos como Loida y Eunice, que no viven una fe fingida, es decir que no viven un cristianismo de hipocresía, sino que reflejan él poder y el amor de Dios en sus vidas.
III) YA NO DEBEMOS FINGIR EL ARREPENTIMIENTO (JEREMIAS 3:10)
Lastimosamente muchos cristianos no reflexionamos que las consecuencias de nuestro pecado un día nos alcanzaran, pensamos que podemos vivir practicando el pecado y enredados en estilos de vida que no agradan a Dios y que las consecuencias no llegarán a nuestra vida, pero esto no es así.
La palabra de Dios nos muestra que si no tenemos arrepentimiento un día nuestro pecado nos alcanzará (Números 32:23)
Pero tristemente cuando las consecuencias de nuestro pecado nos alcanzan y viene el dolor y la aflicción a nuestra vida, aun en esas condiciones hay hipocresía en nuestro corazón, pues muchas veces fingimos que estamos arrepentidos, venimos con lágrimas en nuestros ojos, venimos ante el Señor y ante nuestra familia haciendo promesas con palabras fingidas que no vamos a cumplir.
Pero se nos olvida que el verdadero arrepentimiento no son solamente palabras, no son solamente lágrimas, no son solamente promesas, el arrepentimiento verdadero produce conversión, es decir un verdadero cambio en nuestra vida (Hechos 3:19)
CONCLUSIÓN: Decidamos decir para nuestra vida: Ya no más hipocresía, porque tenemos que recordar lo que la palabra de Dios nos enseña: DIOS NO PUEDE SER BURLADO!!