No se sabe cuándo empezó, pero hace ya hace mucho tiempo que el lenguaje gestual ha incorporado un pequeño alzamiento de manos y una rápida flexión de dos dedos, eso significa el signo de las comillas, y se utiliza para dar a entender que lo que uno está diciendo no hay que tomarlo muy en serio. ISAIAS 2913.
Por ejemplo, muchas veces decimos:
Ella dice que él es su “Esposo” eso significa que en realidad esas personas no están casados, sino que están en otro tipo de relación.
Mi papá dice que “no tiene dinero”, eso significa que sabemos que, si tiene, pero en realidad no quiere darnos dinero.
Pero qué duro y que triste es cuando alguien se refiere a nosotros diciendo: Él es “cristiano” eso significa que ellos saben que nosotros decimos ser cristianos, pero en realidad no lo demostramos, que nuestros labios dicen una cosa, pero nuestras acciones dicen lo contrario.
Este momento de la historia que estamos viviendo es un momento muy oportuno para que tomemos decisiones muy importantes para nuestra vida cristiana, pues las circunstancias que estamos enfrentando no podemos dejar de tomarlas en serio, pues el mundo no está viviendo una “pandemia” no está viviendo una “crisis”, NO, verdaderamente estamos viviendo tiempos de crisis, de incertidumbre, de cambios, de peligros.
Y una de las principales decisiones que debemos tomar es ya dejar de ser cristianos “entre comillas” y para lograr eso tenemos que reconocer que YA ES TIEMPO QUE NOSOTROS TOMEMOS EN SERIO NUESTRA VIDA CRISTIANA,
TENEMOS QUE TOMAR EN SERIO NUESTRA COMUNIÓN CON DIOS (JUAN 15:5)
Para Cuántos de nosotros nuestro tiempo con Dios depende de que, si nos queda tiempo, si nos recordamos, si no estamos muy ocupados, de si no estamos muy cansados, etc.
Hoy es el momento de salir de nuestra MEDIOCRIDAD ESPIRITUAL, estamos viviendo tiempos en los cuales vamos a necesitar fortaleza, fe, esperanza, y tenemos que comprender que separados del Señor, no vamos a poder enfrentar las crisis que vienen, para la sociedad y para nuestra familia.
Tenemos que comprender que nuestra comunión personal con Dios no es opcional, no tiene que depender de nuestras CIRCUNSTANCIAS, sino de NUESTRAS PRIORIDADES.
Esto significa que podemos estar ocupados, cansados, desanimados, pero nuestra comunión con Dios leer su palabra, orar, congregarnos, será lo primero en nuestra vida y en nuestra familia.
TENEMOS QUE TOMAR EN SERIO NUESTRA CONFIANZA EN DIOS (SALMO 20:7)
¿Tomarnos en serio nuestra confianza en Dios? Esto significa no solamente decirlo sino también vivirlo, pues muchos de nosotros decimos confiar en Dios, pero en la realidad nuestra esperanza está en la ayuda que las personas nos puedan dar, o en lo que las personas puedan hacer por nosotros.
Decimos que confiamos en el Señor, decimos que él tiene poder, pero vivimos siempre dependiendo de nuestros prójimos, nos humillamos ante los hombres y soportamos humillaciones de ellos buscando ayuda, teniendo un Dios de poder que cuida de cada uno de nosotros y es por eso que la palabra de Dios nos dice algo duro pero real (Jeremías 17:5)
Si lo aplicamos a este tiempo de pandemia, podemos reconocer que estamos viviendo tiempos en los cuales en nuestros países hay muchos planes, leyes, decretos, promesas etc., pero si de algo tenemos que estar seguros es que todo puede fallar, menos nuestro Dios.
En nuestros países las palabras más comunes son cuarentena, ley de emergencia, planes de contención, toque de queda, y otros, pero nosotros tenemos que tener bien enfocada nuestra fe, debemos orar que los planes de las autoridades que Dios ha establecido funcionen, pero nuestra confianza tiene que estar únicamente en Dios, él no nos fallará, él no nos abandonara (Isaías 49:15)
TENEMOS QUE TOMARNOS EN SERIO NUESTRO TESTIMONIO (1 Corintios 6:20)
Tenemos que reconocer que una de las causas principales por las cuales las personas nos consideran cristianos “entre comillas” es por nuestro testimonio, o diciéndolo de una manera más exacta, de nuestro MAL TESTIMONIO.
Es decir que tenemos que tomarnos en serio una pregunta muy importante: ¿Mi vida da gloria a Dios? Lo que hago, lo que digo, lo que escribo, lo que comparto en redes sociales, ¿dan gloria a Dios? Si la respuesta es NO, debemos recordar que somos del Señor. Él nos ha comprado con su sangre para que demos frutos para él (Mateo 7:17-20