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¿Alguna vez has perdido una llave? Tal vez la de una puerta importante en casa, la de un cajón con algo valioso dentro o la de un lugar al que necesitabas entrar urgentemente. Al principio, lo buscas con desesperación, pero cuando no aparece, optas por dejarlo así. Cierras la puerta, sigues adelante y, con el tiempo, hasta te olvidas de lo que quedó del otro lado.
Pero, ¿qué pasa cuando esas llaves no son físicas, sino emocionales y espirituales? ¿Qué sucede cuando cerramos puertas en nuestro corazón para no volver a sentir el dolor de una herida? Creemos que al bloquearlo, lo hemos superado. Pero lo cierto es que esas habitaciones siguen allí, intactas, acumulando el peso del resentimiento, la amargura y el dolor. ¿Y si Dios hoy te está pidiendo que busques esa llave y abras la puerta para que Él sabe lo que está dentro?
Yo también pensé que había perdonado. Había sido obediente, había buscado la reconciliación con muchas personas. Pero Dios me mostró que aún guardaba llaves en mi bolsillo, puertas cerradas con doble candado donde se escondían las heridas no sanadas. Y cuando me enfrenté a un diagnóstico de cáncer, entendí que el perdón no era un favor para quienes me habían herido, sino la llave que Dios me estaba dando para mi propia sanidad.
«Abandonen toda amargura, ira y enojo… más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (Efesios 4:31-32).
Perdonar no es olvidar ni minimizar lo que pasó. Es soltar el derecho a hacer justicia por nuestra cuenta y entregárselo a Dios. No se trata de lo que nuestros ofensores merecen, sino de la libertad que Dios quiere darnos.
Una oración para hoy: Señor, hoy decido buscar las llaves que he guardado y abrir cada puerta de mi corazón. Muéstrame las áreas donde aún guardo dolor y ayúdame a soltar el resentimiento. Dame la humildad para perdonar y la confianza para creer que en tus manos está la justicia y la restauración. Gracias porque tu amor cubre mis heridas y me hace libre. Amén.
Reflexiona: ¿hay alguien a quien necesitas perdonar? Puede ser otra persona, o incluso a ti misma. Escríbelo y preséntalo en oración. Luego, da un paso de obediencia. Tal vez signifique soltar la carga en tu corazón, orar por esa persona o incluso escribirle un mensaje. No se trata de lo que sientas en este momento, sino de confiar en que Dios puede sanar lo que tú no puedes.
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Amada, Dios tiene una nueva temporada para ti. No permitas que el peso del pasado te impida avanzar. Entrega las llaves, abre la puerta y recibe la libertad que solo el perdón puede traer.
Con amor y oraciones,