
En estos tiempos donde el recogimiento espiritual y el seguimiento fiel a la vida de Cristo han sido reemplazados por el ruido del morbo, el desenfreno y las festividades vacías, es urgente levantar la voz del espíritu. Que nuestros retiros espirituales —ya sea en congregaciones físicas o por las diferentes plataformas digitales— estén impregnados de la presencia de Dios, que haya adoración genuina, y que la Palabra de Dios nos consuele, transforme y restaure verdaderamente. Todos necesitamos que esta Semana Mayor Dios esté presente, que no se cambie lo sublime por lo trivial, y que apoyemos este tiempo con nuestras oraciones.
Elevamos una plegaria por las tragedias que atraviesan tantas naciones. Que el Señor tenga misericordia y que Su mano poderosa sostenga a los quebrantados de corazón.
Debemos también resaltar el rol fundamental de las iglesias, tanto en República Dominicana como en todo el mundo, que han perseverado en predicar la Palabra de Dios aun en medio de tantas pruebas, llevando el mensaje de salvación a los hogares a través de medios digitales y transmisiones en vivo. Ese banquete espiritual, esa Palabra viva y eficaz, continúa alimentando nuestras almas.
Esta semana de recogimiento espiritual es una oportunidad divina para reflexionar profundamente sobre la esencia de Dios. Seamos sabios, comprensivos, y abramos el entendimiento para preservar la armonía en nuestros hogares, en la iglesia y en la nación.
Orar, clamar y honrar el nombre de nuestro Salvador por todos los medios posibles no solo nos acercará más a Él, sino que transformará nuestra forma de vivir, para beneficio de todo el cuerpo de Cristo.
Aprovechemos este retiro espiritual con sabiduría. No seamos necios, sino entendidos en la voluntad de Dios. Sigamos proclamando el mensaje de salvación, para que los que aún caminan en tinieblas encuentren la luz, y sus corazones se ablanden al amor del Señor. Caminemos hacia adelante sin mirar atrás.
Vivamos en obediencia para que Dios no aparte de nosotros Sus ojos ni Su misericordia. Hoy más que nunca debemos buscar su rostro para vivir con nuevas fuerzas, renovado ánimo, esperanza viva, fe creciente y un amor profundo por el prójimo.
Elevemos una oración por los necesitados y llenarnos de humildad. Pero sobre todo, abogamos por la unión, esa que tanto anhelan nuestros corazones y que solo Dios puede lograr verdaderamente.
Seamos diligentes con la Palabra, testigos fieles del amor de Cristo por su pueblo. Porque Dios es amor, y nuestro deber en la tierra es sembrar ese amor como un jardín, con constancia, paciencia y entrega. Él nos ha dado Su Palabra como herramienta para realizar Su obra a plenitud.
Que nuestras vacaciones o este retiro espiritual no sean de distracción, sino encuentros genuinos con el Creador. Sigamos el orden establecido por Dios, para que podamos disfrutar de las bendiciones de la vida con la seguridad de que nuestro Padre Celestial nos acompaña y nos guarda. Que podamos regresar de este tiempo fortalecidos, cobijados bajo Sus alas y llenos de Su paz.