Voz del Tabernáculo

Vivir por Fe. Clave para una Vida Plena en Dios

VOZ DEL TABERNACULO

La fe no es solo un concepto espiritual; es el latido constante del corazón que confía en Dios aun cuando los ojos no ven respuesta inmediata. Es la fuerza invisible que nos sostiene en los días difíciles y nos impulsa a seguir adelante cuando todo a nuestro alrededor parece desmoronarse. La fe es el lenguaje que el cielo entiende, y sin ella, nuestras palabras, por muy elocuentes que sean, no alcanzan el trono de la gracia.

En el caminar cristiano, la fe es imprescindible. No basta con conocer las promesas de Dios si no creemos firmemente que Él es fiel para cumplirlas. Es en la oración donde esta fe se manifiesta con mayor claridad. Cuando oramos creyendo, no estamos simplemente hablando al aire; estamos entrando en comunión profunda con el Creador del universo. La oración con fe abre los cielos, toca el corazón de Dios y nos llena de paz, amor, gozo, fortaleza y sabiduría.

Jesús lo dijo con claridad en Mateo 21-22 «Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.» También en Marcos 11-24 nos anima a orar creyendo que ya hemos recibido lo que pedimos. Esta es una invitación a una vida de certeza, no de duda. A ver con los ojos del alma y no solo con los del cuerpo. A mantenernos firmes aunque el milagro aún no haya llegado. A vivir por fe, y no por vista.

Pero, de dónde nace esta fe, No es un esfuerzo humano ni un sentimiento pasajero. La fe es un regalo de Dios, un don que proviene de Su Espíritu. Como uno de los frutos del Espíritu Santo, la fe crece cuando habitamos en Su presencia, cuando meditamos en Su Palabra y caminamos obedientemente en Su voluntad.

Quizás hoy estés pasando por un momento donde tu fe se siente débil. Tal vez has estado orando por algo durante mucho tiempo sin ver resultados. No te desanimes. Dios honra la fe persistente. Él no se olvida de tus oraciones. En su tiempo perfecto, responderá de la manera que más convenga para tu bien y para su gloria.

Así que no dejes nunca que las circunstancias apaguen tu fe. Míralas con ojos espirituales. En cada prueba, en cada demora, hay una oportunidad para que tu fe crezca, madure y se fortalezca. Vive cada día confiando, creyendo y esperando con gozo. Recuerda que no estás solo; el Espíritu Santo camina contigo, te guía y te sostiene.

Que tu vida esté siempre llena de fe, arraigada en el amor de Dios, rodeada por su gracia y fortalecida por su paz. Porque cuando vivimos por fe, vivimos verdaderamente seguros.

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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