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Vida plena en la gracia

Un Espíritu de gracia se ha derramado sobre el pueblo de Dios. El evangelio de la gracia es el diseño de Dios para reconciliarnos con Él a través de su hijo Jesucristo. Dios nos ha dado vida junto con Cristo sin reparar en que caminábamos en desobediencia, confundidos, heridos hasta la muerte por los muchos pecados.

Hallamos gracia a los ojos de Dios y todavía nos cuesta mirar hacia adelante para dar un testimonio solemne de vida nueva recibida por la ofrenda prometida de Dios.

El tema del Salvador del mundo se muestra desde el principio en el Antiguo Testamento como el perfecto sacrificio por el pecado del hombre consumado en la cruz. ¡Hemos hallado gracia y todavía no lo entendemos! Un Espíritu de gracia que nos sostiene, que nos levanta, y que debiera motivarnos a compartirla con los demás. Hemos hallado gracia delante de Dios, pero hay como una ceguera temporal que nos impide ver que somos los instrumentos del Señor para que otros encuentren la misma gracia.

Somos copartícipes de la misma gracia con que fueron hallados los héroes de la fe delante de Dios (Heb 11), de la idéntica gracia con que fue hallado Cristo delante del Padre, pero no sabemos poner freno a nuestros impulsos y nos cuesta comprender que ella es suficiente. ¿Cuántos niños mueren diariamente por la bomba del hambre? ¿Cuántos padres y madres alcanzan a tomar de las sobras de la opulencia para llevarse un mendrugo de pan a sus estómagos y alimentar a sus hijos? Así va el mundo, unos con Dios, pero aún egoístas e indiferentes ante la desgracia humana y otros sin Dios porque por alguna razón no encuentran el testimonio solemne del evangelio de la gracia en la “dolce vita” de muchos de los cristianos de hoy. De gracia hemos recibido ¿nos es lógico dar de esa gracia para que el mundo crea?

Una vida de plenitud en Cristo se vive para dar de la gracia recibida. Muchos vendrían a los pies de Jesús si cultiváramos la gracia en el jardín siempre verde del evangelio y entregáremos una simple flor de compasión a todo el que pasa por nuestro lado en busca de algo mejor. Mire a su alrededor y verá que hay almas sedientas de una vida mejor. Todos hemos recibido un ministerio del Señor para buen testimonio y no lo damos. ¿O será que no lo tenemos? ¿Nadie ve un poquitico de Cristo en nuestra vida? Yo no lo creo. Sólo nos falta convicción, denuedo y hasta un poco de hidalguía en la calidad de vida cristiana, ser perseverantes y permanecer en Él, quien es fuente de toda gracia.

Hoy puede ser un gran día, sólo basta con extender la mano a otros con un puñado de gracia recibida y Jesús te sonreirá una vez más.

¡Dios te bendiga!

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas | Ministerio Internacional de Intercesores “La Higuera”, Cuba

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