La Palabra de Dios hace una descripción para poner de manifiesto los hechos visibles del transcurrir en la que una parte de la gente se envuelve, dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21 RVR1960.
No importando la hora, estos acontecimientos impactan la vida cotidiana del día a día, poniendo contra la pared al entorno de la sociedad mediante el establecimiento de normas muy duras y venenosas para destruirlas.
En contraposición a esa práctica, existe un segmento de personas, que vive para honrar a Dios llevando una vida decente y ordenada, lejos de toda esa perversidad de las obras de la carne, en los caminos del Señor.
De ahí que, el Señor hace una propuesta para andar por otro sendero de verdadera paz, edificación y armonía para toda la familia, es lo que se conoce como el fruto del espíritu, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23 RVR1960.
Quien así vive, llevado por ese fruto del Espíritu, llevando una vida de alabanza y adoración, orando en todo tiempo por todas las cosas, obedeciendo siempre y alineado en esa guianza, intercediendo ante Dios por cada momento difícil y también esperando la venida del Señor, se encontrará con una cosecha de bendiciones que traerán grandes edificaciones a su vida y maravillosas experiencias en el desenvolvimiento ministerial.
Por eso un salmista expresaba: “Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día. Mis labios se alegrarán cuando cante a ti, Y mi alma, la cual redimiste.” Salmos 71:8, 23 RVR1960.
Esa vida en el Espíritu es hacia donde todos, como Iglesia y como un solo pueblo debemos aspirar, la que le entregó una contundente victoria en Filipos a Pablo y Silas, muy a pesar de todas las dificultades a las que se enfrentaron: “Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.” Hechos 16:22-25 RVR1960.
Alcanzaron a llegar hasta el carcelero de Filipos para que fuera libre él y toda su casa. Dios te continúe bendiciendo en éste y todos los días. Maranatha.