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¿Ver para creer?

“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.
(Romanos 1:20 RV1960)

Uno de los refranes más populares del mundo es: “ver para creer”. Se aplica a muchas situaciones y áreas de la vida especialmente en las relaciones. Y algo que lamentablemente sucede, es que algunas personas aún dentro de la iglesia lo usan para referirse a Dios. Para muchos nuevos creyentes en Cristo les sería más fácil tener una fe inconmovible, si pudieran ver a Dios hacer hoy los mismos milagros que se exponen en la Biblia. Ellos se aferran y afirman que los que vivían en los tiempos de Jesús tenían a su favor el hecho de que podían ver sus grandes obras, por lo que podían confiar más rápida y fervientemente.

Estoy segura de que tú, como yo, has usado este refrán más veces de las que pudieras contar, especialmente cuando se trata de confiar en la palabra de alguien que anteriormente nos ha fallado. Pero esta creencia trae nefastas consecuencias. Veamos este ejemplo de la vida real:

De la duda a la negación hay un pequeño paso

¿Sabes quién fue la responsable de que se quitara la oración y la lectura de la Biblia de las escuelas públicas en EE.UU.? Su nombre es Madalyn Murray O’Hare, la atea más reconocida del s. XX. Pero ¿qué fue lo que provocó su guerra contra Dios? En 1945, vivió la dura experiencia de que el padre de su hijo se negara a casarse con ella, a pesar de que usaba el apellido de él. Tristemente, ocho años más tarde, vivió la misma experiencia al embarazarse de otro hombre que también la rechazó.

Para 1960, Madalyn entendía que debía buscar escapar de la “opresión de los Estados Unidos” con la esperanza de convertirse en ciudadana de la URSS (Unión Soviética), pero nuevamente fue rechazada. Luego de pasar por este rechazo, regresó a EE.UU. queriendo inscribir a sus hijos en escuelas que obviamente pedían sus actas de nacimiento. Estaba avergonzada de entregarlas ya que los niños tenían apellidos diferentes. Así que, en lugar de responsabilizarse por sus actos, Madalyn atacó el sistema educativo, ni siquiera por creencia política, sino por un dilema moral.

Su hijo Bill Murray dijo: “En vez de confrontar su conciencia, decidió negar la existencia de Dios y rehusó aceptar cualquier restricción moral. Si hubiera una deidad, entonces ésta podría dictar las reglas de su vida. De ese punto en adelante, ella estuvo en guerra contra Dios”.

Las dudas de Madalyn Murray acerca de un Dios amoroso crecieron gracias a sus fallidas experiencias y se tornaron en negación cuando ella arrogantemente endureció su corazón y confió únicamente en ella misma. Y el resultado sigue siendo catastrófico.

“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.”
(Jeremías 17:5)

La falta de fe o incredulidad en todas las áreas de la vida inicia con:

  • Daño emocional: rechazo, trauma o falta de amor en las primeras etapas de la vida.
  • Desconfianza: Falta de confianza en las figuras de autoridad falibles que hablan de Dios y la religión.
  • Expectativas irreales: pensamiento equivocado acerca de Dios y la religión.
  • Creencias reprimidas: no creen en un Dios Todopoderoso y amoroso
  • Verdad torcida: el éxito proviene de los logros obtenidos…
  • … y ¡termina con la negación!  (1 Timoteo 4:1–2)

¿Has vivido algo de la lista anterior? Yo sí, comenzando por lo mismo que Madalyn pasó: el rechazo. Fui rechazada en el colegio por mi peso y en la Universidad por ser cristiana, y en varias ocasiones, estando jovencita, pensé si valdría la pena seguir a Cristo. Pero pude entender y conocer lo que dice la Biblia una vez comprendí la raíz del problema.

La raíz del problema

Esto es liberador mi hermana: todo ser humano ha sido creado por Dios con tres necesidades internas: amor, reconocimiento (o significado) y seguridad. Por eso, cuando se experimenta rechazo en lugar de amor, crítica en lugar de reconocimiento y traición en lugar de seguridad, nuestra reacción natural es proteger el corazón de más heridas. Y la verdad es que, si nos resulta difícil rendirnos a la sabiduría de una autoridad superior, existe el peligro de que nos convirtamos en nuestra propia autoridad para darnos valor y significado. ¡Esto es sumamente peligroso! Porque nuestra capacidad es limitada y nuestras fuerzas son mínimas. Esas necesidades básicas conforman un espacio que solo Dios puede llenar. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5).

Creencia equivocada:

“Ver para creer”. No veo el suficiente conocimiento moral, intelectual, científico o experimental para probar la existencia de un Dios que controla el universo. “No puedo ceder el control de mi vida a un Dios que no puedo ver”.

Creencia correcta:

“Creer para ver”. El diseño del universo debe tener un diseñador. Dios revela sus cualidades invisibles, su eterno poder y su naturaleza divina a todo el que se humilla delante de Él y busca de manera honesta la verdad. He cedido el control de mi vida a Él para que cumpla su propósito en mí.

Como cristianas no estamos limitadas a comprobar hechos por un método humano para poder creer. La fe en Cristo nos provee una visión mucho más amplia de la realidad, porque se basa en la revelación de Dios, a través de la cual entendemos lo que no podríamos conocer valiéndonos únicamente de los sentidos y nuestras capacidades intelectuales. Así que nosotras en lugar de repetir el famoso refrán: “ver para creer”, decimos como Agustín de Hipona: credo ut intelligam – “creo para entender”. La fe es vital para el conocimiento, fe que produce en nosotras un deseo de conocer mejor lo que ya se cree.

Reflexionemos juntas

  1. Nadie conoce todas las cosas. Así que aquello que desconocemos, tiene que ver con la existencia de Dios, que es el único que todo lo sabe y todo lo conoce.
  2. Si Dios no existe, estoy diciendo: “He estado en cada rincón del universo”. Pero nadie ha estado en todas partes. Como nadie ha estado en todas partes, no se puede afirmar que Dios no existe en algún lugar (Jeremías 23:24).
  3. Nadie ha visto la gravedad, pero ella nos rige. La ley de la gravedad atrae a todos los objetos hacia el centro de la tierra. Sin la gravedad, flotaríamos continuamente en el espacio. No vemos la gravedad en sí, pero sabemos que existe y creemos en ella, por lo que no necesito ver para creer (Hebreos 11:1).

¿De qué lado estoy?

  • ¿Será estoy dispuesta a creer para ver lo que Dios puede hacer?
  • ¿Obedezco Su llamado, aunque no entiendo o veo lo que se me pide?
  • ¿Estoy evaluando mis circunstancias por encima del sol y viéndolas como oportunidades?
  • ¿Medito con frecuencia en las verdades de la fe cristiana y evalúo mi comportamiento a la luz de ellas?

La verdad es, mi hermana, que Dios no nos ha prometido actuar milagrosamente hoy como lo hizo en los tiempos Bíblicos para que podamos ver y creer, pero si te puedo asegurar, que podemos confiar en que Él actúa a favor de nosotras. Nuestra obediencia no está sujeta a si creemos o no; obedecemos porque creemos en Aquel que provee una gracia tan grande, que nos bendice a pesar de nuestra desobediencia.

El Señor nos ayude a seguirle, obedecerle y a confiar en Él ciegamente, recordándonos día a día que siempre obra a nuestro favor, aun cuando no vemos Su obrar.

Fuente:
Masiel Mateo

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