Después de santificar el nombre de Dios, el Señor Jesucristo declara en el Padrenuestro, «Venga tu reino». ¿Qué quería decir el Señor con esa misteriosa expresión?
La palabra griega que se traduce al español, “venga”, es “erchomai”, la cual quiere decir “aparezca, surja, se presente ante el público, se manifieste”. Ciertamente, todas estas expresiones son apropiadas para expresar el deseo de que el reino de Dios se haga presente y visible en el mundo.
Al decir esto, el Señor estaba pidiendo que los valores del reino de Dios—el amor, la verdad, la justicia, la gracia, la vida—establecieran su señorío y dominio en el mundo. Que la locura de este mundo caído, distorsionado por el pecado y la maldad, sea sustituida por el gobierno benévolo y justo de Dios.
“Venga tu reino” quiere decir, “Venga tu gracia a la tierra. Destruye el dominio de Satanás. Haz cesar las guerras, la pobreza y la muerte. Establece tu reino de misericordia, amor y bondad sobre la tierra. Transforma nuestros corazones. Saca el orgullo y el egoísmo del corazón humano, y reemplázalo con el amor, la gracia y la bondad”.
El Señor pedía la venida de una nueva era, un cambio radical en la existencia humana, una nueva creación. Así debemos también orar nosotros. Ese debe ser nuestro constante y ardiente deseo—que el sistema de Dios sea establecido en la tierra para siempre; que el imperio del mal sea desmontado y la vida de Dios corra libremente en nuestro mundo caído.
El día se avecina en que Dios le pondrá fin a la tragedia de la historia. Entonces tendremos cielos nuevos y tierra nueva. Toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Romanos 14:11). Mientras tanto, nuestro deseo ardiente, nuestra oración insistente, debe ser “venga tu Reino”. Amén. ¡Sí, ven Señor Jesús!