¿Qué clase de esposa le buscarías tú a un hijo tuyo? ¿Cuáles serían las cualidades que buscarías? ¿Cuál sería el ideal? Abraham, cuando iba a buscar esposa para su hijo, Isaac, mandó a Eliezer, quien encontró una muchacha hermosa, pero sobre todo servicial; e Isaac se casó con ella. ¿Escogerías para tu hijo o hija el cónyuge que tú escogiste?
Dios hizo cosas muy curiosas con los profetas de aquellos tiempos. En aquel tiempo, los profetas eran verdaderamente controversiales, porque su vida estaba en juego. Dios le pide a Isaías, por ejemplo, que camine desnudo. La gente pensaba que estaba loco, pero Dios lo que quería era, a través de Isaías, mostrar el mensaje; porque Dios siempre nos ha pedido que seamos mensajes vivientes al mundo. Es fácil dar una palabra profética, pero no vivir lo que tú profetizas. Dios le pide a Isaías que, no solo dijera al pueblo que estaba desnudo, sino que se lo mostrara. Dios le dice, en una ocasión, a Ezequiel que hable como un niño, y a Jeremías que cargue un yugo por toda la ciudad, para que todos lo vieran; esto también para mostrarle al pueblo la condición en que se encontraban. Pero al que le pidió lo más difícil fue a Oseas; le pidió que se casara con una prostituta.
Imagínate a Oseas, un joven que se había guardado para el Señor, y Dios le pide que ame sin filtros, que ame porque Dios le dice que ame; que no escoja la que él quisiera, y que no vea a la que Dios le dijo que él tenía que amar como la veía el mundo, sino como Dios la veía. Oseas había vivido para el Señor, y cuando llega el momento de casarse, Dios le dice: Te vas a casar con una prostituta. Imagina la vergüenza con la que él tenía que cargar.
Y Oseas se casa con esta muchacha. Hay quien dice que ella no era prostituta la primera vez que se casaron; otros dicen que sí lo era. Tuvieron 3 hijos, y luego de un tiempo de casados, ella comienza a tener amoríos. Ella se siente desconectada del profeta, siente que el profeta no la atiende, que no la entiende, que no la quiere, que el trabajo del profeta es demasiado. Y ella comienza a tener múltiples amantes. En el libro de Oseas, vemos cómo el profeta le dice a sus hijos: Díganle que se quede, por favor, que no se vaya, que yo la amo. La Biblia cuenta que ella amó a tanta gente, tuvo tantas relaciones con tanta gente, que terminó en un prostíbulo, siendo esclava sexual de una persona. La pusieron en un pedestal para venderla, y nadie daba nada por ella. Y su marido fue a comprarla. Dios le dijo que la comprara.
Ahora no era tan solo la vergüenza de que todos supieran lo que ella le había hecho, sino él ir a comprarla en un lugar público. Imagina ver a un profeta entrar a un prostíbulo para comprar a una muchacha. ¿Qué valor le darías al mensaje de tal profeta? Dice la Biblia que él la compró, la buscó, la amó, la restauró; una historia poderosa.
Aquel hombre no había hecho nada mal, no había pecado, no le había sido infiel a su esposa, no le había fallado; pero el amor de Dios hacia esa mujer hacía que Dios buscara a alguien en esta tierra que estuviera dispuesto a pagar el precio.
La esposa de Oseas se llamaba Gomer; y tú eres esa Gomer. Tú eres esa persona que Dios ha amado, que cuando nadie daba dos centavos por ti en esta vida, Él te amó, te buscó, te ha perseguido, te ha pedido mil veces que no te vayas de la casa, te ha pedido que te quedes, ha enviado a sus hijos que te pidan que te quedes; te ha enviado los hermanos de la iglesia para que vayas a una célula, no sea que te vayas u termines siendo esclavo en algún lugar. Y, si eres esclavo, puedes estar seguro de algo: Que Dios va a seguir insistiendo para que, cuando nadie dé nada por ti, vayan a buscarte, a sacarte, a pagar el precio y sacarte del lugar de tu esclavitud.
“14 Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. 15 Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.” Oseas 2:14-15
Dios dice: Atráela, llévala al desierto, al valle de Acor. El valle de Acor fue el lugar donde mataron a Acán, quien robó del anatema cuando entraron a Jericó. En aquel valle, mataron a toda la familia de Acán, cuando él tomó del anatema. Acor representa todo aquello que destruye el amor familiar, todo aquello que destruye y que va a la miseria, el pecado que lleva a una familia a la muerte. Pero Dios dice: En el lugar donde se ha dicho por tiempo que aquí la familia muere, que aquí el amor muere, en ese lugar, yo le voy a dar una puerta de esperanza.
Si hay algo que te da esperanza a ti y a los tuyos es mantenerse unidos, amando, a pesar de todos los errores y problemas.
Declaro que se abre una puerta de esperanza para tu casa, para tu familia, para tus hijos. La pregunta es si tú estás dispuesto a amar por encima de todos los errores, problemas y dificultades, o si la gente a tu alrededor tiene que llenar tus expectativas para tú poder ofrecer amor. Aquel que ama incondicionalmente Dios siempre le dará una puerta de esperanza. Hoy se abre una puerta de esperanza delante de ti, para tu matrimonio, para tu casa, para tu hogar, para tus hijos, para tu familia. Si amas, hay una puerta de esperanza para ti, y para todos los tuyos.
¿Qué tienes que hacer para que esta puerta se abra?
“Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas.” Oseas 3:1
Hoy Dios te dice como al profeta: Ve y ama, otra vez.