La Biblia nos muestra grandes tesoros y meditaciones que Dios nos ha dejado para que se conviertan para nosotros en la enseñanza y en una forma de vida, ejemplos que están en parábolas, de las cuales el Señor Jesucristo dijo a sus discípulos:
Y acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? Y respondiendo Él, les dijo: Porque a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido. Porque a cualquiera que tiene, se le dará más y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: Al oír oiréis y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible y con dificultad oyen con sus oídos; y sus ojos han cerrado, no sea que vean con los ojos y oigan con los oídos y entiendan con el corazón y se conviertan y yo los sane. Pero dichosos vuestros ojos, porque ven y vuestros oídos, porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís y no lo oyeron (Mateo 13:10-17).
Esto nos muestra que no es para todos el entender las cosas del reino de los cielos, estas enseñanzas, para aquellos que logran entender, se convierten en fundamentos para su propia vida y pueden llegar a convertirse en maestros que las transmiten; sin embargo, también están los que no las entienden o las entienden mal y estos son como le fue dicho al profeta Jeremías:
Levántate y desciende a la casa del alfarero y allí te haré oír mis palabras. Entonces descendí a casa del alfarero y he aquí, estaba allí haciendo un trabajo sobre la rueda. Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla.Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo: ¿No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? declara el Señor. He aquí, como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel. En un momento yo puedo hablar contra una nación o contra un reino, de arrancar, de derribar y de destruir; pero si esa nación contra la que he hablado se vuelve de su maldad, me arrepentiré del mal que pensaba traer sobre ella. Y de pronto puedo hablar acerca de una nación o de un reino, de edificar y de plantar; pero si hace lo malo ante mis ojos, no obedeciendo mi voz, entonces me arrepentiré del bien con que había prometido bendecirlo (Jeremías 18:1-10).
Quiere decir entonces, que dentro de la iglesia a nivel mundial, hay vasos o sea personas, que quieren ser útiles, pero su deseo es ser tomados en cuenta con su propia idea de lo que es el servicio, no sujetándose a sus líderes y autoridades en general y desean imponer su visión, en lugar de la visión de Cristo, esto por supuesto, trae consecuencias nefastas para un ministerio, pues en lugar de unificar al cuerpo de Cristo, estos vasos resultan siendo cuchillos de carnicero, que dividen y destrozan el cuerpo que es la iglesia, es por eso que vemos hoy en día tantas «denominaciones» y en muchos casos sectas, pero no dice la Escritura:
Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error; sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor (Efesios 4:11-16).
Según la visión celestial que nos ha sido heredada por el Señor Jesucristo, el Señor delegó a algunos que se vuelven las manos del alfarero, que dan forma al barro que somos todos nosotros, sin olvidar por supuesto que el dirigente de toda la organización llamada iglesia, sigue siendo Cristo, la cabeza del cuerpo (Colosenses 1:18), quien dio su vida en rescate por nosotros y quien es el fundamento del edificio; estos delegados, como el apóstol Pablo, tienen el deber de reflejar al Señor, en palabras del apóstol a los gentiles:
Imitadme a mí, como yo imito a Cristo. Os elogio porque os acordáis de mí en todo y retenéis las enseñanzas, tal como os las transmití (1 Corintios 11:1-2 BAD).
Dice la Biblia: Si alguien desea dirigir una iglesia, realmente desea un buen trabajo. Pero debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo… (1 Timoteo 3:1-2 BLS).
Esto nos dice que hay personas que desean realmente servir a Dios; sin embargo, no todas las personas tienen una buena dirección para hacerlo, ya sea por las malformaciones de los padres, por la malformación de otras congregaciones o ministerios, por la concupiscencia del corazón o por cualquier otro motivo, pues desean como dijo un reconocido ministro, comenzar donde otros están terminando el ministerio. De esta cuenta, es que encontramos a personas, que a manera de Absalón, hacen sus contrataciones con los hermanos, hasta que derrocaron a los pastores y autoridades, ya sea partiendo el rebaño o quedándose con él; también encontramos a individuos, que a manera de Acab, quieren quedarse con la parcela de Nabot, que sería figura de un liderazgo o puesto en la iglesia, tomándose de las artimañas de Jezabel, es decir enviando mensajeros y hablando mal de esto o de aquellosobre el ministro en cuestión.
Ahora bien, si una persona desea ayudar, servir o liderar, debe saber lo que dice la Escritura:
Porque a Dios no le gusta el desorden y el alboroto, sino la paz y el orden. Como es costumbre en nuestras iglesias (1 Corintios 14:33 BLS).
Y agrega:
Todos deben respetar la autoridad del gobierno pues no hay autoridad que no venga de Dios.
Los que están gobernando ahora fueron puestos por Dios. Por lo tanto, quien se pone en contra de las autoridades también se pone en contra de lo que Dios ha ordenado y será castigado. Las autoridades no están para que los que hacen el bien les tengan miedo. En cambio, los que deben temerles son los que hacen maldades. Así que si no quieres tener miedo, haz el bien y te felicitarán. El que gobierna es un siervo de Dios que te puede ayudar. Pero si haces cosas malas, ten cuidado, porque el gobernante tiene el poder para castigarte y seguro que usará su poder. Él es el siervo de Dios para castigar a los que hacen lo malo (Romanos 13:1-4 PDT).
Si deseamos ser útiles, debemos conocer nuestro propósito, ya que la Biblia dice lo siguiente:
Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros, que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usemoslos: Si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría. El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándolos a lo bueno. Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros; no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran. Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescender con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión (Romanos 12:3-16).
Para concluir, tengamos en cuenta el consejo que le fue dado a Timoteo, verdadero hijo en la fe del apóstol Pablo:
No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: El Señor conoce a los que son suyos y: Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor. Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro y unos para honra y otros para deshonra. Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra. Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro. Pero rechaza los razonamientos necios e ignorantes, sabiendo que producen altercados (2 Timoteo 2:19-23).
Convirtámonos entonces amados hermanos, en vasos útiles para el Señor y botemos todo razonamiento altivo, limpiémonos de todo pecado y peso que tan fácilmente nos envuelve y corramos la carrera de la fe, siendo hallados irreprensibles y haciendo las buenas obras que el Señor nos encomendó y así, a su tiempo, el Señor nos pondrá a cada uno en el lugar de honra correspondiente.
Dios te continúe bendiciendo